El rugido de un avión F-16 retumbó el 27 de noviembre de 1992 en el
cielo caraqueño para demostrarle al pueblo y al régimen puntofijista de
Carlos Andrés Pérez que el sueño de una patria digna y de justicia
social que impulsó la rebelión militar del 4 de febrero, liderada por
Hugo Chávez, no era utopía, sino la aspiración de todo un pueblo y la
juventud militar.
El combate aéreo que se suscitó en el cielo caraqueño fue la máxima
expresión de una gesta que comenzó tres años atrás, cuando el Caracazo,
momento en el que el pueblo fue masacrado por demostrar su desacuerdo
con el paquetazo neoliberal impuesto por el incipiente gobierno de
Pérez; rebelión que dos años después llevó a un grupo de comandantes,
capitanes y tenientes a un alzamiento el 4 de febrero de 1992.
“Siempre he denominado al 27-N como la prolongación del 4-F. Quizá no
tan sorpresivo; fue mucho más previsto, contundente y violento”,
comentó en entrevista exclusiva para el Correo del Orinoco, Eliécer
Otaiza, entonces capitán del ejército y testigo de estas acciones.
El plan
La movilización de tropas comenzó el jueves 26 a las 11 de la noche,
con el objetivo de tomar puntos estratégicos en la capital, como el
Palacio de Miraflores, para capturar al entonces presidente y establecer
un gobierno a través de una junta cívico-militar.
En esta jornada participaron, los contralmirantes de la Armada,
Hernán Gruber Odremán y Luis Cabrera Aguirre; y el general de la
aviación Francisco Visconti Osorio, junto a factores civiles de Bandera
Roja y Tercer Camino; también el teniente Jesse Chacón Escamillo, quien
tuvo la tarea de tomar las estaciones repetidoras de los canales
privados Venevisión y Radio Caracas Televisión, en Los Mecedores; además
de la sede de Venezolana de Televisión.
El actual gobernador de Portuguesa, Wilmar Castro Soteldo, en
entrevista ofrecida al mismo diario, precisó que el plan de maniobras se
definió el jueves 26, en la Comandancia de la Aviación, el cual
consistía en la captura de un grupo de generales y el asalto a
Miraflores con la infantería de Marina, que llegaría a Caracas por el
aeródromo Francisco de Miranda (La Carlota).
En la operación, comandada por Gruber Odremán desde el Museo
Historico Militar en La Planicie, Castro Soteldo tomaría la base aérea
de La Carlota, donde un avión Hércules aterrizaría con la tropa que
luego llegaría al Palacio del Miraflores, para capturar a Pérez.
Sin embargo, el plan había sido delatado y las tropas de infantería
quedaron retenidas en la base aérea. "Decidimos seguir adelante con los
compañeros que estaban en el seno de la base aérea de La Carlota, y con
la tropa que teníamos en Maracay”, narra Castro Soteldo.
"Vivan los héroes del 4 de febrero"
A tempranas horas de la mañana del viernes 27 los venezolanos vieron
en la pantalla de Venezolana de Televisión al grupo de civiles rebeldes
que en repetidas ocasiones anunciaban al país el rescate de la dignidad
nacional, pedían el repliegue de las fuerzas leales "al gobierno
corrupto e inepto de Pérez" y cerraron su discurso con la frase "vivan
los héroes del 4 de febrero, viva el pueblo venezolano".
Entre las transmisiones de aquel día también se difundió un video de
Chávez desde la cárcel de Yare, quien en nombre del Movimiento
Bolivariano Revolucionario 200, pedía a las Fuerzas Armadas que se
sumaran a las fuerzas rebeldes.
"Los equivocados defensores del gobierno derribado deben deponer de
inmediato sus armas y actitudes para sumarse a las mayorías bolivarianas
que han tomado el control del destino nacional", expresó en el mensaje
el líder bolivariano.
Mientras, Pérez anunciaba al país, a través de la señal de Televen
(canal 10), que dicho evento era un "coletazo" del 4 de febrero de
1992.
