lunes, 31 de octubre de 2016

Diabetes, hipertensión, estrés y una vida sedentaria afectan la vida sexual



En las habituales relaciones del médico con los pacientes, la sexualidad suele ser un tema tabú que no se aborda y sobre el que no se suele consultar por propia iniciativa. Sin embargo, numerosos estudios demuestran una clara relación entre calidad de vida y vida sexual satisfactoria. En algunos, incluso se asocia esta última a una mayor longevidad. 

De hecho, para que el ciclo de la respuesta sexual se desarrolle de manera satisfactoria, tanto en la mujer como en el hombre, es esencial la adecuada irrigación sanguínea de las zonas genitales y de los órganos y sistemas implicados. 

Cualquier enfermedad que afecte a los vasos comprometerá también el rendimiento sexual. Los mecanismos por los que una enfermedad puede menoscabar la vida sexual son numerosos y conviene conocerlos. Están reconocidos como factores de riesgo la diabetes, hipertensión, estrés, una vida sedentaria, obesidad, tabaquismo y la toma abusiva de sustancias como alcohol, drogas, entre otros.

La diabetes es una alteración del metabolismo de los hidratos de carbono que se caracteriza por un aumento excesivo de la glucosa en sangre. Existen dos tipos de diabetes: Tipo I, que suele presentarse de manera brusca, en personas jóvenes y requiere tratamiento con insulina. Y Tipo II, que comienza de manera insidiosa, con pocos síntomas, habitualmente en personas mayores de 35 años y que suele tratarse con fármacos orales. La diabetes Tipo II está muy relacionada con la obesidad y es más frecuente que provoque trastornos circulatorios, sobre todo cerebrales y cardíacas. También suelen asociarse en mayor medida a otras enfermedades como hipertensión y colesterol alto.

La diabetes, en cualquiera de su dos tipos, produce disfunción sexual en aproximadamente la mitad de los pacientes y según avanza la enfermedad la cifra aumenta. Los trastornos sexuales afectan sobre todo a la fase de excitación y provocan dificultades de excitación y de lubricación en la mujer, y disfunción eréctil en el hombre. 

Esta afectación de la excitación sexual en las personas con diabetes es más progresiva y grave que la que ocurre con otras enfermedades, y a lo largo de su evolución se le asocian trastornos de deseo y también en el orgasmo. 

En el hombre con diabetes es muy frecuente la disfunción eréctil, y tiene su origen en los trastornos circulatorios y neuropáticos que la enfermedad provoca, y si no se trata médicamente, aumenta con la edad y los años de evolución de la enfermedad. 

Con el tiempo, la disfunción eréctil genera pérdida de confianza en la propia capacidad para alcanzar la erección, temor a fracasar e incomunicación con la pareja, que podrá malinterpretar algunas conductas, suele pensar que ha perdido atractivo o que hay otra persona de por medio y es fácil que se produzca un grave conflicto. 

Todo ello tiende a perpetuar la disfunción eréctil y a que se asocien trastornos del deseo y del orgasmo si no se realiza un adecuado tratamiento. La diabetes agrava y acelera los trastornos vasculares en el pene típicos del varón que envejece.

En la mujer con diabetes se puede presentar, los trastornos del deseo, las dificultades en la lubricación vaginal y la anorgasmia. La disminución o ausencia del deseo puede tener un origen psicológico, relaciones insatisfactorias, ansiedad, sentimiento de inferioridad, vergüenza, baja autoestima, pero también a menudo está relacionada con la enfermedad, debido a que los altos niveles de glucosa pueden ocasionar cansancio intenso, lo que conlleva descenso del deseo. 

El problema sexual más frecuente son las dificultades para obtener una adecuada lubricación por afectación de la excitación asociada a una falta de expansión vaginal, lo que conduce a unas relaciones coitales irritables y dolorosas y que suelen acarrear disminución del deseo e incluso rechazo a las relaciones sexuales.

La diabetes no controlada impacta en muchos aspectos a los pacientes, sobre todo en su vida sexual, debido a que detona algunas disfunciones sexuales como sequedad vaginal, disfunción eréctil, anorgasmia y dolor durante el coito; sin embargo, con un tratamiento adecuado y algunas medidas se puede disfrutar al máximo su sexualidad. En su próxima visita a su médico consúltele si nota algún cambio en su respuesta sexual.

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