lunes, 30 de noviembre de 2020

Al borde del colapso: Mineros de criptomonedas están dejando sin electricidad a esta ciudad

 

Últimamente a los residentes de la capital de Abjasia, Sujum, les preocupan mucho los apagones causados por los mineros de criptomonedas cuyos ordenadores están sobrecargando la red eléctrica de la región. Las instituciones y los ciudadanos de a pie exigen más restricciones a esta actividad.

Casi aislada del mundo desde 2008, la economía de Abjasia, una región verde en la costa del mar Negro, se basa en gran parte en el comercio con Rusia. Sus productos se exportan al país vecino además de recibir a turistas rusos.

Pero desde el año 2016, Abjasia, que cuenta con unos 250.000 habitantes, también se ha convertido en un refugio para la próspera industria de las criptomonedas. Los empresarios están importando piezas de ordenadores y están aprovechando las económicas tarifas de electricidad en el país, así como los bienes inmuebles a bajo precio y las regulaciones poco estrictas impuestas por parte del Gobierno para instalar granjas de servidores y buscar ganancias gracias al boom global de las monedas digitales.

A diferencia de las monedas reales, que son impresas o acuñadas por los Gobiernos, las digitales, en términos generales, implican la realización de unos sofisticados algoritmos informáticos que se conocen como minería de las monedas. Eso requiere tanto costosos equipos computarizados, como un alto consumo de energía.

Además, el valor de las criptomonedas está aumentando. Un bitcoin ahora vale alrededor de 19.000 dólares; otra moneda valiosa, el ethereum, equivale a casi 600 dólares por unidad.

Consumo incontrolado de electricidad

La enorme demanda de energía está empujando la pequeña red eléctrica de Abjasia al colapso.

La situación jurídica del país ha obstaculizado su desarrollo, impidiendo que las inversiones externas modernicen su economía. Eso incluye también su red eléctrica, cuya principal fuente de energía es la central hidroeléctrica Inguri, la más grande del Sur del Cáucaso.

Las instalaciones de la era soviética, que se extienden entre Abjasia y el resto de Georgia, proporcionan electricidad a ambas partes. En el pasado, alrededor del 60% de su poder se destinaba al territorio controlado por el Gobierno soviético y el 40% a Abjasia.

Pero la demanda general de electricidad en el país ha aumentado considerablemente en los últimos años. Según una estimación, alrededor del 48% de la producción de Inguri ahora se destina a Abjasia. Eso ocurre debido a la minería de criptomonedas.

«Desde el año 2016, las actividades mineras de las criptomonedas han comenzado a desarrollarse en la república de una manera caótica. La falta de regulaciones legales que rigen esta actividad ha llevado a un consumo incontrolado de electricidad «, informó Kristina Ozgan, ministra de Economía, en la reunión gubernamental el 18 de noviembre.

Al mismo tiempo, la central Inguri tiene que cerrarse en febrero debido a las  muy necesarias reparaciones que requiere el equipo de la era soviética. Eso significa que Abjasia podría enfrentar apagones aún más drásticos.

Más aún, debido al déficit de electricidad, las autoridades tienen que comprar electricidad a Rusia, pero a menudo a precios que son tres o cuatro veces más altos que las tarifas internas estándar dentro de Abjasia.

Criptogranjas

Los ingenieros de servicios públicos comentaron a los funcionarios del Gobierno que hay alrededor de 150 criptogranjas, edificios o almacenes que contienen equipos informáticos que consumen energía en la región. En conjunto gastan alrededor de 40 millones de kilovatios por hora de electricidad al mes, aunque algunos especialistas estiman que podrían ser 120 millones de kilovatios por hora, un porcentaje considerable de la demanda general de la región.

Anteriormente en Abjasia las autoridades intentaron imponer algunas reglas y restricciones. Oficialmente la minería de criptomonedas se prohibió en diciembre de 2018, pero las lagunas de la ley hicieron inútiles estas normas, y casi no fueron aplicados castigos o restricciones.

Luego la industria fue legalizada nuevamente después de que una nueva administración tomara el control después de una lucha por el poder entre los clanes políticos rivales.

En septiembre de 2020 las autoridades de Abjasia tomaron varias medidas para tratar de frenar la industria. Las acciones incluyen una restricción de 60 días para la importación de los equipos informáticos y la introducción de un sistema de permisos. Además, las medidas exigen cuadruplicar las tarifas de electricidad para los mineros de criptomonedas.

Eso no impidió, sin embargo, que el operador regional de la red eléctrica impusiera apagones a principios de noviembre, causando el descontento de la población en general.

«La sobrecarga de la red eléctrica, que ya se encuentra en un estado deplorable, conduce a frecuentes accidentes; desactiva transformadores y subestaciones», comentó una coalición de oposición en un comunicado. Los electrodomésticos y otros aparatos eléctricos se queman debido a las fluctuaciones repentinas y frecuentes de voltaje en las casas, opinan los opositores. Con un enfoque tan desorganizado del problema, las cosas solo empeorarán, afirman.

El director del Teatro de Drama de Sujum, Irakli Jintba, se queja de que la maquinaria escénica y las computadoras están constantemente fuera de línea.

«Debido al hecho de que alguien está ganando mucho dinero consumiendo sin piedad un recurso colectivo [electricidad], nosotros y todo el Estado debemos incurrir en pérdidas y generalmente sufrir en todas las formas posibles”, señala Jintba.

«Trato de descubrir cómo ganar dinero si tengo solo cuatro horas [sin electricidad] durante mi jornada laboral. Pero hoy no había electricidad en absoluto. Funcionó solo cinco minutos», comenta Yekaterina Yenik, periodista local.

«Es completamente obvio que aquí necesitamos medidas más duras. El mundo entero necesita unirse y prohibir estrictamente esta actividad hasta que pongamos las cosas en orden en nuestra red eléctrica «, explica Alexei Lomia, un abogado de Sujum. «De manera legal o ilegal, pero prohibirlo todo, porque ya no lo soportaremos”, enfatiza.


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