Por: Antonio Aponte
Mientras
el país se distrae en pendejadas, mientras el gobierno revolucionario no
explica, el pueblo se confunde y el golpe navega en nuestras debilidades. La
operación golpista es muy fina. Veamos.
La
operación tiene varias facetas: Debilitar al gobierno y prepararlo para el
zarpazo final. La operación de extenuación está en pleno desarrollo. La orden
es no dejarlo respirar, atacar todo lo que haga Maduro, deslegitimarlo. Por
otro lado, desprestigiar al chavismo, a los chavistas. Regar la especie de que
todo acabó, que la esperanza murió. En este empeño han conseguido éxito, el
resultado electoral fue uno de ellos.
Con
un gobierno débil el mandado estaría hecho para los golpistas, y débil
significa sin pueblo, con su base natural confundida, desarmada, sin razones
sagradas para defenderlo, desprovisto de la pasión de abril y de diciembre.
La
oligarquía cree que la situación está lista para el golpe y lo asoma en el
ambiente, para esta tarea designan a poleo. Este agente pide con desfachatez
una capitulación, pone desde ya las condiciones, dice: "La primera condición para
este diálogo (capitulación) debe ser sacudirnos a los cubanos. La segunda,
elecciones generales absolutamente libres y limpias".
No
son inocentes estas condiciones. La primera pide traicionar el
internacionalismo revolucionario, renegar del Socialismo, envilecernos en la
traición. La segunda es ya el armisticio definitivo.
Ahora
bien, estas condiciones inaceptables son el programa mínimo del golpe,
recordemos Honduras, Paraguay. La burguesía rompe su democracia y basta hacer
una elección para remendar todos sus entuertos, así legitimaron a lobo, y hasta
a pinochet.
La
Revolución actúa de espaldas a esta realidad, está entrampada entre dos tenazas
y parece no percibirlo: Una, debilitarse lentamente, desfigurarse,
desdibujarse, confundirse con el enemigo capitalista, y así tener una ilusión
de vida cuando en realidad es una agonía lenta. La otra, el golpe cruento que
la oligarquía reserva para los gobiernos revolucionarios enflaquecidos.
¿Qué hacer? Lo primero
es blindar a nuestra base social natural. Insuflarle la pasión de los que
defienden causa justa, delimitar claramente los campos. En la confusión navega
el enemigo, es imprescindible terminar con la ambigüedad, dejar claro que sólo
el Socialismo soluciona los problemas sociales y que el capitalismo es incapaz
de resolver lo que él mismo creó. Es correctísima la posición de no creerle a
la derecha ni tantico así, sus montajes, sus trampas, deben ser desechadas de
raíz, con el capitalismo ni a misa.
Dejar
claro, explicar, que es fundamental la unidad en torno a Maduro y al
Socialismo. Los dos componen una ecuación fuerte, pero cada uno aislado es
débil, inviable. No hay atajos, no hay inventos, Maduro y Socialismo comparten
la misma suerte.
Es
imprescindible que el enemigo lo sepa: Venezuela no es Honduras, ni Paraguay,
que Maduro no es Zelaya, ni Lugo. Este pueblo, con Chávez, recordó que es
heredero de los Próceres, del Libertador. Si se atreven no podrán estabilizar a
este país en su hipócrita legalidad burguesa.
¡Con Maduro y Socialismo!