En el municipio de Cabra, en la provincia de Córdoba, España, cuentan
con alguna que otra curiosidad para la Semana Santa. La más resaltante
es que en la magnífica Parroquia de la Asunción que, por una parte tiene
la base de una antigua mezquita, que se adivina a simple vista y,
además, está construida con una piedra caliza que se produce cerca de la
ciudad y que se asemeja al mármol pero que, cuando existe mucha humedad
“normalmente dos o tres días antes de que llueva”, según indica el
técnico de Turismo de la localidad, Francisco Javier Gómez , “supura
agua por la condensación, desde los suelos hasta las columnas y parece
que esté “llorando””.
Cerca, en el municipio de Lucena se
encuentra la iglesia de San Mateo que fue una sinagoga hebrea en una
ciudad en la que predominaron históricamente los judíos conversos y en
la que sus rastros son evidentes. Por ejemplo, caminando por el centro
de la urbe se ven numerosos signos que recuerdan a este colectivo, como
ver los nombres de las calles en castellano y en hebreo, además de en
musulmán, señal inequívoca de que sus habitantes no olvidan esa mezcla
de culturas que convivieron durante siglos allí.
Una de sus
costumbres en la semana de Pasión es que los santeros (costaleros) salen
llevando los pasos a rostro descubierto, como reminiscencia de los
primeros judíos conversos que salieron en procesiones en la Edad Media,
para demostrar de forma clara y contundente a toda la ciudad, que habían
abandonado sus creencias hebreas.
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