martes, 18 de agosto de 2015

Aparece por primera vez la hija de Pablo Escobar

Manuela, la niña del capo que vivió en el anonimato total durante dos décadas, vuelve a los 31 años con una gran historia detrás.
Aparece por primera vez la hija de Pablo Escobar Manuela, la niña del capo que vivió en el anonimato total durante dos décadas, vuelve a los 31 años con una gran historia detrás.
Pablo Escobar adoraba a su hija Manuela. Quería tanto cumplirle todos sus sueños, que cuando era pequeña le regaló un unicornio. La niña quería tener ese animal mítico y como el capo no pudo conseguirlo, simplemente hizo uno. Cuenta ‘Popeye’ que cogió un fino caballo de su finca y le pegó un cuerno de vaca en la frente. Días después el animal murió por la infección de esa improvisada cirugía. Durante varias décadas, la niña consentida del capo fue toda una incógnita. Por eso, unas fotografías que aparecieron este fin de semana de cómo es ahora, a sus 31 años, han causado revuelo. Las imágenes han sido reveladas por varios portales, entre ellos las2orillas, que hizo un completo recuento de la vida de la joven.
Sobre lo que fueron sus primeros nueve años, cuando su padre fue dado de baja en un increíble operativo de las autoridades, se tejen todo tipo de historias. La muerte del capo hizo que la familia Escobar Henao se fuera del país. Se sabe que cuando llegaron a Argentina ella tomó el nombre de Juana Manuela Marroquín Santos y su hermano, Juan Pablo, el de Sebastián.
La familia tuvo una vida tranquila en ese país gracias a ese anonimato. Ambos niños entraron a estudiar a un colegio en Buenos Aires en el que hicieron amigos y tuvieron una vida relativamente normal, muy lejana a su pasado. Manuela iba en bus al colegio y tenía muchísimas amigas, cosa muy distinta a cuando vivía huyendo en Medellín.
Según cuenta un reportaje del diario El Tiempo de la época, tenía tanto talento para cantar, que Piero, quien en ese momento era el secretario de Cultura de Buenos Aires, intentó que participara en un coro que él dirigía. Sin embargo, cuando en 1999 se hizo público que los hermanos Marroquín eran verdaderamente los hijos del capo Pablo Escobar, ese sueño que habían construido se derrumbó.
A su mamá y a su hermano los enviaron a la cárcel. A ella, por ser menor de edad, no le pasó nada, pero según se ha dicho en diferentes publicaciones, por ese episodio Manuela no quiso salir a la calle ni volver al colegio. El golpe fue tan duro, que tuvo que tener clases con profesores privados en su apartamento, como lo hacía años antes cuando su papá la mantenía en un búnker para protegerla.
De toda la familia, Manuela fue la que más sufrió cuando se descubrió de quién era hija. El apellido Escobar fue durante décadas como una letra escarlata que reflejaban en ella todo el dolor y la crueldad del Cartel de Medellín.
Manuela creía que su padre era el hombre más bueno del mundo, casi que un superhéroe. Según cuenta José Alejandro Castaño en su libro Cierra los ojos princesa, su papá era tan genial, que “le hizo creer que el ratón Pérez era millonario y por eso le dejaba maletines con fajos de dólares a cambio de un diente de leche”. Agrega que cuando tenía 5 años, el capo “le había dado tanto dinero, que creyó que se había ganado seis veces el premio mayor. Él le decía que ella tenía poderes mágicos”.
En una entrevista a la revista Don Juan, su hermano, hoy Sebastián Marroquín, dice que era tanto el amor de Pablo por la niña, que una vez quemó dos millones de dólares para evitar que ella muriera. “En una oportunidad se hallaban “encaletados” en una casa-quinta en una de las montañas que rodean a Medellín y la zona terminó acordonada por la Policía. No tenían provisiones y el frío les estaba haciendo mella. En la madrugada la hipotermia comenzó a hacer estragos en Manuela. En la casa lo único que había eran dos costales con dos millones de dólares y Escobar decidió hacer una hoguera con ellos para evitar que se congelara”, cuenta la publicación.
También es público que parte de la sangrienta guerra de carteles se debe a la bomba que en 1988 le pusieron a Escobar en el edificio Mónaco. Este atentado se le atribuye a alias ‘Pacho Hererra’. En un reportaje de SEMANA de la época se cuenta cómo “el odio del entonces jefe del cartel de Medellín por él se debió a que la onda explosiva por poco deja sorda a su pequeña hija, Manuela. Desde esa época Escobar juró que lo mataría y fueron muchos los intentos que hizo para cumplir su palabra”.
Manuela también adoraba al patrón. Durante mucho tiempo se dijo que en Argentina dormía con la camisa que tenía Escobar el día que lo mataron y que guardaba con recelo un pedazo de su barba bajo la almohada. Se rumora que la confusión que le produjo enterarse de todo lo que hizo su padre la llevó a una profunda depresión que incluso desembocó en un intento de suicidio.
Mientras su hermano es hoy un personaje público e incluso escribió un libro sobre su vida, Manuela hoy Juana Marroquín ha querido vivir lo más lejos posible de los reflectores. La foto que apareció en Internet y que la muestra con su mamá y su hermano es la primera imagen de cómo es hoy aquella niña a la que el capo una vez le regaló un unicornio.
 
 
 
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