La presidenta Dilma Rousseff dejará este jueves el gobierno de Brasil, al final de una sesión histórica en el Senado en la que una mayoría votará a favor de iniciarle un juicio de destitución.
La salida de Rousseff marca el fin a los más de 13 años del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) en el poder del gigante sudamericano.
Pasadas las 05H30 hora locales, 50 senadores (de un pleno de 81) anunciaron que se pronunciarán a favor de juzgar a la mandataria y apartarla del poder durante 180 días, por maquillar el presupuesto para que el rendimiento económico pareciera mejor de lo que era, de cara a su reelección en 2014.
Una vez suspendida, Rousseff, la exguerrillera izquierdista de 68 años que en 2011 asumió como la primera presidenta de Brasil, será reemplazada por su vicepresidente Michel Temer, de 75 años.
La presidenta se va del cargo con un 10% de popularidad, en medio de una grave recesión económica y un escándalo de corrupción que ha manchado a buena parte de la élite del poder en Brasilia. Y se quedará sin inaugurar los Juegos Olímpicos que se celebran en agosto en Rio de Janeiro.
La votación en el Congreso se hará cuando finalice la sesión maratónica que se inició a las 10H00 locales del miércoles, interrumpida apenas por breves intervalos.
"Es desproporcionado, es como si quisiéramos penalizar con pena de muerte una infracción de tránsito", dijo Gleisi Hoffmann, exjefa de gabinete de Rousseff y miembro del PT.
"El impeachment es un remedio amargo, pero necesario" frente a la baja popularidad de Rousseff (10%), el aumento del desempleo y la caída de la producción, dijo durante la sesión el senador opositor José Serra (PSDB), posible canciller del nuevo gobierno de Temer.
"El impeachment no es una medida de excepción, es una solución constitucional", precisó.
Como si de un gran partido de fútbol se tratara, los brasileños siguieron la maratónica sesión desde sus hogares o en los bares, pero pocas personas salieron a las calles, contrariamente a las multitudinarias protestas del último año.
"Quiero manifestar que no apoyaré al nuevo gobierno y que seguiré en la calle denunciando este golpe", dijo Graziano Cassanega, un vendedor de 35 años, vestido con la camiseta roja que distingue a los simpatizantes del PT, en la emblemática Avenida Paulista de Sao Paulo.
Día de gloria para Temer
Así llegó el día de gloria para Temer, del partido de centroderecha PMDB, quien fue hasta hace poco el número dos y escudero de Rousseff. Durante un tiempo su aliado, y ahora uno de sus principales enemigos.
Tanto esperaba este momento que hace unos días divulgó accidentalmente un audio con el discurso que dirigiría a la nación en caso de que la mandataria fuera destituida.
Los mercados apuestan que Temer puede cambiar el rumbo de la economía del país. Pero el vicepresidente brasileño tiene una popularidad bajísima y enfrenta enormes desafíos, casi los mismos que hundieron a Rousseff.
La destitución definitiva de la presidenta requiere de dos tercios de los votos del Senado (54 de un total de 81 miembros). Si no se llegara a aprobar, Rousseff retomaría sus funciones, pero esto parece poco probable.
La mandataria dará un mensaje a la nación este jueves a las 10H00 locales (13H00 GMT), según informó su equipo a la AFP.
La suspensión de la presidenta ocurre a menos de tres meses de los Juegos Olímpicos en Rio de Janeiro, y en medio de una epidemia de zika, un virus transmitido por mosquitos que provoca microcefalia en bebés.
De Planalto a la Alvorada
A partir de este jueves, Rousseff dejará el Palacio del Planalto (sede del gobierno) y se dirigirá al Palacio de Alvorada, la residencia oficial, desde donde preparará su defensa.
Increíble destino para esta mujer reelegida en octubre de 2014 por cuatro años, que llegó a tener 77% de popularidad al comienzo de su primer mandato, impulsada por programas sociales que sacaron a millones de personas de la pobreza.
Gran parte de su desgaste se debe también al megafraude descubierto hace dos años en la estatal Petrobras, que tiene en la mira a decenas de políticos de su PT y a aliados, así como a poderosos empresarios.
La mandataria no es blanco de ninguna investigación o acusación por corrupción. Pero tanto socios como rivales, muchos de ellos legisladores en funciones que votaron su juicio, son indagados o acusados en este inmenso escándalo que robó a Petrobras más de 2.000 millones de dólares.
Rousseff acusa a Temer de orquestar un "golpe moderno" en su contra y aduce que gobernantes de la oposición que la precedieron practicaban las mismas maniobras fiscales de las que se le acusa.
La exguerrillera, torturada y encarcelada durante la dictadura militar (1964-1985), ha prometido una y otra vez que luchará hasta el final.
Pero la presidenta está políticamente cada vez más aislada. De momento la gran pregunta es si saldrá discretamente del Planalto o si lo hará acompañada de sus seguidores, con la mirada desafiante que siempre la ha caracterizado.
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