martes, 8 de octubre de 2013

Hombres vestidos de mujer: ¿fantasía o realidad?

Es bastante frecuente encontrarnos con aquel familiar hombre (padre, tío, primo, cuñado, etc.) que en las fiestas le gusta vestirse de mujer. Y hasta determinados ritos culturales, como las “despedidas de soltero”, incorporan esta práctica de travestismo.
Usar indumentaria del sexo opuesto forma parte de muchas costumbres en diferentes culturas. También los cambios en las estructuras de género, sobre todo en las mujeres, han llevado a una ropa más unisex. A diferencia de otras, las fantasías de “ser de otro sexo” tienen la fuerza de la concreción (aunque sea por un momento).
Existen varias prácticas relacionadas con el tema:
* Transformismo o drag queen: no es una opción ligada a la orientación sexual ni tiene objetivos erótico- estimulante. Sus fines son artísticos. El actor se convierte en mujer en el escenario pero no usa su recurso expresivo en la cama. No se cuestiona la identidad de género. Se diferencia, así, de las personas transgénero, transexuales o intersexuales que tienen que adaptar su cuerpo (por medio de hormonas, intervenciones estéticas o cirugía de reasignación) para buscar coherencia entre el sexo psicológico y el sexo biológico.  
* Crossdressing: es una práctica que lleva a varones heterosexuales a concretar sus fantasías. No está asociada al placer sexual, sino a liberar “el lado femenino”, una especie de gusto por usar sus, accesorios, maquillaje y hasta nombres de mujer. En general se realiza en secreto por la vergüenza que produce, aunque cada vez más hombres confían a sus parejas sus preferencias. Hasta se acompañan mutuamente a comprar ropa, o frecuentan clubes especiales para crossdressing. En nuestro país todavía es muy poco conocido y marginal. Sin embargo, ya existen lugares donde los hombres pueden concurrir y hasta reciben asesoramiento en vestuario y maquillaje para “montarse” o producirse.
* Fetichismo transvestista: actualmente está considerado un trastorno sexual (se ubica dentro de las parafilias). Consiste en sujetos heterosexuales (generalmente hombres) que buscan alcanzar el máximo placer sexual vistiéndose con alguna prenda del sexo opuesto (ejemplo: lencería, medias, vestidos, etc.). La mayoría de estos varones están casados o en pareja. La particularidad es que tienen una conexión más fuerte e intensa con el objeto fetiche que con su mujer. Desean estar con ella, tener relaciones sexuales, pero el clímax lo alcanzan cuando usan o se frotan con el objeto femenino.
"Todo es posible en la cama"
La intimidad de una pareja puede incluir el intercambio de ropa, el juego de roles, y hasta el uso masculino de consoladores. Todo es posible en la cama. Si un varón se viste con ropa de mujer dentro del juego erótico y dicha práctica no es condición “sine qua non” para tener sexo, no debería llamar la atención. No implica nada más ni nada menos que buscar nuevos recursos para disfrutar.
Considerar que ese hombre es un homosexual encubierto es un error. La homosexualidad es un deseo de amar y/o tener relaciones con alguien del mismo sexo y no implica usar indumentarias ni accesorios del sexo opuesto.





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