Brasil se despertó hoy con una pesadilla por la muerte de 233
personas, en su mayoría jóvenes universitarios, en un incendio que
arrasó esta madrugada la discoteca Kiss de la ciudad de Santa María, la peor tragedia de este tipo en el país en más de medio siglo.
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La tragedia, que dejó además 106 heridos, ha sumido en el dolor y el
llanto a esta ciudad situada en el corazón del estado brasileño de Río
Grande do Sul y donde familiares de las víctimas hacían fila esta noche en un centro deportivo improvisado como tanatorio para tratar de identificar a sus hijos, hermanos o amigos.
Según los relatos de los supervivientes, el incendio se desató hacia
las 2.30 hora local (4.30 GMT), cuando un integrante de la banda
Gurizada Fandangueira, que se presentaba en el escenario, encendió un
artefacto pirotécnico conocido como “Lluvia de plata”, cuyas chispas
alcanzaron la espuma utilizada como aislante acústico en el techo del
establecimiento.
A partir de ese momento, el pánico y el caos se apoderaron de los centenares de personas que se habían dado cita en el establecimiento la noche del sábado y cuyo número no ha podido ser precisado por las autoridades.
Entre las víctimas hay numerosos estudiantes de las facultades de
agronomía, veterinaria, tecnología de alimentos, zootecnia, tecnología
en agronegocio y pedagogía de la Universidad Federal de Santa María
(Ufsm) que celebraban una fiesta de integración.
Esa circunstancia ha teñido de luto a la comunidad universitaria del
país y en especial a la de Santa María, una ciudad de 261.000 habitantes
conocida por ser un polo educativo, como quiera que más del 10 por
ciento de sus pobladores son estudiantes de la UFSM y de otras siete
instituciones superiores.
De momento, el único extranjero confirmado entre las víctimas fatales es el paraguayo Guido Ramón Britez Burro, de 21 años, estudiante de zootecnia en la Ufsm.
Sin reponerse todavía del impacto inicial, las autoridades han
comenzado las investigaciones de las causas del desastre, pero todo
apunta a la versión de los supervivientes, de que un fuego pirotécnico
desencadenó la conflagración.
“No debería haber show pirotécnico” en un espacio
cerrado, dijo el coronel Adriano Krukoski, del cuerpo de bomberos de
Porto Alegre, que se trasladó hasta la zona del desastre.
“No debería haber show pirotécnico”
Aparte de la imprudencia de los artistas, fallas en las condiciones
de seguridad del lugar y un posible aforo mayor al permitido también
están entre los factores que pueden haber agravado la tragedia.
La licencia municipal de funcionamiento de la discoteca estaba vencida
desde agosto pasado, no había salidas de emergencia y los encargados de
la seguridad, según algunas denuncias, llegaron a cerrar las puertas en
un primer momento para evitar que, presa del pánico, el público se
fuera sin pagar la cuenta.
“Los vigilantes trancaron la salida de las personas que estaban en el
local y no permitieron que salieran rápidamente y eso generó pánico, un
tumulto”, dijo el comandante del Cuerpo de Bomberos de Río Grande do
Sul, coronel Guido de Melo.
Los bomberos tardaron cerca de tres horas en apagar las llamas
y cuando finalmente pudieron ingresar en el lugar se encontraron con
una escena dantesca, de cadáveres amontonados a pocos metros de la
puerta de salida.
De Melo agregó que muchos de los asistentes encontraron la muerte por
inhalación de humo o pisoteados, versión que fue confirmada por
supervivientes que vieron pilas de cadáveres en el callejón de salida.
“Vi las personas amontonadas y muertas cerca de la salida”, manifestó De Melo a periodistas.
Supervivientes han relatado que en su afán por escapar del infierno en que se convirtió la discoteca, se formó una estampida que hizo que muchos tropezaran y cayeran en medio de la oscuridad y de la densa humareda que cubría el local.
“Vi las personas amontonadas y muertas cerca de la salida”
Una catástrofe de esa magnitud por un incendio no se registraba en
Brasil desde el 17 de diciembre de 1961, cuando el Gran Circo Americano
fue arrasado por el fuego durante una función en la ciudad de Niteroi,
vecina de Río de Janeiro, con el saldo trágico de 503 muertos, según
datos extraoficiales.
La conmoción llevó a la presidenta brasileña, Dilma Rousseff,
a abandonar la cumbre de la Celac-UE, que se celebraba en Santiago de
Chile, para dirigirse a Santa María, donde visitó el hospital de la
Caridade, uno de los que más heridos recibió, y el Centro Deportivo
Municipal, improvisado como depósito de cadáveres.
Rousseff declaró tres días de duelo nacional y puso a disposición de
las autoridades locales toda la ayuda que sea necesaria para atender a
los heridos y a los familiares de todos los golpeados por esta tragedia.
La administración de la discoteca brasileña Kiss lamentó el incidente e informó que sus trabajadores están “debidamente entrenados y preparados para cualquier situación de contingencia“.
En un comunicado publicado en su página de Facebook, Kiss aseguró que
la prioridad de la discoteca es prestar toda la asistencia posible a
los supervivientes y a las familias de las víctimas y que por ello se
está facilitando toda la información posible así como un “equipo
multidisciplinar”, formado por psicólogos, médicos y asistentes
sociales, entre otros.
Además, la discoteca defendió a su equipo de trabajadores, de los que dijo que “poseen la más alta cualificación técnica y están debidamente entrenados y preparados para cualquier situación de contingencia”.
El comunicado termina informando que sus operaciones se encuentran
suspendidas “por tiempo indeterminado” y que están a disposición de las
autoridades “desde ya” para esclarecer los hechos que causaron la
tragedia.
La banda musical Gurizada Fandangueira, supuesta causante del
incendio podría ser acusada de homicidio imprudente, según uno de los
responsables de la investigación.
En una entrevista con la agencia de noticias Estado, el comisario
Sandro Meinerz, uno de los responsables de la investigación, explicó
que, aunque el hecho no es doloso, “es culpa de quien usó la pirotecnia”.
“La banda sí (puede ser acusada), porque su actuación es la que
produjo el incendio y es necesario comprobar si ellos podían hacer
aquello o no”, explicó Meinerz, quien no precisó si los integrantes de
la banda ya fueron interrogados por la policía.
El acordeonista de la banda, Danilo Jaques, pereció en el incendio, según sus compañeros.
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