La Justicia brasileña informó el pasado miércoles de que autorizó a
un paciente a adquirir fosfoetanolamina sintética, una polémica píldora
que ha sido empleada como “remedio” contra el cáncer, a pesar de que las
autoridades niegan que existan pruebas de que esa sustancia sea eficaz.
El fallo judicial, de carácter provisional, fue dictado el pasado 6
de noviembre por el juez Cássio Benvenutti de Castro, del estado de Rio
Grande do Sul, pero tan solo fue dado a conocer este martes.
La fosfoetanolamina, desarrollada por la Universidad de Sao Paulo
(USP) y que durante más de una década fue distribuida de manera
gratuita, está prohibida hasta conseguir la homologación de la Agencia
Nacional de Salud (Anvisa), por lo que pacientes enfermos de cáncer han
recurrido a la justicia para su liberación.
En su decisión, el juez Benvenutti de Castro argumentó que tuvo en
cuenta el sufrimiento del paciente de la localidad de Terra de Arei (Rio
Grande do Sul), portador de un tipo de cáncer maligno diagnosticado en
2014 y que se encuentra en una fase avanzada.
“La decisión tiene en cuenta el sufrimiento del paciente que relata
dolores severos, la esperanza de vida y la mejora del cuadro general,
algo que el tratamiento convencional no estaría proporcionando”, señala
un comunicado del tribunal de Justicia de Rio Grande do Sul.
La Justicia de este sureño estado de Brasil ya había concedido otras
dos autorizaciones para la utilización de la píldora a dos pacientes de
las localidades de Caxias do Sul y Cachoeira do Sul.
La substancia comenzó a ser producida en laboratorio químico del
instituto de química de Sao Carlos, en la Universidad de Sao Paulo, a
comienzos de la década de 1990 y fue distribuida de manera gratuita a
los pacientes que la solicitasen hasta el pasado año.
A pesar de los relatos positivos de algunos enfermos, la comunidad
médica y científica considera que fosfoetalonamina no puede ser
considerada como un medicamento porque no han sido comprobadas sus
supuestas propiedades curativas.
Igualmente, la USP informó recientemente, tras una anterior decisión
judicial, de que cumplirá las órdenes, pero reiteró que la
fosfoetanolamina “no es un medicamento” y que la universidad “no es una
industria química o farmacéutica”.
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