Investigación
reveló fuerte endemismo en la herpetofauna del lugar
Muchos de los animales encontrados en los valles altos occidentales de
Carabobo posee un buen estado de conservación, pero están amenazados por la
degradación de los bosques y ríos del sistema montañoso costero.
De las 20 especies de
anfibios y reptiles registradas recientemente en los valles altos de Carabobo,
al menos 15 son endémicas, es decir, viven y se reproducen solo en las
condiciones propias y únicas de esos ambientes de la cordillera de La Costa venezolana.
Luego de realizar una
evaluación ecológica en las montañas carabobeñas, se registraron 11 especies de
anfibios, de las cuales solo dos existen en otras regiones del país (el sapo
común Rhinella marina y la rana platanera Hypsiboas crepitans).
El resto de las ranas recolectadas son exclusivas del sistema costero del norte
del país.
Una situación similar
se observó con los reptiles, pues 6 de las 9 especies encontradas son
características de La Costa;
solo las lagartijas Anolis planiceps y Polychrus marmoratus y la
falsa mapanare Leptodeira annulata se encuentran ampliamente
distribuidas en territorio nacional.
Al estar confinadas a
regiones concretas y usualmente a hábitats muy particulares, las especies
endémicas son más susceptibles a los cambios climáticos y del entorno.
“Los reptiles, por lo general, tienen distribuciones más amplias y son
menos vulnerables. Los anfibios que están asociados a microhábitats específicos
y tienen baja capacidad de dispersión, son muy vulnerables a las alteraciones
de los medios acuático y terrestre y a las condiciones climáticas”, explicó la
investigadora del Centro de Ecología del Instituto Venezolano de
Investigaciones Científicas (Ivic), Josefa Celsa Señaris.
Según la especialista,
esta comunidad de anfibios y reptiles (denominada herpetofauna) fue
inventariada el pasado mes de enero en los sectores El Peñón, La Marquera y San Isidro de
Carabobo. Para ello, se utilizó la metodología del Programa de Evaluación
Rápida (RAP) de la organización ambiental sin fines de lucro Conservación
Internacional.
Los estudios RAP
suelen aplicarse en zonas de gran diversidad ecológica y endemismo y
ecosistemas amenazados, ya que “permiten detectar con rapidez a las especies y
ambientes más vulnerables, además de hacer las recomendaciones más oportunas
para su conservación”, aseguró Señaris, colaboradora del proyecto.
Mejores que otros
Además del endemismo,
otra particularidad de la herpetofauna hallada en este tramo central de la
cordillera costera es su aparente buen estado de conservación.
Por ejemplo, apenas
tres especies de las 20 registradas se encuentran en categorías de amenaza. La
rana de cristal Vitreorana antisthenesi y el sapito cornudo Strabomantis
biporcatus figuran como “Vulnerables”; la rana lémur Agalychnis medinae
está incluida en la categoría “Data Deficiente” de la Unión Internacional
para la Conservación
de la Naturaleza
(Uicn), pero en una reciente evaluación nacional la colocaron como “Casi
Amenazada”.
El resto de los
anfibios y reptiles está clasificado como “De Preocupación Menor”, tanto en la Lista Roja
Internacional de la Uicn
como en la Lista Roja
Nacional.
“Aunque no encontramos especies en categorías críticas de extinción,
eso no significa que las poblaciones de algunas de las que conseguimos no estén
altamente amenazadas a nivel local”, aclaró la investigadora del Ivic, Josefa
Celsa Señaris.
El estudio también
permitió confirmar la desaparición del sapito arlequín Atelopus cruciger
en los valles altos de Carabobo, cuyo último ejemplar fue recolectado en el
norte de Bejuma en el año 1986. Este animal se extinguió posiblemente por la
quitridiomicosis, infección cutánea producida por el hongo Batrachochytrium
dendrobatidis y principal acusado de inducir la muerte de muchos anfibios
en el mundo. Actualmente, de todos los anfibios observados en el RAP, solo la
ranita niñera Mannophryne tiene la patología.
A juicio de la
funcionaria del Ivic, esta información “es de gran importancia para los
proyectos que adelantamos en el Laboratorio de Ecología y Genética de
Poblaciones, tanto en lo referente a la conservación del sapito arlequín como
en los patrones de distribución de la enfermedad y las condiciones climáticas
de diferentes áreas del sistema montañoso costero”, dijo.
Cuatro de las especies
de anfibios requieren estudios complementarios para esclarecer su identidad
definitiva. En este grupo entrarían las ranitas niñera de los géneros Mannophryne
y Allobates, así como las ranas arborícolas Dendropsophus cf. minutus
y Scinax cf. rostratus. Algunas de ellas podrían representar
nuevas especies para la ciencia.
Realidad que invita a
la acción
Venezuela alberga
aproximadamente el 6% del total de anfibios (363) y reptiles (370) del mundo.
La mayor variedad de anfibios se ubica en Los Andes, seguida por los sistemas
montañosos costeros y luego por el complejo Lara-Falcón; los reptiles, por su
parte, son más abundantes en la cordillera de La Costa, muchos de los cuales
son propios de allí.
Unos y otros son
organismos esenciales en la cadena trófica e intercambio de nutrientes de los
ambientes tropicales. En el informe resultante del estudio, se señala que ambos
grupos “son depredadores de invertebrados y controladores de especies plaga y,
a la vez, presas de una gran cantidad de vertebrados. Por esta razón, son
considerados indicadores perfectos de la calidad de los ecosistemas”.
Entre las amenazas más
apremiantes para los anfibios de los valles altos occidentales de Carabobo,
está su dependencia a los cuerpos de agua. En esta parte del país nacen los
ríos Montalbán, Bejuma, Aguirre y Miranda, todos afluentes del río Chirgua,
cabeceras del Cojedes y perteneciente a la cuenca del río Orinoco, los cuales
están sufriendo alteraciones en su composición fisicoquímica, además de
fragmentación o degradación de los ecosistemas boscosos.
De allí que una de las
sugerencias del equipo de herpetólogos -integrado por Josefa Celsa Señaris y
Pedro Cabello- sea proteger los parches de bosques remanentes en ese lugar
y diseñar un corredor ecológico que los
conecte, “custodiando, a su vez, las nacientes de los ríos, y permitiendo el
flujo genético entre las poblaciones ahora aisladas”, indicó la investigadora
del Ivic.
Este RAP de anfibios y
reptiles ejecutado en los valles altos occidentales del estado Carabobo,
también estudió la flora, vegetación, aves, mamíferos y algunos peces y
cangrejos.
La iniciativa forma
parte de un proyecto desarrollado por el Instituto Venezolano Alemán de
Ciencias Ecológicas Aplicadas (Ivacea) y la Fundación La Salle de
Ciencias Naturales, apoyado por el Programa de Pequeñas Donaciones del Fondo
para el Medio Ambiente Mundial (Fmam) del Programa de las Naciones Unidas para
el Desarrollo (Pnud). Además, contó con el auspicio de la empresa Esri de
Venezuela, la Alcaldía
deñ municipio Montalbán de Carabobo y la Fundación Hoffmann
Salud Integral.
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