Los seguidores de esta moda creen que, al quemarse profundamente, su piel se adaptará y se protegerá mejor en el futuro, mejorando además la síntesis de vitamina D y la apariencia de la piel.
Pero los expertos desestiman que esta práctica resulte en mayor protección y afirman que puede derivar en múltiples enfermedades, como el cáncer de piel.
«El moreno que adquirimos cuando nos da el sol no es más que un mecanismo de defensa de nuestra piel ante una agresión que, en este caso, es la radiación solar», expone la facialista y cosmetóloga Esther Moreno.
De hecho, el tono bronceado aparece porque nuestro cuerpo produce más melanina para protegerse, agregó la especialista.
Por su parte, la doctora Elia Roo, dermatóloga miembro del GEDET y directora médica de Clider, aclara que nos es que hagamos callo, si no que nacemos con un fototipo y color de piel, más claro u oscuro, que responde a una selección natural.
«Por eso las personas de tez más oscura viven en África o Sudamérica, cercanas a donde el sol incide con más fuerza, y la gente clara y rubia en los países nórdicos», explicó Roo.
Los expertos advierten que incluso en las personas morenas, algunas de las radiaciones consiguen atravesar esa piel en profundidad, produciendo múltiples daños y, con mucha frecuencia, manchas y fotoenvejecimiento, según reseña El Mundo de España.
De hecho, como detalla la doctora Alba Crespo, ‘medical advisor’ de Pierre Fabre, «el famoso melasma es aún más frecuente en personas de fototipos altos (morenas) y se debe a la radiación ultravioleta A y a la luz azul».
Asimismo, descartó que el recibir mucho sol en la infancia, te haga tolerante a ese tipo de quemaduras.
«Los dermatólogos sabemos que el antecedente de haber sufrido quemaduras solares de niños es uno de los factores de riesgo principales para el desarrollo de cáncer de piel como el melanoma», advirtió la especialista.
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