martes, 3 de diciembre de 2013

Vladimir Villegas: A mi hermano Ernesto Villegas

 Por: Vladimir Villegas
Ojalá los ajetreos de tu campaña te permitan el espacio y la calma para leer estas líneas en los días previos a la jornada electoral del venidero domingo. Son palabras para el hermano que nunca dejará de serlo, más que para el candidato a la Alcaldía Metropolitana.

Faltan pocos días para que te sometas al veredicto popular, al juicio de los electores, y en manos de ellos está si a partir del día lunes 9 serás el nuevo alcalde metropolitano o pasarás a la categoría de ex candidato. Tienes que estar preparado para cualquiera de las dos opciones. Para la victoria o para la derrota se necesita el mismo temple, la misma fortaleza de espíritu y la misma capacidad para no dejarse obnubilar por el impacto de alguna de ellas.

No hay, hermano, victorias ni derrotas definitivas. La vida no termina con una elección, más allá de sus resultados. Y lo digo con absoluta propiedad, porque he probado en política el triunfo y el fracaso. Este último, por cierto, deja un sabor amargo al comienzo pero cuando es digerido se traduce en un manantial de enseñanzas. Claro, mucho mejor si no se pasa por ese trance.

Más allá de los resultados del domingo, vas a jugar un papel de mayor responsabilidad de aquí en adelante. Tienes en tu sangre y en tus genes la madera y el hierro de nuestros viejos. Eso lo veo claramente en tu día a día de candidato. Estás defendiendo con auténtica pasión las cosas en las que crees, y nada más Villegas Poljak que eso. La vida, traviesa como ella sola, nos ha puesto en la difícil circunstancia de sostener criterios enfrentados con respecto a la política, y eso, bien lo sabes, no ha impedido que siga fluyendo el amor entre nosotros. Lo mismo pasa con Mario, y con nuestras hermanas y hermanos.

Por cierto, haciendo honor a la libertad de opinión y al intenso debate político que aprendimos en las sobremesas familiares encabezadas por el viejo Cruz, nuestro querido Mario anunció públicamente su decisión de votar por "el otro candidato", Antonio Ledezma.

Ese es su derecho, y como tal se lo respeto y se lo defiendo.

Cada quien que vote como quiera, y movido por las razones que estime conveniente.

Yo haré lo mismo. Votaré el próximo domingo con plena libertad. Tienes mi voto, hermano. No es un cheque en blanco. Es un voto crítico, en parte desde el afecto filial y en parte desde la razón. No necesito hablar mal de Antonio para decirle a quien quiera escucharme que tú puedes ser un buen alcalde metropolitano, que tienes la capacidad y las ganas de hacer algo bueno para la ciudad que nos vio nacer.

Que le pondrás tanto empeño como en tus tiempos de brigadier del Cuerpo de Bomberos del entonces Distrito Federal o en tus días de reportero de calle. ¡Quién más que yo para dar fe de eso! Con mi voto por ti no renuncio a lo que vengo reclamando, un espacio para el diálogo entre los venezolanos con respeto y con justicia, ni dejo sin efecto las serias observaciones que he venido formulando al actual modelo político. Sólo espero que, frente a cualquier resultado obtenido el próximo domingo, sepas calibrar la inmensa responsabilidad política que tienes sobre los hombros, y estés plenamente consciente de que tu comportamiento será evaluado por quienes te apoyan y quienes te adversan.

Si el triunfo te sonríe, estaré allí para reclamarte como mi hermano y como acalde que gobiernes para todos, sin exclusión, y también para reconocer tus aciertos y para cuestionar tus pifias. Pase lo que pase este domingo ya puedes sentirte un vencedor, porque has logrado sumar muchas voluntades.

Una última cosita. Rodéate de los ciudadanos, de las bases que te acompañan, y no te dejes atrapar por los entornos ni por las dinámicas perversas del poder. La Caracas metropolitana y todo el país esperan mucho de ti.





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