La policía de Bolivia ha reprimido este jueves con gases lacrimógenos una multitudinaria marcha que llegaba a La Paz desde El Alto, acompañando los ataúdes de cinco de las ocho personas que murieron el pasado martes en la planta de acopio de gasolina y gas de Senkata, en las afueras de esta última ciudad. “No respetan ni a los muertos”, se escuchaba entre los grupos de manifestantes que quedaron desperdigados por el centro de la capital boliviana tras la actuación policial.
Los manifestantes querían denunciar en la capital la muerte de sus compañeros y desmentir que pertenecieran a grupos armados como había asegurado el Gobierno interino de Áñez. Denuncian que el Gobierno está consumando una “masacre” en el país sudamericano y durante su protesta señalaban también a los medios de comunicación. “Prensa, vendida, deja de mentir” y “vayan a Senkata”, le gritaban a los pocos periodistas locales que seguían la marcha. La mayoría de los periódicos, aseguraban, han calificado la violencia en el país como "enfrentamientos" o "actos terroristas", mientras que la cadena Telesur, que defiende la posición del expresidente Evo Morales sobre su derrocamiento por un golpe de Estado, ha sido eliminada del servicio de cable estatal.
“No soy masista [militante del MAS, el partido de Morales], tampoco terrorista”, gritaban los manifestantes, que cargaban cientos de wiphalas, la bandera indígena que identifica a quienes se oponen a la presidenta interina Jeanine Áñez. Uno de los carteles rezaba: “No somos una horda de delincuentes, somos el pueblo”.
El Instituto de Investigaciones Forenses, que pertenece a la Fiscalía, informó que los ochos muertos de Senkata fueron abatidos por disparos de armas de fuego “no reglamentarias”, respaldando al ministro de Defensa, Fernando López, quien aseguró que los efectivos militares que estaban protegiendo la planta de Senkata “no dispararon”. El Gobierno afirma que los manifestantes de El Alto querían hacer un “atentado terrorista” volando los gigantescos depósitos en los que se acopia la gasolina y gas.
Una manifestante, indignada por la represión, prometió que la próxima vez los habitantes de El Alto llevarían dinamita y que harían “llorar a los lindos q’aras (blancos)”. Después de los sucesos de Senkata, los múltiples bloqueos de las entradas a La Paz por parte de indígenas y campesinos se han fortalecido. Dentro de la ciudad, la gasolina está racionada y hay carestía de varios productos. Los camiones del municipio no pueden recoger la basura, que se acumula en las esquinas.
Mientras tanto, la Asamblea Legislativa continúa tramitando una ley de convocatoria a elecciones que dé una salida política a la crisis boliviana, que este jueves cumple un mes. En el debate parlamentario está participando el MAS, que quiere elecciones en enero, y el oficialismo, que las prefiere en marzo.
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