Aunque
muchos piensen que en los últimos años se ha producido una gran
liberación sexual femenina, la realidad es que la dificultad para
conseguir el orgasmo sigue siendo uno de los problemas más frecuentes en
las mujeres. Esto, que en algunos casos puede provocar además falta de
deseo (otro de los trastornos principales), se relaciona indudablemente
con muchos de los esquemas sexuales que siguen hoy día vigentes (como,
por ejemplo, la búsqueda del orgasmo únicamente a través del coito, o la
absurda dicotomía “orgasmo clitoridiano” versus “orgasmo vaginal”).
Dentro
de la anorgasmia femenina encontramos una gran variedad, dependiendo de
si es primaria (si nunca se ha experimentado un orgasmo), o secundaria
(cuando el problema surge a partir de un momento concreto, habiendo
tenido orgasmos anteriormente). También puede ser absoluta (si no se
consigue el orgasmo de ningún modo), o situacional (alcanzándose éste
con una determinada estimulación pero no con otra).
Por
otra parte, las causas en muy raros casos son orgánicas, sino más bien
psicológicas (debido a una educación muy rígida, sentimientos de culpa,
miedo a perder el control, excesiva vigilancia y obsesión por conseguir
el orgasmo sin dejarse llevar por las sensaciones, falta de relajación,
depresión, estrés, ansiedad...), pero sobre todo la dificultad para
conseguir el orgasmo suele deberse a la falta de una estimulación
adecuada. No hay que olvidar que cada mujer es distinta (al igual que
cada circunstancia), y también lo es su umbral de excitación, de tal
modo que lo que para una puede ser suficientemente placentero para
llegar al clímax, para otra no tiene por qué serlo en absoluto, o tal
vez sea necesaria una estimulación adicional.
De
modo que, por naturaleza, toda mujer tiene la capacidad para llegar al
orgasmo, ahora bien la habilidad ya es otra cosa, y no es otro el
problema, generalmente, que esta falta de habilidad y de práctica que se
genera debido a una gran cantidad de factores tanto sociales como
personales. No hablemos entonces de anorgasmia como una patología ni
disfunción sino como una dificultad por superar. El orgasmo sería para
la mujer que no lo conoce como una posibilidad por descubrir, y para
aquella que desea conseguirlo de otros modos como un reto de
generalización.
No
hay que olvidar, no obstante, que nuestro cuerpo y nuestra mente no
están igual todos los días. A veces, es posible que haciendo lo mismo
que otras, o incluso más, no consigamos llegar al clímax. En estos casos
(como en todos) no hay que obsesionarse ni frustrarse, simplemente
disfrutar de lo que hagamos sin esperar nada más.
Y,
antes de pasar a enumerar “las puertas que debes abrir en tu camino
para llegar a la cumbre”, ten claro que a veces no es suficiente con
saber lo que se tiene que hacer, sino que te puede hacer falta la ayuda
de un profesional que te guíe en este aprendizaje, por tanto no dudes en
acudir a un/a sexólogo/a si es necesario.
1º) Aprender a conocer tu cuerpo.
-Si eres mujer, dedica tiempo a conocer tu cuerpo a fondo.
-Si
eres hombre, anímala a que conozca mejor su cuerpo, esto también te
beneficiará a tí (si logra los orgasmos más fácilmente tendrá
seguramente más ganas de sexo y ambos disfrutaréis más).
Para
ello hay una gran variedad de tareas/juegos que se pueden realizar
tanto en solitario (es preferible en primer lugar) como acompañada.
Puedes tomar un baño o ducha relajante, parándote a tocar tu cuerpo
detenidamente, mientras te enjabonas con las manos, acariciándote
suavemente cada una de las partes, al mismo tiempo que prestas atención a
tus sensaciones: cómo te gusta tocarte, dónde, de qué manera, qué zonas
tienes más sensibles, dónde no te gusta... Del mismo modo, puedes hacer
esto aplicándote lentamente alguna loción por todo el cuerpo después de
la ducha. También puedes dedicar unos minutos a observar tu cuerpo
detalladamente delante de un espejo, distinguiendo las zonas que te
gustan de las que no y analizar por qué. Y muy importante es conocer a
fondo tus genitales, observándolos con la ayuda de un espejo de mano,
tocándolos, localizando cada una de sus partes, acariciándolos,
descubriendo qué zonas te producen mayor excitación, cómo te gusta que
te acaricien cada una, etc.
