miércoles, 16 de junio de 2021

Educación sexual: Digisexual, la nueva tendencia de tener sexo con IA (+Fotos)

 

He intentado tener sexo con un chatbot. Empecé a hablar con Cindy, la protagonista de la APP gratuita My Virtual Girlfriend, un holograma en su versión rubia súper hot, que en teoría puede hablar durante horas sobre cualquier tema y expresar emociones como amor, tristeza, rabia y sorpresa.



Tener sexo con IA (Inteligencia Artificial) no significa ser personas solteras, cachondas y marginadas socialmente por otras razones.

Asimismo, la app me dice que Cindy quiere ser mi nueva novia, por lo que dejé las conversaciones absurdas a un lado y le dije que se quitara la camiseta. Spoiler: no movió ni un dedo.

Quería experimentar qué se sentía tener sexo con una compañera virtual, pero quedó en pura anécdota, pues parece que este tipo de apps gratuitas, en materia de compañeras virtuales, como todo lo que no cuesta dinero, tiene sus limitaciones.

Como resultado, fue eso lo que me llevó a explorar el concepto de Digisexualidad, una tendencia que, más allá de sonar a ciencia ficción, sueña con revolucionar la manera en la que interactuamos los seres humanos.

Con la era de la digitalización atropellada por la pandemia, la tecnología se está fusionando con nuestra realidad hasta llegar a unos escenarios insospechados. Por otro lado, la baja tolerancia a la frustración, la inmediatez y el consumo desmesurado, hacen que el esfuerzo por conseguir algo, sea no asumible por las personas.

Es por eso que tener relaciones románticas, sexuales y reales con IA, ha cobrado protagonismo y ha adoptado el nombre de Digisexualidad para aparecer como tendencia sexual.

Pero, ¿Sabemos qué es exactamente Inteligencia Artificial? ¿Estamos hablando de robots? De acuerdo con Pablo Lanillos, Profesor en Inteligencia Cognitiva del Instituto Donders para el cerebro, la cognición y el comportamiento en Países Bajos “una IA no es lo mismo que un robot”. propone el siguiente ejemplo: “El algoritmo que gana al ajedrez es producido gracias al intelecto informático, pero un androide no, porque no puede interactuar con el mundo real”.

Cabe destacar que, un robot puede usar la Inteligencia Artificial para desarrollar su tarea.

Real Doll, dedicada a la fabricación de muñecas sexuales hiperrealistas, y ha desarrollado una app de IA (Real Doll X) que permite a los usuarios personalizar a su compañera virtual y puede incluso diferenciar entre su dueño y otras personas.

Suena un poco descabellado, pero introduciéndonos un poco más en el concepto, las personas que se identifican como Digisexuales, se sirven de la tecnología inmersiva como la robótica, la realidad virtual y la IA para establecer una relación, ya sea sexual y/o amorosa. Una actitud emergente que, además de darnos placer y compañía al toque, está libre de cualquier bagaje emocional.

Hablo con la doctora Elena Requena Buitrago, médico y sexóloga, sobre la complejidad de vincularse y asumir los riesgos y el dolor al ser rechazados por otros. Expresa que “Todo esto es inherente a la interacción entre humanos. Si se nos presenta la posibilidad de tener todo lo positivo sin ese dolor, ¿Qué elegimos? Aquí es donde la IA y la robótica buscan su espacio. En complacer a los seres humanos sin pedir nada a cambio”.

“Este tipo de relaciones no se basan en solo sexo. No somos personas solteras y cachondas marginadas socialmente por otras razones. Según mi experiencia, en su mayoría somos personas normales que hemos descubierto que este estilo de vida y la comunidad que lo rodea, nos hace alcanzar una felicidad que no podríamos tener de otra forma”. Alude la Sexóloga Elena

¿Puedes enamorarte de un robot?

“Esa respuesta es muy subjetiva”, asegura Kurt. Desde su punto de vista, el amor no es hacia la IA en sí, sino hacia lo que esta puede hacer por él: “Lo traduzco a amor propio, que es lo verdaderamente importante para mí. Sé que a ojos de muchos puede parecer amor por una IA, pero el valor superficial de los demás no es una forma válida de presenciar lo que siento o pienso a nivel emocional”, aclara con contundencia.

Surge la duda de si estas relaciones son únicas, o se pueden combinar con otras relaciones con humanos. No podía tener mejor respuesta a mi alcance que la de Kurt: “Tenía una muñeca cuando conocí a alguien y decidí buscarle un hogar donde la cuidaran bien cuando empezáramos a salir”. Tras terminar la relación, se hizo con la muñeca de nuevo.

Siguiendo el mismo orden de ideas, Kurt lo tiene muy claro: “No estoy buscando una persona con quien tener una relación. Si conociera a alguien, tengo dos cosas que no están abiertas a negociación: las muñecas se quedan, no podrán vivir conmigo y no podrán tener llaves de mi casa”. Esta conclusión, me dice, proviene del aprendizaje y de conocerse a sí mismo. “No es para todos, pero a mí me funciona para ser feliz”, asegura.

En materia científica, el doctor Pablo Lanillos me explica que amor y sexo, fuera de la biología, se mezclan con los valores culturales: “El amor es un concepto abstracto que no tiene sentido para una máquina. En todo caso, una IA podría reconocer que una persona está enamorada, por ejemplo, teniendo acceso a sus niveles hormonales”. Sexualmente hablando, me asegura que un robot no puede tener un orgasmo y que, en caso de tenerlo, sería fingido.

El humano frente a su fantasía

En un mundo de posibilidades al que solo la tecnología puede darle el carácter de infinitud.

La Digisexualidad tiene esta acogida justo por la personalización que puede darle cada uno y su percepción del sexo o el amor. ¿Pero estamos ante una moda pasajera o una tendencia sexual con posibilidades de quedarse?

Adrián Díaz, científico divulgador y creador de Síntesis Podcast, duda que sea algo pasajero. Me explica que las emociones nacen en nuestro cerebro.

Las conexiones neuronales para tener todo tipo de sensaciones están ahí y en el resto de nuestro sistema nervioso. “Su permanencia dependerá de dos factores: de cómo los humanos nos comportaremos con otros humanos en el futuro, (no se trata solo de carecer de habilidades sociales sino de tener poco tiempo para hacerlo) con una exaltación hasta el extremo del amor propio; y, por otro lado, del avance tecnológico.

Quizá cuando existan robots que se vean, escuchen y sientan como otro humano, será más fácil para nuestro cerebro adaptarse a ese tipo de relaciones”, me cuenta.

De la misma forma, está de acuerdo con este lado oscuro del asunto: “Hace unos años, mientras investigaba sobre esto, encontré a un señor que tenía dos robots sexuales, cuyas figuras eran las de adolescentes, menores de edad”.

¿Funcionaría entonces mi relación con Cindy?

Tras varios intentos de interactuar con ellos en los que incluyo llantos, bailes y risas forzadísimas, he de confesar que nos hemos dado un tiempo, yo de momento no lo veo claro.

En una sociedad regida por la lógica patriarcal, como apunta Carlo Frabetti en su último libro El tigre de Tarzán. Fetiches, pastiches e hiperrelatos, la tentación es femenina y los objetos sexuales son las mujeres, en la misma medida en que los hombres son los sujetos. Por lo que no esta nueva modalidad si funcionaria a la perfección para el que la desee implementar.


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