Durante la mañana de ese viernes, la lucha tuvo como epicentro el
Distrito Capital extendiéndose también a los estados Miranda, Aragua y
Carabobo, con la toma de las principales bases aéreas y guarniciones
militares.
Un rugido sobre Caracas
Cuatro aviones Bronco, tres aviones caza Mirages, dos T2D y varios
Tucán T-27 despegaron desde Maracay hacia distintos destinos del país en
la búsqueda de objetivos estratégicos; en Caracas, la base aérea
Francisco de Miranda de La Carlota, Miraflores y El Helicoide; en
Barquisimeto la base aérea Vicente Landaeta Gil; y en Aragua, la Base
Aérea Libertador.
Castro Soteldo relata que los oficiales que estaban en La Carlota
pudieron ser apresados, así como grupos comando y el comandante de la
Aviación, luego funcionarios de la policía política (Disip) y el
Ejército, se habían movilizado desde temprano en los alrededores de la
base aérea.
“Resistimos toda la mañana y parte de la tarde, con el apoyo aéreo de
los aviones Bronco" recuerda, "hubo varias escenas de combate aéreo en
la zona norte de La Carlota".
El enfrentamiento fue entre aviones Bronco y caza F-16, con mayor
capacidad de fuego. "Fue una muestra de mucha gallardía", explica y
destaca que con la acción de los pilotos rebeldes se logró detener a la
brigada de tanques que llegaba a tomar La Carlota. “Eso nos permitió
resistir mucho más”.
Entre las anécdotas más recordadas del combate aéreo está la del
avión F-16, pilotado por Luis Reyes Reyes, que por un momento simbolizó
la voz de la insurgencia cuando en un paso rasante sobre la capital
rompió la barrera del sonido. Otra, la del teniente Luis Magallanes
cuando su avión, un bimotor Bronco OV-10, fue alcanzado por una batería
antiaérea, ubicada en Fuerte Tiuna y derribado en la pista de La
Carlota, para ser rescatado por otro de los insurgentes, el teniente
Nicolás Seijas.
Luego del extenso combate contra baterías antiaéreas y aviones F-16,
la Fuerza Aérea derribó dos aviones Bronco al tiempo que un grupo de
francotiradores de la Disip asediaban a los rebeldes guarnecidos en La
Carlota.
A mediados de la tarde, las fuerzas rebeldes se rindieron; un grupo
de oficiales se fue al exilio en Perú y otro se quedó en el país, que
juntos sumaron las 196 personas, entre civiles y militares, procesadas
por un tribunal militar.
El día después
La esencia de estos hechos evidenció la crisis de dos instituciones
que habían sido modelos de estabilidad, los partidos tradicionales
Acción Democrática (AD) y Comité de Acción Política Electoral
Independiente (Copei), y la Fuerza Armada Nacional, que ya había
derrotado insurrecciones como la del Porteñazo y Carupanazo.
En declaraciones transmitidas por Televen, el presidente Pérez señaló
que el movimiento del 27N respondía a "posiciones civiles de los
extremistas, de los que nos hicieron la guerra en 1960, de los que
todavía están pensando que existe la Unión Soviética y que es posible
todavía en Venezuela movimientos subversivos".
El entonces Gobernador del Distrito Federal, Antonio Ledezma, afirmó
en declaraciones al mismo canal que efectivos de la Policía
Metropolitana, la Guardia Nacional y contingentes del Ejército ya
estaban en las calles "para repeler cualquier intentona de estos
grupúsculos", a los que calificó como "factores que ni siquiera tienen
capacidad intelectual".
Aunque ambas insurrecciones, la del 4F y 27N, fueron neutralizadas,
es indudable su influencia en la historia del país al marcar de manera
definitoria el inicio de una transformación de la cultura política del
venezolano, al romper con el bipartidismo y rescatar el sentir por la
patria se abrió un camino para lo que hoy, 20 años después, ya es
vanguardia en inclusión social y ejemplo de autodeterminación.
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