viernes, 20 de junio de 2014

Al son de la danza los Diablos Danzantes renovaron la tradición en las calles de Yare



Caracas 20 de Junio del 2014.-  Desde el amanecer de este jueves de Corpus Christi hasta bien entrado el mediodía, las calles de la histórica población mirandina de San Francisco de Yare se llenaron de color y tradición al ver danzar a una de las cofradías de las 11 que integran la festividad de los Diablos Danzantes, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad declarado por la Unesco en 2012.

“Yo estoy pagando una promesa desde hace 7 años que le hice al Santísimo Sacramento.

 Tuve un accidente y pedí mi recuperación.

 Junto conmigo vienen 10 familiares quienes también están pagando su promesa aquí en Yare”, manifestó Pedro José Aular, uno de los cientos de promeseros, quienes ataviados de rojo y portando su colorida máscara, danzaron a las afueras de la Iglesia parroquial de San Francisco de Yare.

Todos llegaron desde temprano al imponente templo pintado color mostaza que comenzó a construirse desde el año 1.600, para congregarse tal como lo hacen todos los años, y pagar así sus promesas, las mayorías ofrecidas por problemas de salud. La festividad los reúne el noveno jueves después del jueves santo en la tradición religiosa del Corpus Christi.

 Las emociones fueron diversas y se dejaron ver en los rostros alegres de algunos o en las lágrimas que bajaban por las mejillas.

Así fue el caso del promesero Pedro Aular quien al expresar su emoción por participar en la festividad religiosa; sincretismo de las culturas: africana, indígena y europea, se le aguaron los ojos. “Hoy lloramos por varias razones, una de ellas la muerte reciente de una de nuestras promeseras. 

Cuando nosotros le bailamos al Santísimo Sacramento sentimos una gran alegría. Cada vez que se acerca el día crecen nuestras expectativas y hasta escuchamos la caja (tambor típico), en nuestros sueños, todo como parte de la emoción”.


La emoción y la devoción recorren las calles de Yare
Pasadas las once y media de la mañana finalizó la celebración eucarística y con ello el Santísimo Sacramento salió custodiado por representantes de la iglesia católica.

 A las afueras del templo un poco más de 2 mil promeseros se encontraban arrodillados y con las máscaras hacia abajo, como símbolo de sumisión.

 Comenzaron las oraciones y el sacerdote inició la repartición de la palabra. Siguió avanzando el Santísimo Sacramento y los diablos iniciaron su caminata hacia atrás, desafiando la fe. Inició la lucha del bien contra el mal.

 Calles abajo se recrudeció la lucha con 265 años de tradición. Niños, jóvenes y adultos retrocedían sin cesar, con el tronar de las maracas en consonancia con el tronar del cielo que dejó caer las primeras gotas de lluvia. 

La promesa se estaba cumpliendo una vez más como ocurrió en la década de 1.740 cuando los devotos del pueblo, ante una intensa sequía pidieron que lloviera y el cielo desplomó una lluvia torrencial.

Las primeras gotas las percibió Yolis Navarro, quien desde su sillas de ruedas y ataviada de blanco y rojo portó una cruz como símbolo de fe. 

 Vino como todos los años desde el estado Sucre a pagar la promesa que tiene para poder caminar.

 “Es por segundo año que estoy pagando la promesa de venir durante siete años a la festividad del Corpus Christi. Me siento muy emocionada sobre todo cuando estoy al frente del Santísimo Sacramento por salvarme mis piernas, luego de siete operaciones aún no puedo caminar pero puedo asentir las piernas y sé que voy a poder caminar”, expresó emocionada en compañía de sus familiares.
  
Yare, tierra de diablos y de colo
San Francisco de Yare se levanta en una colina llena de color y sabor a historia.

 Sus paredes ocultan una historia lejana de colonia y vida republicana que avanzó en las cientos de haciendas de caña y trapiches.

 También aguarda en sus muros el crecimiento de una tradición centenaria donde cada año el mal se enfrenta con el bien, una lucha bárbara con múltiples connotaciones religiosas.

 Hoy se convierte en referencia del turismo religioso ya que más de 20 mil turistas llegan a esta tierra de tradición para ver danzar a los Diablos Danzantes; quienes junto a las otras 10 cofradías repartidas en todo el territorio nacional, se convirtieron en Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, tras sonar el martillazo de la decisión el 6 de diciembre de 2012 por parte del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés).

Los venezolanos siguen celebrando tal decisión. Por eso luego de varios años de estar ausente regresó a esta colorida población la señora Flor Rondón. Su sonrisa delató la emoción por visitar este pintoresco lugar. “Esto es una maravilla.

 El pueblo está fenomenal, está muy arregladito.

 Cada vez que puedo le digo a la gente ‘´Vayan a Yare que eso está buenísimo’.

 En medio de la emoción y de la cercanía a su alrededor de los diablos por llegar a la Iglesia Parroquial, invitó a todos “a que vengan, esto es un lugar digno de conocer, como muchos lugares en el mundo, por eso me siento orgullosa de decir que soy 100% venezolana”.

Tras unos minutos de silencio y veneración los Diablos Danzantes de Yare llegaron nuevamente frente al templo. Arrodillados mostraron nuevamente su sumisión, el sacerdote los bendijo y el bien triunfó sobre el mal.

El sol incesante mostró nuevamente algunos rayos, los feligreses oraron en silencio, los diablos corrían de un lado a otro.

 Se dispersaron por las calles, desaparecieron con la idea de regresar el próximo año y solo se escuchaba el eco entre voces: “al son del repique y el mandador, todos los diablos bailan con honor”.

La promesa se estaba cumpliendo una vez más como ocurrió en la década de 1.740 (Foto: Francisco Boza) Arrodillados mostraron nuevamente su sumisión, el sacerdote los bendijo y el bien triunfó sobre el mal (Foto: Francisco Boza) A las afueras del templo un poco más de 2 mil promeseros se encontraban arrodillados y con las máscaras hacia abajo (Foto: Francisco Boza) Niños, jóvenes y adultos retrocedían sin cesar, con el tronar de las maracas (Foto: Francisco Boza)
Las emociones fueron diversas y se dejaron ver en los rostros alegres de algunos o en las lágrimas que bajaban por las mejillas (Foto: Francisco Boza)


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