El aniversario de esta cirugía se cumple rodeado de cierta polémica
ya que hace unos meses se conocía que una empresa francesa, Poly Implant
Prothèse (PIP), había fabricado unos implantes mamarios defectuosos.
A pesar de estos problemas, la operación de implantes mamarios sigue
gozando de buena salud. Según datos de 2010 de la Sociedad Internacional
de Cirujanos Plásticos y Estéticos,Estados Unidos es el país donde más
operaciones de pecho se realizan, seguido de Brasil, México, Italia,
China, Colombia, India, Francia, Japón y Alemania.
Se han producido muchos avances en estas cinco décadas (como las
imágenes en 3D), los implantes a prueba de rupturas y una mayor oferta
de tamaños. Ahora hay más de 450 opciones.
No solo es utilizado por mujeres que quieren verse con más busto sino
también por pacientes que han pasado por una mastectomía debido a un
cáncer de mama.
La primera vez fue en Houston
Pero como para todo, hubo una primera vez en el implante mamario de
silicona, y eso ocurrió en la primavera de 1962 a Timmie Jean Lindsey,
una madre de seis niños, a la que se le realizó la primera operación de
aumento de pecho en el hospital Jefferson Davis en Houston, Texas.
En las siguientes dos horas, sus senos aumentaron una talla, pero la cirugía estética daba un gran salto sin saberlo.
Lindsey, hoy de 80 años, recuerda vagamente que “todo salió perfecto. Se sentían suaves, como senos reales”.
Timmie Jean Lindsey tiene muy pocos recuerdos de la operación, solo
que “cuando salí de la cirugía había mucho peso sobre mis senos, como si
alguien muy grande se hubiese sentado sobre ellos. Pero eso fue todo,
después de tres o cuatro días el dolor había desaparecido”.
Lindsey nunca planeó aumentar el tamaño de sus senos, pero fue un
placer para ella la nueva atención que generaba en los hombres.
Los pioneros
Muchas mujeres querían aumentar el tamaño de sus senos en los años 50
inspiradas por las figuras curvilíneas de las actrices de la época,
como Marilyn Monroe y Jane Russell, por ejemplo. También aparecieron la
revista Playboy y la muñeca Barbie, y todo ello comenzó a jugar un papel
muy importante en la sociedad occidental.
Los corpiños con aumento eran populares, pero las mujeres ahora
querían algo más. Por aquellos años, muchos métodos fueron estudiados
para incrementar el tamaño de los senos como insertar implantes de
esponja.
La técnica de la esponja funcionó bien al principio pero no duró
demasiado pues estas encogían y pronto se tornaban “duras como pelotas
de baseball”.
Pero ya antes se había intentado el aumento de pecho. Hacia 1890 se probó con inyecciones de parafina, pero se abandonó por que se colaba a otras partes del cuerpo.
En los años 20 y 30 los médicos trataron de añadirle a los pechos grasas de otras partes del cuerpo. En los 50 se probó con poliuretano,
cartílago, esponjas madera e incluso bolas de vidrio. También con
soluciones no quirúrgicas como lociones, pociones y con sostenes
rellenos e inflables.
Pero fueron dos cirujanos, Frank Gerow y Thomas Cronin, los pioneros del implante mamario de silicona,
y su primer conejillo de indias fue una perra llamada Esmeralda a la
que se le colocó el implante debajo de su piel un par de semanas. Luego
tuvieron que sacárselo cuando comenzó a morderse los puntos de sutura.
La operación, sin embargo, fue un éxito.
Los doctores estaban contentos con su trabajo, pero en ese momento,
Biggs no podía imaginar la relevancia que iba a tener lo que habían
hecho.
La importancia de la operación comenzó a hacerse patente cuando
Cronin presentó el trabajo ante la Sociedad Internacional de Cirujanos
Plásticos en Washington DC, en 1963.
Sin embargo, no fue en Estados Unidos donde la silicona fue utilizada
por primera vez para aumentar el tamaño de los senos, sino en Japón, y
las primeras en usarla fueron al parecer las prostitutas durante la
Segunda Guerra Mundial.
Se dice que tratando de sacar la mayor ganancia posible con las
tropas de ocupación estadounidense, las meretrices se inyectaban
silicona (robada de los puertos de Yokohama) directamente en sus pechos.
Estas inyecciones provocaron un doloroso efecto secundario conocido
como “putrefacción de silicona”, que era una gangrena en el pecho
alrededor del lugar donde entró la aguja.
Los primeros implantes de silicona en EE.UU. evitaron esta fase, pero
tampoco fueron completamente inmunes a los problemas. Los hematomas
fueron uno de los primeros inconvenientes. También se produjeron
infecciones y “contracciones fibrosas capsulares”.
Incluso hoy día, muchas mujeres mantienen en secreto su operación,
igual que lo hizo por muchos años Timmie Jean Lindsey que ahora, aunque
feliz durante 50 años con los resultados, reconoce que nada puede
detener el tiempo, que uno cree que va a estar siempre perfecta, pero
no, son como senos comunes, con los años comienzan a caerse.
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