Mientras la opinión pública occidental trata de nadar en un verdadero
océano de información sobre la formación de una supuesta coalición
internacional para la lucha contra el Emirato Islámico, es este último
el que va cambiando discretamente de forma. Sus principales jefes ya no
son árabes sino georgianos y chinos. Para Thierry Meyssan, esta mutación
demuestra que el objetivo a largo plazo de la OTAN es utilizar el
Emirato Islámico en Rusia y China. Es por eso que esos dos países están
obligados a intervenir desde ahora en contra de los yihadistas, antes de
que estos vuelvan para sembrar el caos en sus países de origen.
El Emirato Islámico comenzó haciendo ostentación de su origen árabe.
Esta organización surgió de al-Qaeda en Irak, que no luchaba contra los
invasores estadounidenses sino contra los chiitas iraquíes. Luego se
convirtió en Emirato Islámico en Irak y posteriormente en Emirato
Islámico en Irak y el Levante (EIIL). En octubre de 2007, las fuerzas
terrestres de Estados Unidos ocuparon en Sinjar al menos 606 fichas de
miembros extranjeros de esa organización, fichas que fueron
cuidadosamente analizadas por expertos de la Academia Militar
estadounidense de West Point.
Sin embargo, días después de la ocupación de la fichas, el emir
al-Baghdadi declaró que su organización contaba solamente con 200
combatientes y que todos eran iraquíes. Esa mentira es comparable a las
de las demás organizaciones terroristas que operan en Siria y que
declaran que entre sus miembros sólo hay «algunos extranjeros», cuando
el Ejército Árabe Sirio estima en al menos 250 000 el número de
yihadistas extranjeros que han pasado por Siria en los 3 últimos años.
En todo caso, el califa Ibrahim (nuevo nombre del emir al-Baghdadi)
ahora reconoce que su organización se compone ampliamente de extranjeros
y agrega que el territorio sirio ya no es para los sirios sino para
“sus” yihadistas.
Según las fichas ocupadas en Sinjar, un 41% de los terroristas
extranjeros miembros del «Emirato Islámico en Irak» ostentaban la
nacionalidad saudita, un 18,8% eran libios y solamente un 8,2% eran
sirios. Si relacionamos esas cifras con la población de cada uno de los
países mencionados veremos que la población libia ha proporcionado 2
veces más combatientes que la de Arabia Saudita y 5 veces más que la de
Siria.
En cuanto a los yihadistas sirios, aunque son originarios de diversas
regiones de Siria, el 34,3% venían de Deir ez-Zor, ciudad que desde que
el «Emirato Islámico» tuvo que retirarse de Raqqa, se convirtió en
capital del Califato.
En Siria, la particularidad de Deir ez-Zor es que su población se
compone mayoritariamente de árabes sunnitas organizados en tribus y de
una minoría de kurdos y armenios. Y, hasta ahora, Estados Unidos sólo ha
logrado destruir Estados como los de Afganistán, Irak y Libia, o sea en
países cuya población está organizada en tribus. Pero ha fracasado en
todos los demás países. Desde ese punto de vista, Deir ez-Zor en
particular y el noreste de Siria en general pudieran ser potencialmente
conquistados. Pero no sucede lo mismo con el resto de la República Árabe
Siria, como ya se ve desde hace 3 años.
Bajo el nombre de Abu Omar al-Shishani, un
sargento de la inteligencia militar georgiana, cuyo verdadero nombre es
Tarkhan Batirashvili, se ha convertido en uno de los principales jefes
del «Emirato Islámico».
Desde hace dos semanas, se ha iniciado una purga entre los oficiales
provenientes del Magreb. Los tunecinos que tomaron el aeropuerto militar
de Raqqa, el 25 de agosto de 2014, fueron arrestados por desobediencia,
juzgados y ejecutados por orden de sus superiores. El «Emirato
Islámico» tiene intenciones de restar protagonismo a sus combatientes
árabes y promover a los chechenos amablemente puestos a su disposición
por los servicios secretos georgianos.
Y ahora aparece un nuevo tipo de yihadistas: los yihadistas chinos.
