jueves, 15 de diciembre de 2016

Cicpc halla enterrado en fosa común a ingeniero de PDVSA desaparecido desde hace dos meses en el Zulia



El ciudadano Eudo Bastidas Arellano, superintendente en el área de La Salina de Pdvsa en Cabimas, fue encontrado sin vida la madrugada del miércoles 14 de diciembre, más de dos meses después de que se reportara su desaparición en el estado Zulia.

Su cadáver presentaba un disparo en la cabeza y estaba enterrado a un metro de profundidad en una zona boscosa del sector Puerto Escondido del municipio Santa Rita.

El ingeniero eléctrico de 48 años, natural de Acarigua, estado Portuguesa, fue un destacado empleado de la estatal petrolera. Fue visto por última vez el pasado viernes 30 de septiembre.

Según las investigaciones de funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) en la región y de la División Contra Bandas Organizadas, el autor del homicidio es un hombre con quien Eudo mantenía una relación.

Raúl Alberto Fernández Rosales, un joven de 18 años residente de Cabimas, fue localizado a través de rastreos telefónicos, las últimas llamadas que fueron registradas en el teléfono celular de Bastidas Arellano, salieron del móvil de Raúl.

Tras ser detenido, el sospechoso confesó que Eudo y él mantenían una relación íntima y que para finales de septiembre el ingeniero le manifestó que no quería seguir viéndolo. Fernández no lo aceptó e insistía en que continuaran compartiendo.

Ese viernes 30 de septiembre el joven citó al ingeniero para conversar de la relación, cuando realmente había orquestado un plan para sacarlo de Cabimas junto a tres de sus cómplices, Marcelo Vásquez (21), Rubén Darío Portillo Bozo (39) y otro apodado “El róbalo”.

Bastidas condujo su camioneta Hyundai Tucson en horas de la noche hasta donde lo había citado su amigo, al llegar conversaron brevemente y los cuatro partieron hacia el municipio Santa Rita.

Bajo engaño lo condujeron hasta el sector de Puerto Escondido, Bastidas se sorprendió y le preguntó a Raúl Alberto qué hacían en ese lugar boscoso.

Los cuatro ocupantes de la camioneta bajaron y por media hora permanecieron allí, según la versión del detenido. Narró que le había recriminado a Eudo la decisión que tomó para apartarse de él, y finalmente sacó un revólver y le disparó en la cabeza.

Para desaparecer cualquier evidencia, junto a sus tres amigos, hoy buscados en todo el país, enterraron el cuerpo y luego partieron en su vehículo pero lo dejaron abandonado en esa misma zona, cerca de la iglesia San Benito.

Al día siguiente retornaron a Puerto Escondido para quemar la camioneta Tucson y eliminar cualquier evidencia.

Luego de que los funcionarios del Cicpc obtuvieron la confesión del homicida, se trasladaron a la escena del crimen y encontraron el cuerpo putrefacto y la camioneta quemada.

Continúan las búsquedas para capturar al resto de los sujetos que participaron en este lamentable asesinato que conmociona a todos los habitantes de la región.

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