miércoles, 16 de diciembre de 2020

La relación entre el COVID-19 y la obesidad

 

Recientemente, por desgracia, a la lista de complicaciones relacionadas con la obesidad se ha añadido el COVID-19.

El coronavirus no afecta a todos por igual. Hay estados patológicos muy extendidos que nos hacen especialmente vulnerables, uno de ellos: la obesidad. Ambas complicaciones suponen, por separado, uno de los grandes riesgos para la salud a nivel mundial, y juntas, quizá el mayor.

Todos sabemos que el coronavirus es una enfermedad que, a la hora de atacar a nuestro sistema respiratorio, hace distinción entre grupos de edad o personas afectadas por otras complicaciones de salud. La gravedad de su incidencia no se aplica por igual a todo el mundo, pero esto, por desgracia, no es lo que ocurre con otras patologías.

La obesidad, por su parte, es uno de los mayores ejemplos de estados patológicos que puede acarrear comorbilidad, es decir, la aparición de diversos trastornos derivados de este. No resulta extraño, de hecho, que automáticamente se relacione la obesidad con problemas cardíacos, hipertensión o problemas óseos y de movilidad. Recientemente, por desgracia, a esta lista de complicaciones relacionadas con la obesidad se ha añadido el COVID-19.

Covid-19 y obesidad: Los datos que está dejando la pandemia

Desde el comienzo de la pandemia y casi sin excepción, los Ministerios de Salud de los países afectados han ido recogiendo datos y concluyendo investigaciones que apuntan hacia la obesidad como una de las patologías más relacionadas con los estados más graves de la enfermedad del COVID-19.

Algunos países como México ofrecen datos que revelan que el 70% de los fallecidos a causa de la enfermedad del coronavirus padecían enfermedades derivadas de la obesidad. Otros, como España o Francia constatan que hasta un 80% de los casos de mayor gravedad del coronavirus han sido padecidos por personas con obesidad. Los datos que vienen desde el continente asiático son similares. El coronavirus y la obesidad han estado –y están- en contacto en todos los rincones del mundo y las consecuencias son idénticas.

Estos datos, que ya de por sí son preocupantes, hacen saltar todas las alarmas cuando son comparados con el crecimiento exponencial de la obesidad en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, ya en 2016 un 40% de la población adulta mundial poseía sobrepeso, y cerca de un 14% del total de la población adulta a nivel mundial padece obesidad. Estos datos, no han mejorado en los últimos cuatro años y, lo que es aún peor, han aumentado especialmente entre la población más joven. En ese mismo año, 41 millones de niños menores de cinco años y 340 millones de niños y adolescentes en el mundo padecían sobrepeso u obesidad, y esto, puesto en relación con el coronavirus destruye de un plumazo el pequeño respiro que daba el virus hasta el momento, al igualar la potencial gravedad del virus a todos los grupos de edad.

Los motivos de la mayor incidencia del COVID-19 en personas con obesidad

No es difícil imaginar los motivos que hacen que el coronavirus, una enfermedad respiratoria, influya de manera más agresiva en la población que ya de por sí puede tener dificultades respiratorias derivadas de sus problemas de sobrepeso. No obstante, los problemas respiratorios previos no son el único terreno fértil para este virus. Entre las patologías derivadas de la obesidad que más influyen en las complicaciones por coronavirus encontramos:

  • Diabetes: la hipoglucemia está directamente relacionada con complicaciones en enfermedades de origen vírico.
  • Tensión arterial alta: respecto a la hipertensión, es importante señalar que no solo la afección en sí influye de manera negativa a la gravedad de la enfermedad del coronavirus, sino que también, según han demostrado diversos estudios realizados por investigadores del hospital de Xijing, los medicamentos utilizados para tratar a pacientes hipertensos han causado complicaciones en la enfermedad o han interferido negativamente con los medicamentos que se utilizan para tratar el COVID-19.
  • Colesterol alto: una mayor presencia de colesterol en el cuerpo favorece el asiento viral, es decir, la reproducción del virus dentro del organismo, que necesita de la presencia de lípidos para incorporarse a las células.
  • Enfermedades hepáticas: aunque aún no se conocen datos concluyentes sobre una mayor o una incidencia más perjudicial del COVID-19 en personas que padecen enfermedades hepáticas, debe tenerse en cuenta que algunos pacientes enfermos de coronavirus han desarrollado alteraciones en las enzimas presentes en el hígado o incluso insuficiencia hepática, por lo que el virus puede agravar estas enfermedades.

Todos estos datos revelan que la relación entre el coronavirus y la obesidad es estrecha. Como hemos observado, por un lado, las patologías derivadas de la obesidad inciden en la gravedad del ataque del virus en los organismos, por otro, el propio virus es capaz de empeorar enfermedades específicas que también guardan relación con el sobrepeso y la obesidad. Por este motivo, para cuidarnos del virus, debemos empezar por cuidarnos de una patología que cada día afecta, también, a más y más personas.



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