Apryl Michelle Brown de 46 años, compraba
en el mercado negro lo que pensaba que era silicona cuando, eran
realidad, era sellador de baño.
Apryl Michelle Brown de 46 años, no sabía que pagaría el precio de su vanidad muy caro. Quería aumentar el tamaño de sus nalgas y terminó perdiendo sus piernas, brazos y además, sus "pompis".
La mujer estadounidense fue entrevistada por el diario The Sun y contó que compraba en el mercado negro lo que pensaba que era silicona cuando, eran realidad, era sellador de baño.
La madre de dos chicos, declaró que su vanidad la llevó a hacer lo que hizo y les aconsejó a otros que tengan cuidado con los tratamientos ilegales. “Pagué un terrible precio por mi vanidad y lo pagaré el resto de mi vida”, dijo.
Según le declaró Brown no se percató de los peligros que corría y pensó que simplemente era una inyección que, lo único que haría, es mejorarle la cola. “La realidad es que esa silicona no podía usarse en humanos. Era sellador de baño”, explicó.
Por este motivo su cuerpo tuvo una reacción alérgica masiva que la llevó a estar muy cerca de la muerte. “Estaba sufriendo tanto que, para ese punto, morir habría sido una salvación. La única forma que tuvieron los doctores de salvar mi vida fue amputándome las dos nalgas, piernas y brazos”.
La mujer estadounidense fue entrevistada por el diario The Sun y contó que compraba en el mercado negro lo que pensaba que era silicona cuando, eran realidad, era sellador de baño.
La madre de dos chicos, declaró que su vanidad la llevó a hacer lo que hizo y les aconsejó a otros que tengan cuidado con los tratamientos ilegales. “Pagué un terrible precio por mi vanidad y lo pagaré el resto de mi vida”, dijo.
Según le declaró Brown no se percató de los peligros que corría y pensó que simplemente era una inyección que, lo único que haría, es mejorarle la cola. “La realidad es que esa silicona no podía usarse en humanos. Era sellador de baño”, explicó.
Por este motivo su cuerpo tuvo una reacción alérgica masiva que la llevó a estar muy cerca de la muerte. “Estaba sufriendo tanto que, para ese punto, morir habría sido una salvación. La única forma que tuvieron los doctores de salvar mi vida fue amputándome las dos nalgas, piernas y brazos”.
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