miércoles, 6 de agosto de 2014

Venezolanos con alto coeficiente intelectual tienen vocación científica



Un total de 64 niños y jóvenes han sido identificados con elevado coeficiente intelectual y con inclinaciones hacia la ciencia y la tecnología, según revelaron los responsables del programa Órbita CI 130, de la Fundación Motores por la Paz, el cual es apoyado por el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic).

Provenientes de distintos estados del país, 2 jóvenes cuentan con título universitario, 6 están cursando estudios superiores, 20 educación media y diversificada y 36 educación básica. Todos ellos son orientados por el mencionado programa.

Tal es el caso de Arbey López, oriundo de Guasdalito, estado Apure, que con tan solo 19 años de edad es el matemático más joven del país. Egresó con honores de la Universidad de Los Andes (ULA) e iniciará una maestría en la Universidad Federal del Río de Janeiro este 2014.

Un talento de este tipo se asocia con la posesión de un coeficiente intelectual superior a 130, lo cual hace que un individuo tenga especiales habilidades cognitivas. Se estima que sólo un 2% de la población mundial posee esta condición que si bien podría considerarse un don, necesita ser guiado para maximizar los resultados.

En tres años de funcionamiento, el programa Órbita se ha encargado de identificar a estos venezolanos y los ha orientado de acuerdo con sus áreas de interés, además de brindarles tutorías personalizadas que les ayuden en su desarrollo.

“El programa tiene el espíritu de garantizar el talento. Nosotros desplegamos esta iniciativa para identificar, diagnosticar y asistir a personas que comparten una cualidad de nacimiento: un coeficiente intelectual de 130 o más”, informó Gerardo García, presidente de la Fundación.

Según explicó el subdirector del Ivic, Alexander Briceño, la afinidad por el tema científico de los  niños y jóvenes ha sido crucial para que la institución apoye este programa, a través de distintas acciones.

El Ivic ha ofrecido pasantías en laboratorios y  organizado jornadas de atención psicosocial, talleres experimentales, entre otras actividades. “El apoyo del Ivic es trascendental. Al tener todos los integrantes del programa vocaciones científicas, ellos encuentran en el instituto nichos de desarrollo y pueden conocer además las necesidades de investigación del país”, señaló García.

En proceso de identificación
Durante el último año, 4 mil familias acudieron a la fundación para recibir asesoramiento. De este grupo, 500 niños y adolescentes fueron preseleccionados para realizar los últimos test que permitirán conocer su coeficiente intelectual.

Los primeros 300 realizaron las pruebas en la sede del Ivic. Todos ellos cumplieron con el siguiente perfil: leyeron fluidamente y realizaron operaciones básicas como sumar y restar antes de los 4 años y reconocieron los colores antes de los 2 años.

Tal es el caso Andrea Ponsot García, quien con diez años de edad demuestra una gran vocación musical. Desde los 6 años estudia piano y a partir del próximo mes de septiembre cursará el sexto grado de educación primaria, en Mérida.

“Creo que desde que estaba en la barriga de mi mamá me gusta la música. Además mi papá siempre colocaba Beethoven”, señala.

Más allá de conocer el coeficiente intelectual de la niña, su mamá Elizabeth García, busca orientación psicológica para ayudarla a tener mejores relaciones con niños contemporáneos a su edad.

También Saraí Farías solicitó orientación al ente. Su primer hijo, Abraham de 9 años, ingresó en el 2013 al programa. Este 2014, su hija Sara Isabel fue evaluada. Los dos tienen una gran capacidad para memorizar eventos y excelente rendimiento escolar.

De acuerdo con el director del programa Órbita CI 130, Jorge Portilla, es necesario ofrecer a los padres y representantes las herramientas para que puedan apoyar el talento del niño o joven con este tipo de condiciones.

Este programa, ofrece la ayuda necesaria para que estos chicos tengan las mejores relaciones con su entorno y círculo familiar. Algunas veces, explica el experto, ellos pueden despreciar las capacidades intelectuales de su círculo o ser sobrevalorados por sus familiares.
“Debemos desmitificarlos y quitar ese halo de perfección que rodea a un niño o joven con talento superior. Sólo cuentan con una capacidad de procesar información mayor que el resto pero no sirve nada si esa capacidad no está ligada al estudio, a la curiosidad, a la disciplina o constancia en un trabajo”, señaló García.
Si conoce algún niño con alguna característica particular, como lectura y habilidad numérica temprana, destreza para juegos como laberintos y ajedrez, puede escribir a la Fundación Motores por la Paz, al correo electrónico info@fundacionmotoresporlapaz.org o a la dirección de twitter @orbitaci130.






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