miércoles, 11 de marzo de 2015

La mente influye en la percepción del dolor



Si hay confianza en el tratamiento a seguir, las probabilidades de mejoría aumentan; este fenómeno es llamado analgesia por placebo.
  
Desde las clásicas píldoras, inyecciones, pomadas, gotas y jarabes hasta las terapias alternativas como la acupuntura, los masajes, la homeopatía y los rituales mágico-religiosos: si la persona cree en su efectividad para aliviar alguna sensación dolorosa, esta probablemente disminuirá.

Ese fenómeno, tan genuino como la respiración, se conoce como analgesia por placebo y se origina en el órgano creador de todos los procesos cognitivos del ser humano, allí donde la mente habita y le da sentido a la vida: el cerebro.

Debido a la interconexión de las diferentes estructuras cerebrales, los fenómenos mentales pueden influir entre sí; el dolor es un fenómeno mental y la analgesia por placebo también lo es”, aseguró el investigador emérito del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), Horacio Vanegas.

La analgesia por placebo consiste en la disminución del dolor gracias a la expectativa optimista que el individuo afectado tiene hacia un determinado tratamiento.

Según Vanegas, es tan poderosa “que mientras más confianza haya en la manipulación terapéutica, menos calmantes se necesitarán. El resultado final es la suma del efecto farmacológico real más la expectativa optimista”, dijo.

¿De qué manera un pensamiento “positivo” puede contribuir a la reducción del dolor? El cerebro, en presencia de una actitud esperanzada, produce sustancias analgésicas (llamados opioides endógenos) similares a los medicamentos derivados del opio como la morfina, codeína y buprenorfina.

Tantos los opiodes endógenos como exógenos (fabricados artificialmente) se unen a receptores a opioides ubicados en el sistema nervioso central y activan el sistema descendente del control del dolor, responsable de los mecanismos de mitigación del dolor.

Cuando hay dolor debido a un daño auténtico o latente, lo que hace la expectativa optimista es alertar al sistema descendente del control del dolor para que, al ingerir cierto remedio aunque este carezca de actividad farmacológica, las neuronas de la sustancia gris frenen la transmisión de impulsos dolorosos provenientes de la médula espinal. “Al hacerlo, llegan menos impulsos a la corteza cerebral, razón por la cual se siente menos dolor”, dijo Vanegas.

Experimentos realizados en los años 70 del siglo pasado demostraron científicamente lo que durante milenios era bien sabido: la existencia de la analgesia por placebo. Sin embargo, fue a partir de 1990 cuando se dilucidaron las bases neurobiológicas de este fenómeno mediante el uso de la imaginología.

Duele por algo
Alarma, señal de advertencia, aviso de que suceden anormalidades en el organismo; eso es el dolor. De acuerdo con la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, se trata de “una experiencia sensorial y emocional desagradable que se relaciona con un daño tisular real o potencial, o que se describe en términos de ese daño”.

Asimismo, reconoce su naturaleza multidimensional, en la cual intervienen aspectos sensoriales, fisiológicos, cognitivos, afectivos, conductuales y espirituales.

Por eso, el investigador del Ivic y miembro de la Academia Nacional de Medicina de Venezuela, Horacio Vanegas, no duda en afirmar que el dolor “es lo más importante del mundo, aquello que nos permite estar a salvo. De hecho, es el principal motivo de consulta médica en todo el planeta”.

Así como el dolor es, en palabras de Vanegas, “subjetivo, unipersonal, con ontología en primera persona”, la analgesia por placebo es discrecional. De hecho, solo el 30% de los sujetos enfermos o sanos la han manifestado en los ensayos. “La razón pudiera estar en la intensidad de la expectativa optimista, más allá del sexo, edad, condición social o nacionalidad”, dijo.


La expectativa optimista, además, puede ser fomentada por otros agentes distintos a los fármacos. Acupuntura, homeopatía, rezos, brujería y hasta el ambiente hospitalario influyen en la percepción del dolor. “Un mensaje para todos, médicos y pacientes: sean optimistas, aprovechen esa virtud que tenemos los seres humanos con respecto al futuro; eso ayudará al efecto de cualquier analgésico”, finalizó Vanegas.

No curará, pero la mente es capaz de proporcionar mayor placer.






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