viernes, 25 de septiembre de 2020

Descubren en España un gran yacimiento de huevos de dinosaurio (+Fotos)

 

Loarre es escenario del último gran descubrimiento paleontológico español. Más de una veintena de huevos de dinosaurio han aparecido en plena sierra y podrían ser muchos más. Datan de hace 68 millones de años y su simple presencia sirve para esclarecer algunos de los misterios que dejó el Cretácico en España.

José Manuel Gasca trotaba un día de finales de 2019 por la Sierra de Loarre, en la provincia de Huesca. El joven es aficionado al trail running y suele entrenarse con el Club Alpino Universitario. Aquella jornada, Gasca se sintió con fuerzas y adelantó a todos sus compañeros. Sin embargo, se detuvo. No lo hizo para descansar, mientras esperaba a su equipo. Hubo algo que le llamó la atención.

Se trataba de unas rocas. Y es que Gasca, además de corredor, es paleontólogo, miembro del Área de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad de Zaragoza. Unas piedras que parecían de río y que bajo su opinión tenían buen aspecto para contener fósiles de vertebrados. Al acercarse la sorpresa fue mayor. No solo eran rocas. Eran cáscaras de huevo de dinosaurio.

Inmediatamente, el científico envió un mensaje a su colega el doctor Miguel Moreno-Azanza. Oscense de nacimiento, este paleontólogo reside en Portugal, donde forma parte del equipo de investigadores de la Universidad Nova de Lisboa. Nada más recibir la noticia no dudó en ir a la Sierra de Loarre. «Me dijo que volviera a España cuando pudiera. A los 15 días cogí el primer vuelo que pude y fui a evaluar el yacimiento».

«Al examinarlo vi que su potencial era increíble. Sin duda, había que excavarlo», afirma Moreno-Azanza a Sputnik Mundo.

Pasado un tiempo, se montó el campamento. Un equipo internacional, formado por paleontólogos del Grupo Aragosaurios-IUCA de la Universidad de Zaragoza y de la Universidad Nova de Lisboa, acudió a la zona para dar comienzo a los trabajos de extracción. Dirigidos por Gasca y Moreno-Azanza, en un primer momento, el grupo localizó una gran cantidad de restos de cáscaras. Luego, comenzaron a aparecer huevos completos de dinosaurio.

Según el científico de la universidad portuguesa, se trata de más de una veintena de huevos esféricos de 20 centímetros de diámetro, en «muy buen estado de conservación». Estos pertenecerían al saurópodo titanosaurio, una especie de herbívoro cuadrúpedo de cuello y cola largos, que podían alcanzar los 20 metros de longitud. Estos estarían agrupados en cuatro nidos distintos y bien definidos, lo que significa que el contingente científico se encontraría sobre una extensa área de nidificación de dinosaurios de hace 68 millones de años.

Motivo por el que no se detiene la actividad. Los científicos continúan picando la resistente roca calcárea que rodea los huevos. Lo hacen en grupos de ocho y así poder descansar de las incómodas posturas que adoptan en el yacimiento. A esto, hay que sumar el uso de sierras radiales y martillos neumáticos por la dureza de la piedra. Sin olvidar, la omnipresencia de la mascarilla, el gel hidroalcohólico y las pantallas. El coronavirus aparece hasta en las excavaciones, ya que los expertos realizan a la vez un trabajo de recogida de datos para poder seguir desde su domicilio, en caso de ser confinados. «Sin duda, esta no es una excavación de pincel como las de las películas», ríe el investigador.

Una vez extraídos los huevos serán llevados al laboratorio para el análisis y posterior preparado de los restos, con vistas a una futura exposición. Con un poco de suerte, esperan encontrar algún embrión de dinosaurio que no llegara a nacer. «Esto sí que sería un hallazgo único. En Europa nunca se han encontrado. Los únicos existentes se encuentran en América del Sur», explica Moreno-Azanza.

Un yacimiento importante

Independientemente de la presencia o no de embriones, el descubrimiento se considera de altura. El líder del equipo de investigación de vertebrados de la Universidad Nova de Lisboa, Octávio Mateus, destaca la importancia de este descubrimiento y llega a compararlo con los huevos de dinosaurio hallados en Portugal, que tienen el doble de edad. Moreno-Azanza remarca que, aunque su tamaño no es excepcional, ayudará a resolver varios interrogantes sobre la presencia de estas criaturas en la región.

«No es el más grande del mundo, ya que hay yacimientos similares de gran extensión en Lleida. Pero lo que no sabíamos es que podía haber rocas con dinosaurios. Teníamos la idea, es más, se había encontrado algún hueso, pero esto ya nos certifica que había dinosaurios en las sierras exteriores de Huesca», confirma el científico.

Este yacimiento puedes ser clave a la hora de desentrañar el proceso nidificación de los últimos dinosaurios que poblaron Europa. Además, puede ser una pista clave para el hallazgo de más restos. «Ahora hay que iniciar una prospección e investigación de toda la zona, porque nada nos dice que no podamos encontrar huellas o esqueletos. No tiene que ser en la misma zona, que ojalá, pero puede ser cerca. Al final este tipo de rocas atraviesan toda la provincia de Huesca de oeste a este. Aunque para esto hacen falta años de investigación y financiación».

Una noticia bien recibida por el pueblo de Loarre. Su alcalde, Roberto Orós, ha puesto a disposición de los científicos toda la ayuda logística. Según Moreno-Azanza, el regidor está entusiasmado con el proyecto en la localidad, que ya es escenario de un yacimiento de huellas de rinoceronte.  «Loarre es ideal para encontrar este yacimiento, porque saben lo que es vivir del turismo. El Ayuntamiento nos dio el doble de lo que necesitamos. Nos acogieron en el albergue y están todos interesados. Es un lugar en el que no ha habido que hacer ningún tipo de trabajo didáctico para mostrar la importancia del descubrimiento», indica el paleontólogo.

Loarre es famosa por su castillo medieval. A su sombra crece el pueblo, que en 2020 celebra el milenio cumplido por esta fortaleza. Desde ahora, ya no es el bien patrimonial más antiguo de la localidad oscense. Tampoco lo son sus huellas de rinoceronte. El título se lo llevan estos huevos, provenientes de una época en la que un río cruzaba la zona hacia un joven y cercano mar Cantábrico. El calor tropical era el día a día y, por supuesto, no había montañas. La sierra por la que corría el descubridor del yacimiento aparecería varios millones de años después.







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