La “mejor edad sexual” del hombre es
objeto de debates y, como todo en la vida, depende de cada persona y sus
condiciones físicas, hormonales y psicológicas determinadas. No
obstante, dentro del sexo masculino predominan ciertos patrones que han
llevado a los investigadores médicos a establecer períodos de intensidad
según la edad.
De esta manera se estableció un período
desde los 15 hasta los 70 años que especifica 4 edades sexuales
importantes en el hombre donde coinciden determinadas características.
Estos son:
1. Menor de 25 años: potencia sin control
Durante la adolescencia y la
postadolescencia el hombre manifiesta una gran potencia sexual, a la que
muchas veces se da salida a través de la masturbación. Sin embargo, los
cambios físicos y psíquicos que se van produciendo hasta la llegada de
la edad adulta provocan cierta inestabilidad sexual.
El exceso de energía en el adolescente
produce erecciones involuntarias y poluciones nocturnas (mejor conocidas
como “sueños húmedos”: una eyaculación involuntaria de semen que tiene
lugar durante el sueño). Este tramo es un periodo en el que aún se
experimentan nuevas sensaciones y obtiene una gran importancia debido a
que la vida sexual estará marcada siempre por estos primeros pasos.
Especialistas en sexología señalan que
estos años son cruciales para los hombres, ya que responden
instintivamente a los estímulos eróticos, siendo tan frecuente la
bisexualidad como la eyaculación precoz, sobre todo en relaciones
esporádicas. También se pueden dar casos de disfunción eréctil, pero por
motivos psicológicos. La ansiedad, por ejemplo, puede generar una
vasoconstricción que impide la duración de la erección.
2. De los 25 a los 30 años: experiencia y satisfacción
En este periodo, que se extiende hasta
los 40, cristaliza la identidad sexual y aumentan la autoestima y la
necesidad de tener contacto físico. La potencia sexual es alta, pero
moderada por la estabilización del carácter. Las erecciones son menos
frecuentes y tardan algo más en llegar a su cumbre (entre 10 y 15
segundos) y el ascenso testicular es ligeramente más lento.
La masturbación no es igual como en la adolescencia, existiendo una disminución de esta pese a que aumenta el consumo de pornografía.
Los problemas más frecuentes son enfermedades venéreas, mala
utilización de los métodos anticonceptivos y adicción al sexo y a las
drogas sexuales.
El lado bueno: como el acto sexual va
mejorando con la práctica, este es el primer periodo en que se comienzan
a ver los primeros “frutos” de la experiencia adquirida. Ya no se trata
de la cantidad, sino de la calidad y su significado.
3. De los 30 y los 55 años: madurez y deseo
En este tercer periodo se puede visualizar la crisis de los 40,
la cual se dispara notablemente en el deseo sexual psicológico, pero el
cuerpo no siempre obedece las órdenes del cerebro. A partir de los 45,
comienzan los problemas de confianza al momento de tener relaciones por
lo que se recurre a los medicamentos que garantizan la respuesta
eréctil.
En cuanto a las erecciones, el pene
tarda unos 20 segundos en alcanzar su máximo nivel. Uno de los grandes
problemas en esta edad es aceptar que se es demasiado joven para usar
viagra y muy viejo para tener una respuesta eréctil instantánea.
La clave en esta etapa es adaptarse bien a la nueva situación. Entender mejor los impulsos del deseo.
4. Mayor de 55 años: sexo después del sexo
Aunque no subimos las escaleras a la
misma velocidad a las 60 que a los 30 años, al fin y al cabo las
subimos. Así debe entenderse la sexualidad en la edad madura: lleva otro
ritmo, pero no es inexistente.
En este periodo el tiempo no pasa en
vano, ya que a partir de los 75 años la erección puede tardar hasta
cinco minutos en llegar a su cima, cuesta mucho llegar al orgasmo y el
pene exige una estimulación mucho más prolongada para alcanzarlo.
No obstante, la opinión de los especialistas médicos resalta que la andropausia no es un fenómeno similar a la menopausia femenina.
Por lo tanto, los cambios que experimentan los hombres a partir de los
50 años son menos significativos que los de las mujeres: los niveles de
testosterona se reducen muy poco, pero sí baja la producción de semen y
espermatozoides.
El conocimiento y aceptación de las
propias limitaciones hará más sencillo afrontar una vida sexual en esta
etapa. Pues, para resolver los aspectos físicos y hormonales existen los
medicamentos especializados, pero la capacidad para afrontar una nueva
condición de vida es vital, y puede enriquecer notablemente la
sexualidad.
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