Los precios de algunos alimentos hacen
cada vez más difícil poder llevarlos al plato. Rubros que
tradicionalmente eran económicos, se han encarecido a niveles alarmantes
y los que eran un poco más costosos, ya se tornan casi imposibles de
comprar con regularidad.
Tal es el caso de dos de los más utilizados ingredientes en las cocinas venezolanas como la cebolla y el tomate, cuyos precios son exorbitantes. De 440 bolívares en diciembre, hoy la cebolla oscila entre los 1200 hasta 1500 bolívares. Supermercados privados emplean 1230 como precio base, pero en abastos y comercios más pequeños, se encarece.
El tomate, pasó de 515 bolívares el
pasado diciembre hasta los 1000, e incluso 1200 bolívares. Las cadenas
privadas utilizan 933 bolívares como marcador, lo que representa un alza
de casi el 100%. Ni hablar del caso de los huevos, -pensando en un
tradicional perico criollo-, cuyo precio regulado es de 420 Bolívares,
pero que en la realidad ronda cifras más elevadas, consiguiéndose en
600, 800 y hasta 1000 bolívares el cartón.
También la papa, la zanahoria, la
remolacha subieron hasta 100%. El ají, ingrediente fundamental del sazón
venezolano, también elevó su precio de manera espectacular, llegando
hasta 1000 bolívares. Acelga, espinacas, cebollín o célery, oscilan
entre los 500 y hasta 900 bolívares. Si bien los mercados mayoristas
manejan precios más solidarios, lo cierto es que a muchas personas se
les hace cuesta arriba agregar a su jornada semanal una visita a alguno
de esos establecimientos, aunque siguen siendo una alternativa viable,
con un ahorro de hasta 25% en algunos rubros.
Se trata de un alza sumamente
significativa para los consumidores venezolanos que, tras la subida de
las fuentes de proteína de origen animal, ven como los vegetales también
se ponen cuesta arriba, y continúan buscando y exigiendo soluciones.
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