sábado, 7 de abril de 2012

Carta a Hugo Chávez

Hace unos años atrás en un profundo sueño escuché la frase de Neruda: Yo conocí a Bolívar una mañana larga en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento. Padre, le dije, ¿eres o no eres o quién eres? Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo: Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”. Era el Comandante Hugo Chávez quién me hablaba, todavía la recuerdo y mi piel se eriza hasta estremecer los sentimientos más profundos de mi alma.
 
A pocos días de cumplirse 10 años del Golpe de Estado te escribo estás líneas; Comandante, Quijote Revolucionario, ejemplo de moral y dignidad para este pueblo al que tanto le has dado.
Un gigante, a pesar de las adversidades que hoy el destino te coloca en el camino. Un hombre lleno de amor por este pueblo y mucho más allá de nuestras fronteras. Por él soy quien soy, por él soy capaz hasta de sentir cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo.
Me enseñaste que la moral revolucionaria, entonces, no es sólo negación, contradicción, sino medio para reunir e impulsar a las fuerzas de las clases oprimidas. La que surge de las condiciones económico sociales, y del desarrollo cultural, al igual que el instinto social, el ideal moral no es un fin, sino una fuerza, o bien un arma en la lucha social por la existencia; el ideal moral es un arma particular en la particular situación de la lucha de clases, en la lucha por la liberación nacional.
Me enseñaste sencillamente a amar y que a pesar de mil coyunturas hay que luchar hasta con la vida por alcanzar el sueño de una patria libre. Contigo estoy y estaré eternamente agradecido, por el simple hecho de ser mi maestro, mi guía y mi mayor ejemplo Comandante.
También me enseñaste que en el período de construcción del socialismo, como señalaba el Che: “podemos ver el hombre nuevo que va naciendo. Su imagen no está todavía acabada; no podría estarlo nunca ya que el proceso marcha paralelo al desarrollo de formas económicas nuevas”. El camino es largo y lleno de dificultades. A veces, por extraviar la ruta hay que retroceder; otras, por caminar demasiado aprisa pero vamos adelante con tu ejemplo por delante.
Tú, Comandante me has conducido por el camino del desinterés, de la lealtad, de la honestidad, del bien, y del amor revolucionario que es el escaño más alto de cualquier ser humano en este mundo.
Del jefe pueden decir lo que quieran, pueden inventar una y mil cosas, pueden calumniarlo, pero nunca podrán acabar con la semilla que florece en la conciencia de este pueblo que lo conoce muy bien. Se viene a mi mente aquella frase del Comandante Fidel cuando dijo: “La historia me absolverá” ante el juicio en su contra comenzado el 16 de Octubre de 1953 por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo respectivamente.
Desde niño siempre he llevado esa semilla revolucionaria que tu hoy has hecho crecer en mi, recuerdo a mi madre leyéndome a Lenin, Trosky, Marx. Luego aquella tarde del 4F92 en una pelea llena de amor. Hoy me atrevo a llamarte padre, sí, así mi padre que eres y buen soldado, yo también soy un soldado de la patria, somos soldados de justicia y amor.
Tengo la fe y la convicción que vivirás muchos años, quizás unos cien más. Estoy orgulloso de ti mi Comandante y tu voz se seguirá levantando en cualquier rincón de este mundo porque ya eres un gigante.
¡Vivirás y Vencerás!
Lenin Dávila Guerrero







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