El estrés y la ansiedad del “corre corre” nos quitan la sonrisa en navidad…
Son muchas las expectativas que nos sobrecargan, pero además, sin poder dejar de lado todas aquellas ocupaciones de la rutina y a las que se suman, por ejemplo, la entrega de informes de cierre de año mas proyecciones para el que viene en el trabajo, reuniones sociales que forman parte de la tradición, compras que implican esta celebración que además de quitar tiempo, representan un dinero para el que no estamos preparados, lo que nos hace endeudarnos y estresarnos aún más porque llegamos al primer mes del 2024 sin dinero, y una larga lista de cosas que hacen de esta época un torbellino y que nos alejan de lo que debería ser solo un final de ciclo: “una etapa para la revisión interna que nos permita tener claras la herramientas para hacerlo mejor en el siguiente”. Y lo más triste es, que no se trata de un estrés que se acaba, sino que se extiende y tendrá sus coletazos posteriores en enero.
En fin, uno llega muy cansado a fin de año y, a pesar de ello, obligatoriamente debemos hacernos los locos y sumar a ese agotamiento más cargas que nos pueden hacer explotar, así que ¡Cuidado! Debemos estar conscientes y aprender a gestionar todo tipo de excesos, ya sean de trabajo, emocionales y de celebración, porque muchos análisis señalan que en esta época se incrementan los porcentajes de personas en las emergencias de las clínicas u hospitales.
Una época de mucha demanda mental…
A todo el trabajo y esfuerzo físico que requiere el fin de año se añade la agonía emocional de ver terminar un ciclo, sin quizás haber cumplido algunas metas o haber solucionado ciertos problemas; o con una terrible incertidumbre de no tener muy clara nuestra vida para el 2024, sea por razones propias o ajenas como la situación país. Es más, muchos, cuando se sientan a pensar, se deprimen porque para algunos el último mes del año significa que se fueron otros 12 meses sin cumplir esos proyectos personales o familiares que tanto se vienen postergando, como si la vida se acabara el 31 de diciembre y no hubiese más tiempo para seguir intentando. Lo importante es el propósito, el accionar y ser constantes, ténganlo en cuenta.
Ante estos pensamientos rumiantes, debemos reflexionar y por ejemplo, recordar situaciones como la pandemia, en las cuales pensamos que el mundo acabaría y no sucedió. En la vida siempre se ocurre un reacomodo que nos permite seguir adelante. No has pensado que, incluso ahora, que enfrentamos las consecuencias negativas de una pandemia de dos años y que hay conflictos bélicos en el orbe que nos ponen igualmente riesgo, pues todo sigue y allí mal que bien, continuamos de pie.
Considera que, la carga física y emocional en diciembre es muy pesada y genera niveles de estrés, de ansiedad y angustia mayores, porque se juntan un montón de cosas extras, que en el resto del calendario no están y si, muchas son cosas entretenidas, pero cuando vienen todas juntas, aumenta el nivel de presión, por tanto, debemos tener el foco en nuestra salud, y en este mes, muchos, dejan el autocuidado de lado.
Analiza entonces que no es lo mismo el estrés de julio, al de diciembre cuando ya estamos “Low bat”, es decir, en el rojo de 1%, por consiguiente, la percepción del estrés, se vuelve mucho mayor de lo que realmente es y cualquier estímulo, por muy pequeñito que sea, puede ser efectivamente la gota que haga que el vaso se derrame. Insisto ¡Mucho cuidado! Porque adicionalmente, Navidad y Año Nuevo, son fechas que se supone son de celebración y toman una carga simbólica y emotiva que no es fácil de sobrellevar, porque no siempre podemos celebrar por múltiples circunstancias y debemos procesar esto para que no nos afecte o enferme mentalmente. Sin duda es una temporada de mucha exigencia emocional, de tiempo, de energía y dinero ¡Uffff!
Unos cuantos hacemos introspección…
Muchos en diciembre hacemos un recorrido de lo que ha sido el año ¿Qué hice? ¿Qué no? y ¿En qué cosas estoy satisfecho conmigo? Eso está muy bien porque hace que el inicio de año implique, una nueva forma de pensase, de vivir y de trazarnos nuevos objetivos para mejorar aquello que no me agrada o alcanzar lo que anhelo.
Toda la presión navideña, que por cierto a mí me encanta, también tiene su lado no tan positivo porque exacerba los ánimos en aquellos que no tienen autocontrol y puede despertar ciertas rencillas familiares y muchas otras cosas no tan buenas. Así que trata de evitar las situaciones incómodas teniendo en cuenta que es normal, por lo demandantes que pueden ser las fiestas, que la gente no modere sus reacciones y evita la confrontación para no echar leña al fuego. Esto es grave, porque además a veces no tenemos la energía, ni la paciencia para confrontar dichas situaciones.
Recomendaciones…
Toda esta carga emocional y mental no se elimina automáticamente a las 12 de la noche del 1 de enero, por tanto, busca, a toda costa, mitigar esos niveles tan altos de estrés, de fatiga y cansancio, que nos lleva a la ansiedad y la angustia, para no enfermarte.
Busca aquello que te relaje, comparte las cargas con aquellos que puedas, trata de no excederte con nada, ni con rumbas, ni con bebidas, ni comidas y mucho menos con los gastos.
No te armes expectativas tan altas con nada, navidad es simplemente una época de encuentros, de compartir y no debemos incorporar tanto nivel de exigencia al tema. Ese debe ser nuestro propósito. “No debemos pretender que las cosas salgan como uno quiere o como los ideales sociales dictan. Hay que saber disfrutar con lo que hay, tenemos y podemos”.
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