Ya
en compañía, podéis jugar a acariciaros todo el cuerpo por turnos: con
las manos, los pies, la cara, los labios, la lengua, el pelo... todo
vale, incluso una pluma o cualquier otro objeto (que pueda ser
agradable, por supuesto). Quien recibe las caricias deberá decir lo que
le gusta y lo que no, y sobre todo disfrutar al máximo de sus
sensaciones, sin preocuparse de otra cosa. Esto puede ser muy agradable
para ambos, pero centrándonos en la mujer con la dificultad orgásmica,
lo importante es que estés cómoda, si en algún momento te sientes mal lo
mejor es dejarlo y seguir otro día. Se trata de relajarte, centrarte en
tí misma y darte permiso para sentir (cosa que muchas mujeres no se
permiten por culpa de sus prejuicios).
Quizá
la primera vez que realices alguna de estas tareas no te guste o no te
sientas cómoda con tu cuerpo, esto suele pasar cuando tienes una visión
negativa del mismo, o ves tus genitales como algo sucio y feo. Piensa
sobre ello, cómo te has sentido tocándote, por qué crees que te sientes
así. Aprende a amar tu cuerpo, a verlo como algo hermoso, lleno de
posibilidades. Prueba a repetir estos juegos en distintas ocasiones, tal
vez te sorprenda sentir cosas nuevas, excitarte de otros modos e ir
acostumbrándote a estar en contacto con tu cuerpo.
2º) El poder de la fantasía.
Utiliza tu fantasía, deja que vuele tu imaginación mientras te acaricias o te acarician.
Si
tienes problemas para fantasear puedes ver películas, leer literatura
erótica o libros sobre fantasías de otras personas, te ayudarán a crear
las tuyas propias.
No
pongas límites a tu mente, atrévete a soñar sin censurarte ni juzgarte.
¡Disfruta de tus fantasías! y no se te ocurra sentirte culpable.
3º) Ejercicios de Kegel.
Practicando
estos ejercicios diáriamente fortalecerás el músculo pubococcígeo,
ayudando a conseguir el orgasmo. Son muy sencillos, y te pondrán más en
contacto con tus genitales, mejorando la conciencia de las sensaciones
en este área e incrementando la circulación sanguínea de esta zona.
4º) Masturbación.
Muchas
mujeres se quejan de no conseguir orgasmos pero, sin embargo, nunca se
han masturbado, no saben tocarse el clítoris, ni piden a su pareja que
se lo acaricie. Aunque ésta no sea la única manera de conseguirlo (tal
vez algunas mujeres lo consigan únicamente con el coito pero esto no es
lo habitual), lo que es seguro es que si aprendes a estimular tu
clítoris te será mucho más fácil llegar al orgasmo.
Por
tanto, manos a la obra: aprende a tocarte allí donde más placer te dé,
ya sea sólamente el clítoris, o también los labios menores, mayores... o
introduciéndote un dedo en la vagina o en el ano, ya sea con tus dedos o
los de tu pareja o con un vibrador, con lubricante... explora, juega,
¡descubre tu placer!.
Una
vez que hayas conseguido el orgasmo de una manera, sigue practicando,
acaríciate el clítoris (sin olvidarte del resto del cuerpo) de
diferentes maneras, en diferentes posturas, y finalmente durante el
coito, tal vez te cueste más alcanzarlo pero con la estimulación
adecuada también puedes conseguirlo. Pero esto no acaba aquí, aún puedes
seguir practicando y descubriendo nuevos placeres, como el multiorgasmo
o el Punto G, las posibilidades son infinitas, ¡anímate a investigar!.
5º) Sin presiones.
Es
muy importante no olvidar en los anteriores puntos, que estar relajada,
sentirse cómoda y encontrarse en un ambiente adecuado, son ingredientes
imprescindibles. No vale tampoco insistir, ni presionarse o que te
presionen para tener un orgasmo, éste aparecerá sólo cuando estés
centrada en tu propia excitación y no buscándolo.
No
te pongas etiquetas ni pretendas tener un orgasmo porque es lo que se
supone que tienes que tener, o porque es la única meta, este tipo de
pensamiento es completamente erróneo. Puedes desear, por supuesto,
llegar al orgasmo porque te apetece, porque te gusta, porque te
relaja..., o simplemente porque no tienes que conformarte con menos si
puedes conseguir algo más, pero “si no disfrutas el camino no habrá
merecido la pena”.
También
es un elemento “antiorgásmico” el miedo a dejarse llevar, temer el
orgasmo o temer perder el control (como les ocurre a muchas mujeres).
Debes eliminar esos pensamientos de tu cabeza, tener claro que “no va a
pasar nada que tengas que temer”.
Y,
por supuesto, nada de pensar que lo que estás haciendo es malo, nada de
juicios morales, ni sentirse culpable. “Buscar tu placer es de lo más
sano y hermoso que puedes hacer por tí misma”.
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