martes, 16 de septiembre de 2025

¿Oportunidad o trampa?: La lucrativa industria de las “novias virtuales en Venezuela”

 

La apremiante situación económica en Venezuela ha impulsado a un número creciente de jóvenes a buscar alternativas de sustento en el mundo digital.
En este contexto, un nuevo fenómeno gana terreno: las aplicaciones de “novias virtuales”, plataformas que prometen altos ingresos en poco tiempo.
Sin embargo, detrás de la aparente oportunidad laboral, expertas en derechos humanos alertan sobre los graves riesgos que estas plataformas esconden, señalándoles como una fachada para redes de trata y explotación sexual.
La doble cara de un empleo digital
Angélica, de 23 años, se encontró con este trabajo digital a través de una amiga. Fascinada por la posibilidad de ganar hasta $250 a la semana, una suma significativamente mayor a los $35 que recibía en su empleo como recepcionista, decidió dedicarse por completo a esta actividad.
La promesa de trabajar desde casa, con horarios flexibles, parecía una solución ideal.
El trabajo de una "novia virtual" es ofrecer compañía y comunicación en línea.
No obstante, Angélica cuenta que, para recibir las "monedas" de la aplicación, a menudo debe cumplir con peticiones de los usuarios, cómo mostrar partes de su cuerpo.
"Debo admitir que vale la pena porque no salgo de mi casa y gano hasta $250 por semana", confiesa, reflejando el dilema de muchas jóvenes que ven en estas aplicaciones una vía de escape de la pobreza.
Angélica entró en el mundo de las "novias virtuales" a través de una agencia que le enseñó a protegerse de los riesgos.
Aun así, la joven desconfía de las promesas de algunos usuarios de llevarla a otro país, consciente de los peligros que implican.
Este nivel de cautela es crucial, ya que estas agencias, si bien ofrecen una guía, no siempre garantizan la seguridad total de las jóvenes.
Una vulnerabilidad que los captores explotan
Beatriz Borges, directora de la ONG Centro de Justicia y Paz (Cepaz), afirma que la trata de personas a través de estas aplicaciones se ha vuelto más visible, aunque los casos raramente se denuncian por el miedo y el estigma social.
Borges explica que la crisis humanitaria en Venezuela, con la pobreza, la falta de empleo y la migración forzada, crea un terreno fértil para la captación de víctimas.
A esto se suman factores emocionales como la soledad y la necesidad de afecto, que los tratantes utilizan para manipular a las jóvenes.
Estefanía Mendoza, coordinadora de Mulier Venezuela, añade que estas ofertas están ligadas a modelos de explotación sexual.
La estrategia es siempre la misma: ofrecer un contacto con un hombre extranjero que prometa estabilidad económica, afectiva y la posibilidad de salir del país.
Educación y prevención como escudo
Las expertas coinciden en que la responsabilidad no recae en las jóvenes, sino en las redes criminales y en la falta de regulación.
La cosificación del cuerpo de la mujer venezolana, que ha sido reforzada por narrativas sociales, ha intensificado su sexualización y la ha convertido en un objetivo para los explotadores.
Borges y Mendoza señalan que la solución pasa por la educación digital y social.
"Si algo suena muy bien, hay que pensarlo dos veces y seguramente es falso", advierte Borges.
Ambas insisten en que las empresas tecnológicas deben asumir su responsabilidad ética, invirtiendo en sistemas que detecten la trata de manera temprana y ofrezcan canales de denuncia efectivos.
La historia de Angélica y la advertencia de las expertas demuestran que, aunque estas plataformas se presentan como una oportunidad, a menudo ocultan riesgos significativos.
La educación y la visibilidad de este problema son la única forma de proteger a las jóvenes que, en su búsqueda de un futuro mejor, podrían caer en una trampa de la que es difícil escapar.
Fuente: 2001




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