Probablemente hayas notado que el hambre no es un requisito previo para los antojos de dulces. Nuestra sensación de hambre y saciedad está regulada en gran medida por hormonas que pueden ser desencadenadas por el contenido de nuestro estómago e intestino delgado.
Un antojo de comida, por otro lado, puede ocurrir incluso cuando nos sentimos perfectamente saciados. Para ayudar a controlar los antojos de azúcar después de una comida, pruebe esto:
– Incorpora una variedad de sabores, texturas y olores a tu plato principal.
– Crea nuevos hábitos después de la hora de comer.
Una teoría de por qué anhelamos los dulces, incluso cuando estamos llenos, se llama saciedad sensorial específica. Es posible que estemos demasiado llenos para comer otro bocado después de atiborrarnos el Día de Acción de Gracias con alimentos salados como pavo, puré de papas y salsa.
Pero si se ofrece un alimento diferente (por ejemplo, pastel de calabaza o un postre de chocolate), la gente tiende a comer más. Los investigadores creen que esto puede estar relacionado con nuestra necesidad nutricional de una dieta equilibrada, pero también ayuda a explicar por qué a menudo tenemos espacio para el postre. Al mejorar su plato principal con más variedad, es posible que no sienta que falta algo al final de la comida.
Otra pieza del rompecabezas tiene que ver con las conductas aprendidas. Gran parte de la literatura sobre los antojos de comida respalda la idea de que son una respuesta condicionada.
¿Recuerdas el perro de Pavlov? Las personas pueden acostumbrarse a comer un alimento específico en un contexto determinado. Tal vez tomar un helado sea tu forma de relajarte después de cenar, o tal vez repongas energías con un café con leche y un trozo de pastel por las tardes. Ese patrón puede liberar la hormona de la recompensa, la dopamina, que nos hace sentir bien y refuerza el hábito.
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