Desde junio de 2014, Estados Unidos y Turquía han introducido en el
noreste de Siria cientos de yihadistas chinos traídos incluso con sus
familias. Algunos se convierten de inmediato en oficiales. Se trata
principalmente de miembros de la etnia uigur, o sea chinos de la
República Popular China pero musulmanes sunnitas turcófonos.
Es por lo tanto evidente que, a largo plazo, el «Emirato Islámico»
extenderá sus actividades a Rusia y China y que esos dos países son los
blancos finales de sus acciones.
Así que seguramente seremos testigos de una nueva operación de
propaganda de la OTAN: su aviación empujará a los yihadistas fuera de
Irak pero los dejará instalarse en Deir ez-Zor. La CIA proporcionará
dinero, armas, municiones y datos de inteligencia a los «revolucionarios
moderados» (sic) del Ejército Sirio Libre (ESL), quienes cambiarán
entonces de casaca para ser utilizados bajo la bandera del «Emirato
Islámico», como ha venido sucediendo desde mayo de 2013.
John McCain se reúne con el estado mayor del
Ejército Sirio Libre. Durante el encuentro conversa precisamente con
Ibrahim al-Badri, el hoy autoproclamado califa Ibrahim. El hombre con
gafas que aparece en la foto es el general Salim Idris.
En aquel momento, el senador estadounidense John McCain penetró
ilegalmente en territorio sirio, donde se reunió con el estado mayor del
ESL. Según puede verse en la foto tomada como prueba del encuentro,
entre los miembros del estado mayor del Ejército Sirio Libre estaba en
aquel momento un tal Abu Yussef, oficialmente buscado por el
Departamento de Estado estadounidense bajo el nombre de Abu Du’a, quien
en realidad no era otro que el actual califa Ibrahim. O sea, el mismo
individuo era al mismo tiempo jefe moderado en el ESL y jefe extremista
en el «Emirato Islámico».
Ya en posesión de esta información, cada cual podrá apreciar el
verdadero valor del documento que el embajador sirio Bachar al-Jaafari
presentó al Consejo de Seguridad de la ONU el 14 de julio de 2014. Se
trata de una carta del 17 de enero de 2014 en la que el general Salim
Idriss, comandante en jefe del ESL, escribe lo siguiente:
Le informo por medio de la presente que las municiones
enviadas por el estado mayor a los dirigentes de los consejos militares
revolucionarios de la región este deben ser distribuidas, conforme a lo
convenido, entregando 2 tercios a los jefes de guerra del Frente
al-Nusra, y que el tercio restante se repartirá entre los militares y
los elementos revolucionarios para la lucha contra las bandas del EIIL.
Le agradeceremos que nos envíe los comprobantes de la entrega del
conjunto de municiones, precisando las cantidades y características,
debidamente firmados personalmente por los dirigentes y jefes de guerra,
para que podamos transmitirlos a los socios turcos y franceses.
En otras palabras, dos potencias miembros de la OTAN (Turquía y
Francia) enviaron volúmenes de municiones y especificaban que dos
tercios eran para el Frente al-Nusra (clasificado como miembro de
al-Qaeda por el Consejo de Seguridad de la ONU) y que el otro tercio era
para que el Ejército Sirio Libre luchara contra el Emirato Islámico…
cuyo jefe era miembro del estado mayor del propio Ejército Sirio Libre.
La realidad es otra: el Ejército Sirio Libre desapareció del terreno y
en realidad dos tercios de las municiones estaban destinadas a al-Qaeda
mientras que el otro tercio era para el Emirato Islámico.
Gracias a ese dispositivo, que podríamos llamar de “casaca
reversible”, la OTAN podrá seguir lanzando contra Siria sus hordas de
yihadistas mientras sigue afirmando que lucha contra ellos.
Pero cuando la OTAN haya extendido el caos a todo el mundo árabe,
incluso en el territorio de su aliado saudita, enfilará el Emirato
Islámico contra las dos grandes potencias en desarrollo, que son Rusia y
China. Es por eso que esas dos potencias deberían intervenir desde
ahora y acabar con el embrión de ejército privado que la OTAN está
reuniendo y entrenando en el mundo árabe. De no hacerlo ahora, Moscú y
Pekín pronto tendrán que enfrentarse a ese ejército de todas maneras…
pero será en suelo ruso y chino.
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