“Ana Ruth todavía presenta dificultad para respirar. Ayer (domingo) tuvo un episodio respiratorio bastante fuerte, pero le colocamos oxígeno y ahora se ve menos pálida. Ana Saray no ha vuelto a sangrar (a través de las heces)”, fue el parte médico que ofreció una de las doctoras que trata a las siamesas Pertuz en el séptimo piso del Hospital Universitario de Maracaibo.
Informó que, aunque no han manifestado fiebre, “no se descarta que tengan una infección”. El equipo médico espera la evolución para que puedan alimentarse con leche materna.
Desde el miércoles pasado, las menores están recluidas en este centro de salud, donde les han practicado exámenes sanguíneos y de imágenes, pero todavía se desconocen los resultados. Los detalles sobre el caso continúan reservados. Oficialmente, no se sabe cuáles órganos comparten y si existe la posibilidad de separarlas a través de una intervención quirúrgica.
Hasta ahora, la mamá de las recién nacidas, Daniela Pertuz, no ha podido verlas. El sábado acudió al HUM, pero no pudo llegar al servicio de Neonatología porque el ascensor está averiado.
“Daniela no está del todo bien. Dice que siente un peso en el abdomen que le baja hasta el vientre cuando se levanta. Es como si se le movieran los órganos. Le ha dado fiebre y tiene la hemoglobina en 6. A ella no le pusieron consulta y por eso no le han quitado los puntos de la cesárea. Está en el ranchito”, manifestó, preocupada, una de sus hermanas, Ruth Suárez.
Pertuz, quien es madre primeriza, no se alimenta adecuadamente “porque el dinero no alcanza para todos los gastos”. El sábado no desayunó y tampoco almorzó. La precariedad pasa factura e impide una recuperación que urge para el reencuentro con sus bebés, pues “los médicos dijeron que tenía que estar en buenas condiciones para poder darles la teta”.
La familia solicitó la donación de pañales y las medicinas (Hepafol y complejo B) para Daniela Pertuz. Cualquier persona que pueda colaborar, por favor, comuníquese: 0416-0176618.
También requieren ayuda para trasladarse diariamente al hospital. “Vivimos en el barrio La Esperanza, vía Palito Blanco y se nos hace muy difícil llegar hasta el Universitario. Ya no tenemos más dinero y menos en efectivo para los pasajes”, lamentó Jesusita Araujo, abuela de Ana Ruth y Ana Saray.
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