Fumadores
del sexo masculino no solo deberían preocuparse por los riesgos de cáncer de
pulmón, enfermedades respiratorias y afecciones cardiacas asociados al consumo
de hojas de tabaco. Ensayos in vitro han demostrado que el cadmio
-sustancia química presente en el humo del cigarrillo- interrumpe el movimiento
normal de los espermatozoides, perjudicando la calidad del semen. En
consecuencia, disminuye la capacidad del hombre para causar un embarazo.
Investigadores del Centro de Biofísica y Bioquímica
del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) han encontrado
que el cadmio, en distintas concentraciones, reduce la movilidad espermática.
¿Cómo lo hace? Inhibiendo, entre otras cosas, la actividad de una enzima (la
ATPasa de Ca) reguladora de las concentraciones intracelulares de calcio, así
como de la proteína dineína, que constituye el verdadero motor molecular con el
cual se mueve el flagelo de los espermatozoides.
Este elemento químico, “al pasar la barrera
hematotesticular, logra llegar al plasma seminal y daña los espermatozoides, a
los cuales detiene al alterar mecanismos responsables de su movimiento”,
informó el Investigador emérito del Laboratorio de Bioenergética Celular,
adscrito al Centro de Biofísica y Bioquímica (CBB) del Ivic, Reinaldo Marín.
La barrera hematotesticular cumple dos funciones
primordiales para la reproducción: generar las condiciones necesarias para la
maduración de los espermatozoides; y evitar que el sistema inmunitario los
reconozca como agentes extraños, se creen anticuerpos contra ellos y los
destruyan.
El cadmio entra al organismo a través de la ingesta
de agua y alimentos que lo contengan y mediante la inhalación de partículas
suspendidas en el aire. Por esta vía es absorbido cerca del 50% del metal,
siendo transportado por la circulación sanguínea a los diferentes órganos y
tejidos; de allí que los fumadores tengan mayores probabilidades de padecer sus
efectos en riñones, hígado, pulmones, páncreas, huesos, músculos y sistema
nervioso central.
Según Marín, hay reportes de infertilidad entre
fumadores hombres. En este caso en particular, un estudiante graduado del
Laboratorio de Bioenergética Celular del Ivic, Raúl Da Costa, ha evaluado in
vitro la relación entre el cadmio y la movilidad de los espermatozoides
humanos, demostrando que efectivamente este metal disminuye la movilidad
significativamente.
La movilidad de los espermatozoides es uno de
los parámetros usados para definir la calidad del semen, pero no el único. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en el año 2010 el quinto Manual
para el Examen y Procesamiento de Semen Humano, en el cual se señalan los
límites de referencia en función de una lista de criterios. Entre estos se
incluyen el pH, volumen, concentración espermática, motilidad, morfología
espermática, viabilidad y concentración de leucocitos.
Adentrarse
en lo oculto
Conocida como trifosfato de adenosina o ATP, esta
molécula es la principal fuente de energía de los espermatozoides. Durante
años, el Laboratorio de Bioenergética Celular del Ivic ha estudiado el
funcionamiento de las enzimas que utilizan ATP para mover iones a través de las
membranas (las ATPasas), con el fin de determinar con precisión cómo y por qué
se mueven los espermatozoides y cuáles sustancias farmacológicas alteran su
desplazamiento.
“Sabemos que la digoxina (medicamento usado para
tratar la insuficiencia cardiaca), alto calcio intracelular, pH ácido (debido
al aumento intracelular de sodio y la pérdida de potasio) así como el plomo y
cadmio del tabaco, inhiben el movimiento de los espermatozoides”, afirmó el
Investigador emérito del CBB del Ivic y amplia experiencia en el campo,
Fulgencio Proverbio.
Al frenar a los espermatozoides, los óvulos
de la mujer no son fecundados; es decir, el anticonceptivo ideal podría estar
en puertas. “Nuestro trabajo no ha sido tratar la fertilidad sino desarrollar
algo que evitase el embarazo pero de parte del hombre. In vitro lo hemos
hecho, in vivo es más complicado; si lo pudiéramos hacer sería
fantástico”, precisó Proverbio.
De acuerdo con los expertos del Ivic, han
habido varios intentos de crear un anticonceptivo “masculino”, pero esto se ha
limitado al uso de preservativos y espermicidas, es decir, compuestos que
destruyen a los espermatozoides para impedir la fecundación.
“Además, creo que vamos por buen camino al
estudiar el ‘motor’ que permite el movimiento de los espermatozoides (la
dineína) y sabemos cómo detenerlo”, agregó Proverbio.
Como un taladro o el propel de un bote, así
viajan los espermatozoides; no en zig-zag como piensa el común de las personas.
Y ese movimiento tan perfecto es similar en todos los flagelos, incluso en
organismos unicelulares bastante primitivos.
“La estructura responsable del movimiento del
espermatozoide o axonema, está formada por microtúbulos que se distribuyen a lo
largo del flagelo. En el laboratorio, hemos logrado aislar la dineína del
axonema y realizar un ensayo enzimático midiendo el consumo de ATP, con el cual
podemos predecir si se puede inhibir o no el movimiento del espermatozoide”,
informó el investigador Reinaldo Marín.
Existen algunos inconvenientes para continuar
el estudio a la siguiente fase de experimentación científica (con pacientes).
“A personas sanas no se les puede administrar fármacos para el corazón y por lo
general los individuos con insuficiencia cardiaca tienen edad para ser
infértiles o por lo menos no estar en esa etapa de fertilidad”, dijo.
Actualmente, se están estudiando fumadores
fértiles y fumadores no fértiles, sanos fértiles y sanos no fértiles, para
tratar de establecer la relación entre los distintos parámetros seminales que
se evalúan en el Laboratorio de Bioenergética Celular del Ivic.
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