lunes, 27 de marzo de 2017

Porqué no quiero lanzar el bouquet en mi boda



Creo que mis mayores discusiones en casa siempre fueron porque no me dejaban hacer las mismas cosas que a mi hermano: “es que tú eres niña” esa frase lapidaria me hacía salirme de mis casillas cuando la usaban para no dejarme hacer algo, pero a la vez me siento afortunada porque aún viniendo de una familia conservadora, religiosa y venezolana, siempre fui alentada por mis padres a cultivar mi inteligencia, talentos y sueños. Tuve la suerte de no ser como otras niñas de mi edad que eran alentadas a conseguir su principe azul para que le resolviera todos su problemas. 

Y aunque esta historia de príncipes y princesas pueda resultar antigua e incluso inocentona si sigue arraigada en nuestras conciencias puede traducirse en la forma en la que entendemos el amor y el compromiso.

Ahora me siento empoderada, creo en el feminismo bien llevado, en las relaciones sanas y quiero formar una familia donde los roles de género no existan,. Además mi familia también evolucionó y ya no existen esas ideas tan rígidas sobre lo que supone que debe hacer o no una mujer.

Hace un par de meses mi novio y yo decidimos casarnos y comenzamos con los preparativos de la boda... Y ¿qué ocurre cuando una es una mujer heterosexual, que se declara feminista, se quiere casar?

No quiero juzgar la boda de nadie porque sé todo el trabajo, la energía y el dinero que conllevan. Solo quiero cambiar ciertos símbolos tradicionales que considero machistas y obsoletos.

Veamos algunos hechos:
  • Es la primera vez en la historia en la que los humanos nos casamos por amor. En la línea de tiempo las bodas se daban por supervivencia de la especie, por intereses de mantener tierras, reinados y linaje. En pocas palabras las bodas eran por dinero o por poder.
  • El novio debía pedir la mano de su prometida a sus futuros suegros. La mujer no era considerada un adulto capaz de tomar sus propias decisiones
  • El anillo de compromiso que se entregaba a la mujer representaba el poder adquisitivo del hombre para poder mantenerla el resto de sus días.
  • La familia de la mujer corría con todos los gastos de la boda e incluso ofrecía una dote como agradecimiento por tomar su mano.
  • La mujer era acompañada por el padre hasta el altar y era entregada al hombre. Este acto, en principio indefenso, tiene unas connotaciones que no lo son tanto. Es el progenitor quien la entrega a ella: es decir, la mujer adulta, se aleja del cuidado de su padre para caer en brazos de su marido. En ningún momento llega a ser una persona libre y segura de sí misma, y siempre está a expensas de un varón.
  • En muchas culturas el rostro de la novia no era develado sino hasta finalizada al ceremonia representando la pureza y evitando que el nuevo esposo se arrepintiera al ver el rostro de ella.
  • La novia entraba por el lado izquierdo de la iglesia donde estaba toda su familia y al salir ya casada, lo hacía del lado derecho porque ya pertenecía a la familia de su marido.
  • La mujer pierde su apellido: De ahora en adelante sería De Elapellidodelesposo.


La verdad no es tan fácil actualizar una boda a estándares más modernos especialmente porque hay muchas fuentes que refuerzan los viejos modelos. Incluso mis amigas más modernas sentencian el hecho de que no quiera usar velo o no exija ciertas cosas a mi novio solo porque “es lo correcto”.

La buena noticia es que en realidad es posible ser feminista y querer maquillarse cada día o llevar tacones imposibles, asimismo, es igual de lícito casarse de blanco que hacerlo con un mini vestido rojo.

Tomando en cuenta los hechos, el libre albedrío y las razones por las que hacemos esto, los guiños feministas que tendrá nuestra boda serán:

  1. No pedimos la mano a nuestros respectivos padres. Al comprometernos, lo compartimos de forma natural. Dimos la noticia felizmente.
  2. Los preparativos de la boda son una alegría tanto para ambos. Tanto mi novio como yo estamos participando y tenemos las mismas responsabilidades.
  3. Nuestros invitados ese día no estarán sentados de ningún lado en particular. Cada quien podrá sentarse donde lo desee.
  4. Sobre la entrada a la boda: En un primer momento pensé que como éramos hijos de matrimonios estables y amorosos, podrían entrar primero los padres de mi novio, luego mis padres y finalmente nosotros con nuestros hermanos, representado de dónde venimos y el orden familiar; pero luego pensé en que podia herir los sentimientos de mi padre porque se sentiría excluido así que creo que entraré acompañada de papá y de mamá.
  5. No lanzaré el ramo de flores a las solteras: En primer lugar no quiero señalarlas ni apuntar la atención de todos a las mujeres que no tiene pareja y en segundo no considero que el casarse sea un premio que tienen que “ganarse”. Como si el ser soltera fuera una condición indeseable. No quiero que nadie sienta que está siendo censurado por no estar casado o presionado a hacerlo si lo “agarra” alguna chica y su novio está presente. Ya es suficiente con la tia que siempre está preguntando para cuándo será la boda. No todo el mundo quiere casarse y eso esta perfectamente bien también.
  6. Yo podría cambiar mi apellido o no. Solo me parecería más justo si mi novio también tuviera la opción de elegir cambiarse su apellido y tomar el mío. Tampoco seré “la mujer de Juan” lo amo y seremos esposos pero aquí nadie será de nadie.
  7. Cambiaremos el “puede besar a la novia” por un “ahora pueden sellar su matrimonio con un beso” o algo así porque el besarse debe ser algo mutuo y consensuado.
  8. Mantendré mi independencia financiera y metas profesionales después del matrimonio, sabiendo que si quiero que nuestro equipo sea sano ambos debemos sostener nuestra autonomía, independencia y poder personal.
Creo que sí se puede tener un casamiento feminista, Solo hay que buscar el equilibrio y recordar que la razón de realizar esta boda es porque que quiero, compartir con mis seres queridos un día en el que sean testigos de 2 adultos que toman la decision de vivir el resto de su vida juntos. Un día para celebrar el amor. Una excusa más para amar y ser amados.

“Siempre tuyo, siempre mío, siempre nuestros”

¿Qué otra tradición consideras que podríamos adaptar?



Besos, MJ

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