jueves, 16 de mayo de 2024

Presta atención: Lo que tu ombligo puede decir sobre tu estado de salud

 

No importa cuanto lo mires, tu ombligo puede tener mucho que decirte sobre tu estado de salud.

Para algunos, esta parte del cuerpo es motivo de pesadillas: la omfalofobia, el miedo al ombligo, es una condición real. Para otros es un “accesorio” más de moda, que se puede lucir con un top corto o adornado con un piercing.

Cualesquiera que sean tus sentimientos sobre el ombligo, una cosa es segura: alguna vez te unió a tu madre. El cordón umbilical se corta al nacer para dejar sólo un pequeño muñón que se marchita progresivamente y se cae una semana o dos después.

Lo que queda, en la mayoría de los casos, es una pequeña depresión arrugada. Eso es si tienes el ombligo hacia dentro, como la mayoría de nosotros ( aparentemente el 90 % ) lo tenemos. A partir de este punto, el ombligo parece ser un poco innecesario, como poca utilidad, aparte de la de acumular polvo y pelusa.

Pero esa no es toda la historia: tu ombligo tiene más profundidad que unos pocos milímetros.

El ombligo es un punto de acceso para los vasos sanguíneos que transportan sangre hacia y desde el feto. Estas provienen de la placenta y discurren a través del cordón umbilical recubiertos por la llamada gelatina de Wharton, un tejido conectivo gelatinoso contenido a su vez por el cordón, que las aísla y protege.

Normalmente hay tres vasos sanguíneos dentro del cordón. La que transporta oxígeno y nutrientes al feto es la vena umbilical. Pasa a través del ombligo y alimenta la circulación fetal en desarrollo. También hay dos arterias umbilicales, aunque estas transportan sangre desoxigenada y productos de desecho que fluyen en la dirección contraria, de regreso a la placenta.



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