miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿Serán los abrazos, el olor y el latido de su corazón los lazos que te unen a tu madre?

Para todos, desde tiempos remotos el mágico proceso que se presenta desde que el embrión se comunica con los tejidos de la madre, es sublime y misterioso. Nadie puede explicar cómo puede existir una conexión tan fuerte e incomparable.
Tres etapas, una gestación
En primera instancia los nueves meses de embarazo son  de cuido, dedicación, espera y predeterminación. En esta oportunida, la madre comienza a sentir cada latido y movimiento que el  feto emite ocasionando la primera conexión de ambos, aquellas, que no es capaz de terminar ni cortando el cordón umbilical.
En la segunda etapa en el parto, la madre ya conoce a su hijo; llanto inconsolable, brazos frágiles, una vida da paso a otra y todo comienza a tener sentido para dar inicio a la lactancia. El que la madre tenga la posibilidad de alimentar a su hijo a través de sus senos, es una de las razones por las cuales el caso de la conectividad es un tremendo misterio, ya que el verdadero alimento solo se obtiene por esa vía.
El bebé en el pecho de su madre conjuga la satisfacción imperante de amor y afecto en la misma cantidad. Un bebé amamantado pasa muchas más horas entre los brazos de su madre y esto le brinda la oportunidad de tener el contacto piel a piel y con los sentidos que están aún en desarrollo. Una madre que amamanta a su hijo le da la oportunidad de olerla, probarla, sentirla, escucharla, establecer mayor contacto cara a cara, reafirmar al bebé su existencia a través de la mirada y el contacto materno.
Emociones intuitivas
De acuerdo a estudios científicos, la maternidad es  como un proceso instintivo, es decir,  madre e hijo están capacitados biológicamente para entablar un dialogo no verbal, un intercambio de afectos y necesidades mutuas, que aseguran la supervivencia y la adaptación del niño al mundo.
“Hijo(a), no corras con esas sandalias porque te puedes caer, ponte botas mejor”… “No mami yo corro bien así”. En este ejemplo, es probable que el hijo se termine cayendo. ¿Qué es lo que realmente sienten las madres para adivinar lo que le pasará a su hijo?… ¿Es acaso experiencia o única intuición?
De igual forma ocurre cuando las madres están lejos y sienten que algo pasa. Si está triste, feliz, o inquieto… Tal vez algunas madres no dan con la situación que le rodea en ese momento a su hijo (a), pero si, logran sentir que algo está fuera de su lugar. Este sentimiento no lo practican, simplemente lo sienten, hoy en día no existe ninguna madre que haya explicado este misterio, puesto que la mayoría de las personas deducen que se trata de una conexión que viene de tiempo atrás cuando Dios le permitió a María concebir un hijo por obra y gracia de Espíritu Santo, y que todas las madres presentan un vínculo fraternal desde el primer momento, gracias a una obra divina.
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Es un vínculo que permanece en el tiempo
El término vínculo nos remite a la idea de dos relacionándose entre sí. Si esto se refiere a la madre y su bebé, estamos hablando de una relación afectiva única y especial que no cesa nunca, debido a que todo lo que el bebé vive lo sigue buscando de grande: olores, caricias, abrazos y consuelo. En algún momento, todos desean lo que de bebés tuvieron, y viceversa.
Asimismo, el temor al despego es un factor principal que tienen todas las madres. Psicólogos recomiendan que es bueno prepararse y mentalizarse, con la famosa frase, “Tu hijo no te pertenece, es prestado”.
Por otra parte, esta frase no hace que la conexión se acabe puesto que permite, únicamente, que la madre se prepare mentalmente a que en algún momento la conexión será telepática.
El vínculo como lazo afectivo es fundamental de parte y parte porque hace posible que las madres quieran colmar a su bebé de amor y afecto, protección y estimulación. Este permite, a su vez, enseñar al bebé el primer modelo a seguir para entablar relaciones interpersonales, fomenta la sensación de seguridad y su autoestima.
¿Por qué los padres no tienen este tipo de conexión?
Cuando el bebé nace ya conoce a su madre, la ha oído hablar durante todo el embarazo y su olor le es muy familiar. Es por ello que el bebé se calmará rapidísimamente, cuando tras la primera asistencia en el paritorio, lo pongan en los brazos de su madre.
En muchas ocasiones, tras el nacimiento del bebé, muchos padres se preguntan por qué no hay ese instinto. Esto se da por lo ya mencionado anteriormente , en algunas ocasiones, puede reconocer la voz del papá que por nueve meses también le habló pero esto no quiere decir que vaya a existir alguna conexión instintiva con el paso de los años, debido a que el padre se mueve más por los actos afectivos externos que no internos.
Por otra parte, los lazos afectivos, la mayoría de las veces, están preparados biológicamente para establecer el vínculo madre e hijo(a). Según especialistas, existe una que se presenta en la interacción con el bebé: contacto físico “piel con piel”, contacto visual, hablar con el recién nacido, acariciarlo, 
  acunarlo y amamantarlo.
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¿Es acaso una relación que produce seguridad, conocimiento, sosiego, consuelo, agrado y placer?
Existen ciertos estudios que reflejan que la relación madre-hijo es capaz de superar todo. No hay nada que la madre no pueda lograr en un hijo, y al contrario, no hay hijo que no sea la debilidad de una madre. No se sabe a ciencia cierta de que va este misterio que involucra a todas las madres del mundo pero se deduce que, la conexión solo se da siempre y cuando el bebé haya estado en el vientre de la mujer, de lo contrario no existe crianza que de paso a un instinto similar.




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