Esa noche, mi familia y yo vimos que llovía muy fuerte,
había vecinos que decían que no nos preocupáramos, porque en el año
1961 llovió así y no pasó más que una simple inundación, pero mis padres
al ver la magnitud de las precipitaciones, decidieron que saliéramos de
la casa y subiéramos en dirección a la montaña del Ávila.
En días anteriores mi papá había preparado un bolso con dinero y
nuestras pertenencias, pero cuando salimos esa noche del 15 de diciembre
de nuestra casa, sólo pensábamos que debíamos irnos por las lluvias y que al día siguiente regresaríamos, no nos imaginábamos lo que estaba ocurriendo en el estado Vargas.
Cuando llegamos al Ávila, específicamente a Galipán, teníamos una clara visión hacia Macuto donde se encontraba mi vivienda
y yo les decía a mis padres que mañana regresaríamos a nuestro hogar.
Recuerdo que al llegar a la montaña, nos tuvimos que refugiar en una
casa de bajareque la cual estaba agrietada, tuvimos que pasar entre
árboles, caminar sobre el lodo, luego nos conseguimos con otro grupo de
personas que también estaba en la misma situación.
Sin embargo, un hombre desconocido nos dirigió hacia un lugar más
seguro para que los Bomberos nos fueran a rescatar, toda esa noche
llovió, yo me quedé con lo que tenía encima, mi ropa, no teníamos dinero ni nada de nuestras pertencencias.
Al día siguiente llegaron los Bomberos y tuvimos que bajar por otro
camino diferente al que habíamos subido, Galipán, pues este se había
destruido por las precipitaciones, nos tocó empezar de cero porque
perdimos todo en el día que bajó la montaña, recordado por los venezolanos como la tragedia de Vargas de 1999.
Esta es la historia de Valentina Hernández, una sobreviviente de la
tragedia de Vargas que vivía en Macuto, quien contó al equipo de Noticias24,
que a pesar de lo que pasó, siete meses después ella y su familia
volvieron al Litoral, pero habitando en otra zona, nunca volvió a pasar
por donde vivía antes, sólo sus padres volvieron por donde quedaba su
casa y se enteraron por medio de un vecino que fue llevada por el río y lo que allí quedó fue solo un hueco.
Por otro lado, Hernández comentó llena de lágrimas, que gracias a
Dios y sus padres logró a salir adelante por sus propios medios, pues
“el Gobierno no ayudó a todos los damnificados como había dicho,
inclusive todavía hay muchas personas de aquella tragedia que todavía no
tienen una vivienda”.
Recordamos que hace 13 años, mientras los venezolanos se preparaban para sufragar aquel 15 de diciembre de 1999,
las precipitaciones en el Litoral Central continuaban, los bomberos de
la región consideron en decretar estado de emergencia, por las fuertes
lluvias.
Sin saber que esa fecha, sería recordado por los venezolanos como “el
día que la montaña avanzó hasta el mar”, las precipitaciones originaron
extensos deslaves y derrumbes en el Ávila, los cuales ocasionaron
crecidas inmensas de los ríos.
Estos arrancaron gran cantidad de sedimentos, volúmenes inmensos de agua y rocas enormes de hasta 9 metros de diámetro y alcanzando velocidades de hasta 60 km/h.
El país, en medio de elecciones, desconocía con certeza la situación
de los estados afectados, los medios de comunicación empezaron a
reportar lo ocurrido.
Las precipitaciones aún continuaban y los deslaves ya habían dejado pueblos destruidos a su paso.
Once estados del país se encontraban afectados por el fenómeno
meteorológico, las zonas más afectadas corresponden al estado costero de
Vargas. Las lluvias acumuladas alcanzaron los 1.200 mm en dos semanas y
la increíble cantidad de 1.700.000 metros cúbicos de lodo y sedimentos
fueron arrastrados por los caudales de los ríos hasta las costas.
Al menos 3 centros poblados desaparecieron del mapa y muchos otros
quedaron en condiciones casi inhabitables, dejando a su paso miles de
muertos.
A pesar de que los recuerdos dejaron huellas, Vargas se recuperó
Han pasado 13 años de aquella tragedia que enlutó al
país, pero los habitantes de la entidad decidieron no darse por
vencidos y en la actualidad Vargas luce un mejor rostro.
Este estado que siempre se ha caracterizado por la alegría de su
gente, sus playas siguen siendo atractivas para los caraqueños, sobre
todo en temporadas altas. Desde lejos, el intenso azul del mar alegra los corazones de quienes visitan el estado.
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