lunes, 29 de septiembre de 2014

Actividad física y buena alimentación son las mejores recetas para el corazón

El músculo estrella del organismo se lleva mal con el colesterol alto, la hipertensión arterial, el sedentarismo, el exceso de peso y la mala alimentación.
Cada minuto, el corazón late entre 60 y 80 veces. Trabajador incansable, solo pide buenas condiciones para cumplir su labor: alimentos que no lo dañen, actividad física que lo mantenga activo, distanciamiento claro de contaminantes como el humo del cigarrillo. Este lunes 29 de septiembre se celebra el Día Mundial del Corazón, que está dedicado -según la Federación Mundial del Corazón- a evidenciar cómo el ambiente puede aumentar los factores de riesgo cardiovascular.
“Este año, el Día Mundial del Corazón busca llamar la atención sobre la necesidad de favorecer entornos que sean saludables para evitar enfermedades al corazón, ya sea en los hogares, en el trabajo o en las comunidades”, recuerda la Organización Panamericana de la Salud.
Las afecciones del corazón “siguen siendo la primera causa de muerte en Venezuela y en el mundo”, señala el médico venezolano Claudio Garay. Con la celebración de este año “se quiere crear conciencia sobre los factores de riesgo relacionados, como el tabaquismo, el sedentarismo, la hipertensión, la obesidad, los malos hábitos nutricionales”.
Garay puntualiza que, más que un día, se ha querido dedicar una semana a la promoción de la salud de este órgano y a la toma de conciencia del riesgo que implica el desarrollo de placas de colesterol que se depositan en las arterias y que, al romperse, tapan el paso de la sangre. El médico precisa que esas placas pueden ser causantes de enfermedad cardiovascular, enfermedad cerebrovascular y enfermedad vascular periférica. Los antecedentes familiares son fundamentales.

ASESINOS SILENCIOSOS

El especialista refiere, no sin cierta alarma, que cada vez hay más personas jóvenes con enfermedad cardiovascular.
El infarto es la primera, primera causa de muerte en el país por enfermedad, ratifica. Menciona, también, la insuficiencia cardiaca, condición en la que el corazón cada vez puede impulsar menos sangre con cada latido. “Esta es una condición irreversible y cursa con alta tasa de mortalidad”, acota.
La hipertensión arterial se encuentra entre las primeras razones de muerte en Venezuela. Con la hipertensión “comienza a enfermarse la pared arterial”, reseña. Esta enfermedad puede avanzar sin síntomas durante años, y es por eso que los médicos la llaman “el asesino silencioso”; por eso es tan importante el chequeo rutinario de la presión.
Pero si la hipertensión es un problema, no lo es menos el colesterol, que está presente incluso en la gestación.
“Hay una experiencia venezolana, en la unidad de patología de la UCV, que mostró que el colesterol elevado de la mamá puede pasar al bebé en el vientre”, detalla.
Es complejo lo que sucede en las arterias con el colesterol, pero lo cierto es que se instala en las paredes del vaso y puede romperse en cualquier momento. “Mientras más abundante el colesterol, más inestable es la placa”, advierte, Por eso mantener a raya este compuesto resulta fundamental para proteger el corazón.

POR LA BOCA MUERE EL PEZ

A lo largo de la historia el ser humano ha ido modificando sus hábitos dietéticos y reduciendo su actividad física, señala Garay. De ser “recolectores-cazadores nos volvimos sedentarios”, reflexiona.
“Las personas han ido sustituyendo su alimentación, que era a base de muchos vegetales y actividad física, por una vida sedentaria y una alimentación con grasas saturadas que se deposutan en la pared arterial”, lo que incrementa el riesgo cardiovascular. Los seres humanos engordan y engordan como consecuencia de esa forma de asumir la alimentación, lo que acarrea un riesgo adicional: “Hay una relación directa entre el aumento de peso y el desarrollo de diabetes”, apunta Garay. Y si algo tienen claro médicas y médicos es que el paciente con diabetes “se muere de infarto” o de compromiso renal.
La insistencia en una alimentación sana, entonces, no es banal. “Por eso llamamos a comer sano y a no ingerir comida chatarra, que tanto daño está causando”, remarca.

ELLAS Y ELLOS

“El riesgo cardiovascular comienza en el útero y se va incrementando con la edad. Cumplir años aumenta el riesgo por los cambios que se producen en la pared vascular de manera fisiológica, y si sumamos otros factores la situación se va complicando”, confirma.
Visto por género, las estadísticas revelan que los hombres tienen mayor probabilidad de un evento cardiovascular que las mujeres, pero solo hasta que ellas comienzan una nueva etapa en su vida: la de la menopausia. “Después de la menopausia se incrementa el riesgo en las mujeres”, aclara.
Mas si de edades se trata no se puede desdeñar que las personas jóvenes, en la medida en que tienen predisposición hereditaria, presencia de diabetes en la familia o colesterol alto, también se encuentran expuestas a una sorpresa con su corazón.
“Si alguien tiene en su familia un abuelo con diabetes, por ejemplo, debe hacerse su chequeo, evitar el consumo de azúcar refinada, mantenerse en su peso. La lógica indica que lo mejor es, si se tienen antecedentes familiares de problemas de azúcar en la sangre, evitar el consumo de dulces y mantenerse en el peso ideal. En otras palabras, “no me expongo a activar los factores genéticos”.
Hay diversas escalas de riesgo, que se usan en el país, con las cuales se hace la evaluación del riesgo cardiovascular global. “Uno va sumando puntos si se tiene colesterol alto, si se tiene obesidad, si se fuma o no, si se tiene o no diabetes”, dictamina.

