Si hay confianza en el tratamiento a seguir,
las probabilidades de mejoría aumentan; este fenómeno es llamado analgesia por
placebo.
Desde las
clásicas píldoras, inyecciones, pomadas, gotas y jarabes hasta las terapias
alternativas como la acupuntura, los masajes, la homeopatía y los rituales
mágico-religiosos: si la persona cree en su efectividad para aliviar alguna
sensación dolorosa, esta probablemente disminuirá.
Ese
fenómeno, tan genuino como la respiración, se conoce como analgesia por placebo
y se origina en el órgano creador de todos los procesos cognitivos del ser
humano, allí donde la mente habita y le da sentido a la vida: el cerebro.
“Debido a la interconexión de las
diferentes estructuras cerebrales, los fenómenos mentales pueden influir entre
sí; el dolor es un fenómeno mental y la analgesia por placebo también lo es”,
aseguró el investigador emérito del Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas (Ivic), Horacio Vanegas.
La
analgesia por placebo consiste en la disminución del dolor gracias a la
expectativa optimista que el individuo afectado tiene hacia un determinado
tratamiento.
Según
Vanegas, es tan poderosa “que mientras más confianza haya en la manipulación
terapéutica, menos calmantes se necesitarán. El resultado final es la suma del
efecto farmacológico real más la expectativa optimista”, dijo.
¿De qué
manera un pensamiento “positivo” puede contribuir a la reducción del dolor? El
cerebro, en presencia de una actitud esperanzada, produce sustancias
analgésicas (llamados opioides endógenos) similares a los medicamentos
derivados del opio como la morfina, codeína y buprenorfina.
Tantos los
opiodes endógenos como exógenos (fabricados artificialmente) se unen a
receptores a opioides ubicados en el sistema nervioso central y activan el
sistema descendente del control del dolor, responsable de los mecanismos de
mitigación del dolor.
Cuando hay
dolor debido a un daño auténtico o latente, lo que hace la expectativa
optimista es alertar al sistema descendente del control del dolor para que, al
ingerir cierto remedio aunque este carezca de actividad farmacológica, las
neuronas de la sustancia gris frenen la transmisión de impulsos dolorosos
provenientes de la médula espinal. “Al hacerlo, llegan menos impulsos a la
corteza cerebral, razón por la cual se siente menos dolor”, dijo Vanegas.
Experimentos
realizados en los años 70 del siglo pasado demostraron científicamente lo que
durante milenios era bien sabido: la existencia de la analgesia por placebo. Sin
embargo, fue a partir de 1990 cuando se dilucidaron las bases neurobiológicas
de este fenómeno mediante el uso de la imaginología.
Duele por algo
Alarma,
señal de advertencia, aviso de que suceden anormalidades en el organismo; eso
es el dolor. De acuerdo con la Asociación Internacional para el Estudio del
Dolor, se trata de “una experiencia sensorial y emocional desagradable que se
relaciona con un daño tisular real o potencial, o que se describe en términos
de ese daño”.
Asimismo,
reconoce su naturaleza multidimensional, en la cual intervienen aspectos
sensoriales, fisiológicos, cognitivos, afectivos, conductuales y espirituales.
Por eso, el
investigador del Ivic y miembro de la Academia Nacional de Medicina de
Venezuela, Horacio Vanegas, no duda en afirmar que el dolor “es lo más
importante del mundo, aquello que nos permite estar a salvo. De hecho, es el
principal motivo de consulta médica en todo el planeta”.
Así como el
dolor es, en palabras de Vanegas, “subjetivo, unipersonal, con ontología en
primera persona”, la analgesia por placebo es discrecional. De hecho, solo el
30% de los sujetos enfermos o sanos la han manifestado en los ensayos. “La
razón pudiera estar en la intensidad de la expectativa optimista, más allá del
sexo, edad, condición social o nacionalidad”, dijo.
La
expectativa optimista, además, puede ser fomentada por otros agentes distintos
a los fármacos. Acupuntura, homeopatía, rezos, brujería y hasta el ambiente
hospitalario influyen en la percepción del dolor. “Un mensaje para todos,
médicos y pacientes: sean optimistas, aprovechen esa virtud que tenemos los
seres humanos con respecto al futuro; eso ayudará al efecto de cualquier
analgésico”, finalizó Vanegas.
No curará,
pero la mente es capaz de proporcionar mayor placer.
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