jueves, 29 de octubre de 2020

«Vacuna nasal» contra el COVID-19 desarrollada en Brasil podría estar lista en 2021

 

Científicos de dos universidades brasileñas avanzan en el desarrollo de una vacuna contra el COVID-19 que se aplica a través de un spray nasal y no una inyección. Los investigadores destacan que su forma de aplicación solucionaría varios problemas y ya idean un plan para que sea producida a gran escala.

Una novedosa vacuna que elimine al COVID-19 desde la «puerta de entrada» al organismo podría ser realidad gracias al trabajo de un grupo de investigadores brasileños, que avanza en el desarrollo de una vacuna nasal contra el coronavirus capaz de inmunizar a la persona desde su propia mucosa.

El proyecto es desarrollado por un grupo de investigadores de la Universidad de Sao Paulo (USP) y la Universidad de Campinas (Unicamp) y tiene como objetivo crear una vacuna contra el COVID-19 que, en lugar de aplicarse a través de una inyección, se aplique mediante un «spray nasal».

Laura de Oliveira Nascimento, investigadora de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas de Unicamp, explicó, en declaraciones difundidas por la propia universidad, que «está comprobada la ventaja de proteger a la persona en la entrada viral porque consigues tener inmunidad en la mucosa nasal, lo que evita la entrada viral y una posible residencia por corto tiempo del virus, inhibiendo la contaminación de otras personas».

Pero la vacuna nasal también tiene, según los investigadores brasileños, importantes ventajas operativas. Al aplicarse a través de un spray, no requiere personal con capacitación específica para su aplicación.

Al mismo tiempo, soluciona el problema del abastecimiento de agujas, un punto que puede parecer insignificante pero es vital para una vacuna que debería ser recibida por miles de millones de personas en el mundo. «Hay cálculos de que si todos tuviesen que ser vacunados al mismo tiempo no habría agujas para proveer a todos nosotros», ilustró De Oliveira.

Para los investigadores, la vacuna nasal generará más «adhesión a la vacunación» gracias a su sistema de aplicación más amigable y que convence más fácil a esas personas con temor a los inyectables.

Como última ventaja, los investigadores mencionan que fue hecha con «tecnología 100% brasileña», lo que permite al país sudamericano contar con una alternativa para la inmunización que no dependa de otros países.

El problema de la escala

El proyecto de la vacuna comenzó con el desarrollo de un antígeno basado en una molécula proteica que activa al sistema inmune del cuerpo contra el virus. Luego, los investigadores se valieron de nanotecnología para aumentar la concentración del antígeno.

Marco Antonio Stephano, profesor de Inmunología de la USP y coordinador del equipo que desarrolló la vacuna, explicó que el polímero que compone el antígeno también es mucoadherente, lo que asegura que permanezca «dos o tres horas en la mucosa» luego de ser aplicado, tiempo suficiente para que sea absorbido por el organismo. Una vez que eso pasa, el sistema inmunológico comienza a producir dos anticuerpos: la inmunoglobulina G, que permanece en la circulación sanguínea, y la inmunoglobulina A, que permanece en las mucosas.

Superada la etapa del desarrollo de la vacuna, los investigadores brasileños enfrentan el desafío de lograr producir una vacuna a gran escala, capaz de inmunizar a grandes cantidades de personas. Para eso, deben poder replicar la composición de la vacuna en grandes cantidades, cuidando de mantener las características físico-químicas de la vacuna, diseñada originalmente en un rango de tamaño nanométrico.

Ese trabajo, que según explicó De Olivera estará a cargo de los investigadores de Unicamp, buscará poder pasar de los 10 mililitros desarrollados para las pruebas de laboratorio a una cantidad de 10 litros, la cantidad necesaria para pensar en un escalamiento mayor, sin que se pierda la calidad.

En medio de la carrera mundial para tener listas las vacunas contra el COVID-19, la vacuna nasal brasileña ya tiene un calendario fijado. Los investigadores prevén culminar en octubre los ensayos preclínicos en animales y que sus resultados puedan ser analizados en noviembre de 2020 por un Comité de Ética. Si no surgen inconvenientes, los ensayos en humanos podrían comenzar en enero o febrero de 2021.

La vacuna debería pasar luego por la aprobación de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa) de Brasil. El último paso es, explicó Stephano, que la vacuna pueda ser efectivamente producida a gran escala por un laboratorio. «Queremos que una empresa pueda realmente producir y que este trabajo no quede solamente en un artículo», sostuvo.


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