Los productos generados por la erupción del volcán de Cumbre Vieja no se limitan al dramático avance de las coladas de lava y la vistosa caída de piroplastos. El espectáculo ígneo comporta también una serie de graves riesgos en forma de ceniza, gases tóxicos, lahares, deslizamientos de ladera, lluvia ácida, explosiones en el mar e incluso tsunami.
Precedido de un enjambre sísmico que provocó el desalojo de varios municipios, el proceso volcánico desatado mediante erupciones provocadas por fisuras en el terreno del parque natural de Cumbre Vieja puede crear una serie de peligros y riesgos muy graves más allá del arrollador avance del manto de lava.
A diferencia del riesgo sísmico, que en la forma de terremotos representa un peligro único y casi instantáneo, las erupciones volcánicas pueden durar varias semanas o meses, y entrañan múltiples factores de peligro para la población y las infraestructuras adyacentes. Por ejemplo, la acción de las coladas lávicas, los flujos de piroclastos y la caída de cenizas, los lahares y avalanchas, los gases emanados, los sismos volcánicos, los tsunamis, las anomalías térmicas o las deformaciones del terreno.
Todo un conjunto de eventos producidos a raíz del proceso eruptivo y susceptibles de provocar graves daños a las personas o a sus bienes que, como señala el Instituto Geográfico Nacional (IGN)en su Guía de Riesgo Volcánico, se pueden englobar dentro del concepto de peligrosidad volcánica.
Las coladas lávicas
El flujo de lava en la zona de Cumbre Vieja es viscoso y de gran espesor. Avanza lentamente, al principio a unos 0,7 km por hora, velocidad que ha reducido. A medida que la colada se enfría, aumenta su altura crítica, por lo que gana en espesor según se va alejando del centro de emisión. En algunas zonas tiene un frente de 30 metros y una altura de seis. Cubre ya más de 103 hectáreas.
Toda estructura o cultivo que encuentra a su paso quedan literalmente engullidos. Ya ha arrasado más de un centenar de viviendas. También puede provocar incendios. Se prevé que la colada alcance el océano en la costa de Tazacorte, posiblemente en la playa de Los Guirres, de unos 500 metros de largo.
Gases tóxicos
Son principalmente dióxido de carbono (CO2) y dióxido de azufre (SO2). Contenidos en el magma, se emiten a muy alta temperatura y ascienden en forma de columna convectiva, cuyo ascenso se detiene cuando su temperatura se equilibra con la de la atmósfera. Las columnas de gases arrastran grandes cantidades de piroplastos y materiales sólidos.
Los gases son los causantes del mayor o menor grado de explosividad de la erupción. Contaminan el aire y pueden producir la muerte por envenenamiento. El SO2 también puede salir disuelto en el agua de los acuíferos existentes en el área, originando aguas termales y medicinales, pero también contaminándola. Según las últimas estimaciones del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), el volumen diario de emisiones de SO2a la atmósfera oscila entre las 8.000 y 10.500 toneladas. Durante la anterior erupción en La Palma, la del volcán Teneguía en 1971, dos personas fallecieron a causa de la inhalación de gases tóxicos.
Lluvia ácida
Es un fenómeno que se podrá producir como consecuencia directa de los gases emanados por el volcán a la atmósfera. La lluvia ácida tiene lugar cuando los gases entran en contacto con el agua de las precipitaciones o la del rocío. Puede provocar jaqueca, vómitos, asfixia, e irritación ocular y cutánea. También ocasiona daños a las cosechas y a las estructuras metálicas.
Caída de piroplastos
Los piroplastos son fragmentos sólidos que la erupción ha expulsado. Proceden de la fragmentación del magma producto de la expansión violenta de las burbujas del gas que contiene. Los más grandes pueden ser proyectados a grandes distancias siguiendo una trayectoria balística (a 40 km, en el caso del volcán Asama en Japón).
Si la fuerza ascensional no es suficiente para elevar los fragmentos, estos caen sobre el volcán y descienden rápidamente (a 500 km/h) por las laderas a gran temperatura (700 ºC), pudiendo llegar hasta 100 km de distancia. A tal fenómeno se le denomina colada piroclástica. Hay otro tipo de flujo piroclástico, las oleadas piroclásticas, que se produce cuando la cantidad de gas es muy superior a la de ceniza y toma la forma de una nube ardiente. Su movimiento es todavía más turbulento. Los piroplastos causan daños a la agricultura, provocan incendios, hacen colapsar estructuras y dejan un manto de ceniza.