ACTUAR A TIEMPO

Garay subraya una premisa fundamental: nadie debería esperar que las complicaciones irrumpan para comenzar a cuidar la salud de su corazón. “Si tenemos factores de riesgo, las enfermedades cardiovasculares aparecerán más temprano”, precisa.
Un diagnóstico de hipertensión arterial no es el fin de la vida; en todo caso, debería ser el fin de una forma de vivir, probablemente sedentaria y con una mala alimentación, para comenzar otra nueva, mucho más sana y en sintonía con lo que el organismo necesita.
“Si se controla la tensión, si se controla la glicemia, se puede llevar una vida normal”, asegura el médico. Sin embargo, la realidad es que un diagnóstico de hipertensión o de diabetes puede caerle a cualquiera como un balde de agua fría, especialmente por lo inesperado.
Hay herramientas terapéuticas para los problemas cardiovasculares, recuerda Garay; su empleo depende “de la patología y de los factores asociados”. Cita el caso de una persona que presente el llamado síndrome metabólico (hipertensión arterial, azúcar alta, exceso de triglicéridos en la sangre, bajo colesterol bueno (HDL) y exceso de grasa en la cintura), y destaca que, en una situación así, “se debe tratar cada uno de los factores con medidas farmacológicas y no farmacológicas”.
Cada paciente es un mundo; por lo tanto, lo que le funciona a un individuo no necesariamente le resulta a otro. Ello implica que si un hombre llega con una presión arterial elevada (240/210, cuando lo normal es 12/8), “hay que comenzar con tratamiento farmacológico”. En otras circunstancias se pueden implementar otras medidas, como los cambios en los estilos de vida, y ver cómo responde el organismo.
Uno de los conceptos que tal vez más cuenta entender es el de enfermedad crónica, o lo que es lo mismo, el de la afección que acompañará a la persona por el resto de su vida. “No se puede hablar de curación cuando se trata de hipertensión y diabetes”, sentencia, pero sí, de control de la enfermedad para poder llevar una vida normal. No es raro que se presente la “alteración de conciencia de la enfermedad”, que el individuo no acepte que tiene hipertensión, diabetes o colesterol alto, y por ende no asuma el tratamiento como corresponde. La idea es aceptar el diagnóstico y trabajar para alcanzar la mejor calidad de vida posible.

¿CUÁL DEBE SER LA PRESIÓN ARTERIAL?

Usted debe haber escuchado que la presión arterial ideal (la fuerza que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias) es 120/80. El primer valor corresponde al momento cuando el corazón late y bombea sangre hacia las arterias; es la presión sistólica. El segundo valor es del corazón entre un latido y otro (presión diastólica).
Según el servicio informativo de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, 119/79 es un valor normal y 140/90 indica hipertensión arterial.
El médico Claudio Garay recalca que la fórmula 120/80 “es una generalidad, porque la presión arterial depende del grupo etareo”. Mientras más jóvenes son las personas, “más cerca la presión de 110/70 o menos”. A más edad “los valores tienden a subir, y en una persona de 60 0 70 años se acepta una presión de 140/90”.

LA VERDAD ESTÁ EN LA CINTURA

Una persona puede conocer su riesgo cardiovascular con la cinta métrica. Medir la circunferencia de la cintura da una idea de qué sucede con el corazón, por el tipo de grasa que se acumula en esa zona. “Hay tabulaciones previamente establecidas”, incluso adaptadas a Venezuela por expertos como Imperia Brajkovich y Carlos Ponte, reseña Claudio Garay.
Un venezolano que tenga más de 92 o 94 centímetros de circunferencia de su cintura, y una venezolana que tenga más de 86 u 88 centímetros ya corre riesgo cardiovascular, apunta Garay.

OPS LANZARÁ APLICACIÓN PARA CONOCER RIESGO CARDIOVASCULAR

Una aplicación para dispositivos móviles y computadoras que permite que las personas puedan calcular su riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular, informó la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en un boletín de prensa difundido el viernes.
“Esta aplicación, que se basa en el formulario que la OMS propone para estimar el riesgo cardiovascular en muchos países de América Latina y el Caribe, permite al usuario calcular la probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular relevante, como un infarto al miocardio o un accidente cardiovascular, en los próximos diez años”, refirió la OPS.

EL CORAZÓN NECESITA EJERCITARSE

Si el corazón es un músculo, entonces necesita ejercitarse para funcionar mejor y para gozar de una salud prolongada. “Se contrae todos los días, pero necesita una ejercitación adicional”, ratifica Claudio Garay.
“La mejor actividad para el corazón es el trabajo aeróbico que no genera carga muscular. El trabajo con pesas es muy popular entre los muchachos, pero no es la mejor opción si se quiere fortalecer la salud cardiovascular”, acota Garay.
¿La mejor opción? El trabajo aeróbico, que incluye bailoterapia, trotar (si no hay contraindicaciones), bicicleta y un ejercicio estrella: caminar.
¿Por cuánto tiempo? Se propone comenzar con 20 o 30 minutos tres veces por semana, hasta llegar a 30 minutos por día.
Las y los pacientes que ya han tenido eventos cardiovasculares también necesitan actividad física, bien dirigida por las y los especialistas.




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