Te gusta. Le gustas. La relación sexual es deseo de los dos, pero ninguno tiene protección. ¿Te has encontrado en una situación así? La próxima vez que te ocurra ten en cuenta que una sola vez que tengas sexo sin protección basta para contraer una enfermedad que, sin que te enteres, puede afectar tu salud al punto de causarte infertilidad, cáncer, dolor o incluso convertirte en un blanco más fácil para contraer VIH.
Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) son infecciones que se pueden contagiar al tener relaciones vaginales, anales u orales con una persona infectada. Algunas se transmiten a través de erupciones en la piel, contacto con sangre, fluidos del cuerpo o por compartir agujas. Madres infectadas pueden pasarlas a sus hijos durante el embarazo o el parto. Algunas infectan solamente órganos sexuales. Otras, como la hepatitis o la sífilis, casuan daños en otras partes del cuerpo, explica Blanca Cuevas, directora de Programas de Pro Familia.
El mayor problema con estas ETS, comenta, es que comúnmente el contagio ocurre sin necesariamente dar señales. En ocasiones, puede aparecer una llaga, sentirse un dolor o una molestia que desaparece mientras la enfermedad sigue ahí, en silencio, causando daños. Tanto quien la contrajo como quien la contagió puede continuar infectando a otros. Es una cadena.
La sífilis, por ejemplo, tiene varias etapas. Su único síntoma visible es una llaga que aparece en la boca o en los órganos sexuales, pero como no causan molestia alguna y eventualmente desaparece puede pasar desapercibida a pesar de que la enfermedad continúa en el sistema.
A veces las llagas características de esta y otras infecciones son imposibles de detectar pues aparecen dentro del canal vaginal o el ano (en el caso de haberse contagiado a través de relaciones anales).
Hasta el momento no hay vacunas para las ETS, salvo la hepatitis B y algunos tipos del virus de papiloma humano (VPH). En cuanto a la cura, algunas de estas enfermedades se tratan efectivamente con medicamentos. Pero, mientras más tiempo transcurre entre el contagio y la detección, mayores son las posibilidades de daños que podrían ser irreversibles.
Por eso, apunta Cuevas, es tan importante que si estás activo sexualmente – aunque tengas solo una pareja sexual- te realices las pruebas para detectar ETS.
“Cuando hacemos charlas en las comunidades muchas mujeres se consideran en riesgo mínimo de contraer enfermedades por que están casadas o tienen una pareja estable”, comenta al destacar que es un error descuidar el seguimiento médico por esa razón, pues siempre hay una posibilidad de contagio.
Además de la abstinencia, la práctica más segura es asumir una actitud responsable en torno a la sexualidad. Tanto hombres como mujeres deben poder hablar con naturalidad respecto al tema de las enfermedades sexuales y formas de mantenerse protegidos de acuerdo a la relación que elijan tener.
Obstáculos para lograr esta apertura, identifica Cuevas, son la falta de apertura para educar a niños y jóvenes sobre el tema, los tabúes que todavía imperan, la negación sobre el comportamiento sexual de la población y esa convicción equivocada de que “eso no me pasará a mí”.
En su experiencia trabajando con jóvenes y adultos señala que a menudo tanto ellos como ellas se sienten erróneamente confiados en sus parejas sexuales por su apariencia física o su comportamiento. Pero las ETS no discriminan.
También se observa que a muchos les cuesta ser el primero o la primera en lanzar el tema de la protección en la conversación con su pareja sexual. Sin embargo, informarse y tener clara la postura al respecto es el mejor escudo contra un potencial contagio.
Muchos padres dudan, sienten vergüenza o incluso evitan el tema de la sexualidad con sus hijos por pensar que promoverán el deseo de experimentar. La realidad es que la educación sexual en el hogar promueve un aumento en la probabilidad de abstinencia o posposición de las relaciones sexuales, disminución de la cantidad de parejas sexuales y la opción de utilizar anticonceptivos de manera más constantes.
“Es bueno que los niños y jóvenes conozcan lo hermosa que es la sexualidad y al mismo tiempo reconozcan y se puedan concienciar de sus riesgos. No solo de embarazo sino de enfermarse”, afirma Cuevas.
Las más comunes (especialmente entre la población de 20 a 24 años)
Clamidia
Puede no presentar síntomas. Si aparecen, pueden tardar de 7 a 28 días después de tener la relación sexual con la persona infectada. Se estima que tres de cada 4 mujeres y el 50% de los hombres infectados no saben que tienen la enfermedad.
Síntomas:
Mujeres – descarga vaginal, pérdida de sangre por la vagina entre períodos, ardor o dolor al orinar, necesidad de orinar más seguido, dolor en el abdomen (estómago), a veces con fiebre o náuseas
Hombres- goteo de líquido blanco y aguado por el pene, ardor o dolor al orinar, necesidad de orinar más seguido, dolor o hinchazón en los testículos.
Gonorrea
Los síntomas aparecen entre 2 a 21 días después de tener relaciones sexuales. Al igual que la clamidia, estos no necesariamente se presentan.
Síntomas:
Mujer- descarga espesa de color amarillento o grisáceso por la vagina, ardor o dolor al orinar o al mover el vientre, períodos anormales o pérdida de sangre vaginal entre los períodos, calambres y dolor en la parte baja del abdomen.
Hombres- Goteo espeso de color amarillento o verduzco por el pene, ardor o dolor al orinar o al mover el vientre, necesidad de orinar más seguido, hinchazón o dolor en los testículos.
Sífilis
Tiene muchas etapas (primaria, secundaria, latente temprana y latente tardía) y sus síntomas se confunden fácilmente con otras enfermedades.
Primera etapa:
Los síntomas aparecen de 1 a 12 semanas después de tener relaciones sexuales.
Una o más llagas en la boca o los órganos sexuales que no causan dolor ni molestia alguna.
La ampolla desaparece, pero no la sífilis.
Segunda etapa:
Los síntomas aparecen cuando se cura la ampolla o después.
Aparece un salpullido en cualquier parte del cuerpo (especialmente palmas de las manos y plantas de los pies).
Sensación de gripe.
El salpullido y la sensación de gripe desaparecen, pero no la enfermedad.
EL NUEVO DÍA
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