Dispersión de cenizas
Los gases volcánicos elevan partículas pequeñas dentro de la columna convectiva. Cuando su densidad coincide con la de la atmósfera, dejan de ascender y el viento puede dispersarlas. El resultado es que superficies enormes pueden quedar cubiertas de un manto de ceniza de gran espesor.
La ceniza caída puede acumularse en campos de cultivo, caminos y carreteras. Representa un riesgo para las viviendas (algunos techos pueden colapsar) y para la circulación de vehículos, también para el tráfico aéreo. La visibilidad disminuye y el piso se torna extremadamente resbaladizo. Frutas y verduras deben ser lavadas con agua potable. La ceniza es muy abrasiva, por lo que los filtros de los motores de los vehículos deben cambiarse con frecuencia y las viviendas sellarse. Se debe evitar que obstruya los desagües. También pueden contener gases tóxicos como el flúor. Se recomienda el uso de mascarillas para no aspirarlas y gafas protectoras para que no entren en contacto con los ojos.
Lahares o avalanchas de lodo
Son avalanchas de materiales volcánicos no consolidados, especialmente cenizas que se han acumulado y que han sido arrastradas por el agua. El conjunto se abre paso ladera abajo, discurriendo por los barrancos e incorporando rocas, troncos y otros objetos.
Los lahares se pueden proyectar a grandes distancias y su poder destructivo es inmenso. El agua que inicia el proceso procede de lluvias intensas o de la fusión parcial del hielo presente en la cima del volcán (como sucedió en 1985 en el Nevado del Ruiz, Colombia). Toda estructura queda dañada al paso de este tipo de avalancha. El fenómeno arrastra todo tipo de materiales y el paisaje queda recubierto por el barro.
Colapso del edificio volcánico
Se trata de un fenómeno extremadamente peligroso. Se produce cuando los materiales de diversas erupciones se han ido acumulando sin cohesionarse entre sí, generándose una estructura de materiales duros y blandos que puede resultar inestable y, finalmente, acabar derrumbándose por la acción del agua (que facilita el movimiento en las capas de materiales blandos) o por la intrusión de un gran volumen de magma (como ocurrió en 1980 en el volcán St. Helens, en EEUU).
El derrumbe parcial del edificio volcánico ocasiona deslizamientos de ladera. El total provoca el desplazamiento gravitacional de gran cantidad de material, arrastrando consigo todo lo que encuentre por su camino, originándose una avalancha. La zona queda recubierta por derrubios. De llegar al mar, el impacto y el desalojo del volumen de agua podría provocar un tsunami gigantesco.
Para el caso de la isla de La Palma, un estudio realizado en 2001 por profesores de la Universidad de California y de la Universidad de Londres avanzó tal posibilidad, al concluir que la isla era inestable y que un terremoto podía causar el desplome de su edificio volcánico, desatando un tsunami con olas de hasta 25 metros que llegarían a arrasar incluso la costa este de los EEUU. El enjambre sísmico que ha precedido a la erupción del volcán en Cumbre Vieja ha vuelto a generar expectación ante esta teoría, la cual fue tajantemente refutada por los científicos de Involcan en 2017.
Explosiones en el océano
La erupción puede causar variaciones en el sistema geotérmico de los acuíferos y modificar la temperatura y calidad del agua. Con las aguas subterráneas contaminadas por los gases expelidos por el volcán, las reservas de agua potable de la isla serán inservibles.
Pero uno de los momentos culminantes del proceso eruptivo será cuando la lava alcance las aguas del océano Atlántico, dado que el relieve de la isla es abrupto y las laderas, empinadas. Ese momento será explosivo, porque la lava está discurriendo a una temperatura en superficie de 1.075ºC y la temperatura de ebullición es solo de 100 ºC. Se formará una nube de gases, tanto de vapor de agua a muy alta temperatura, en principio inocuo, como de gases con cloro, ya tóxicos.
Mientras llega este momento, los vecinos de la localidad de Todoque, al suroeste de la isla, ya han sido desalojados de sus casas ante la inminente llegada de la colada lávica, que atravesará su núcleo urbano, su último obstáculo, en su inexorable camino hacia el océano.
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