“Hemos enterrado sí, el Pacto de Punto fijo, lo cual
no significa
que hemos enterrado los vicios de la IV República y las
amenazas
que se siguen cerniendo sobre nosotros. Obligados
estamos a
romper con ellos y darle cada día más vida a una
Revolución
vigorosa, participativa y protagónica”
Comandante Hugo Chávez
La Paz, 23 de enero de 2006
Los emperadores romanos, los césares en la antigua roma,
acostumbraban distraer la atención de sus problemas políticos dando a
la plebe romana pan y circo. Mientras el emperador saludaba a los
gladiadores agitando su pañuelo, estos gritaban: ¡Ave César Imperatur
moritori te salutan! (¡Ave César Emperador! Los que vamos a morir te
saludamos).
Desde el pasado 22 de mayo he estado retirado por dos
razones fundamentales. Una, por mi salud. Tenía que seguir un
tratamiento por una recaída que tuve en La Habana el 20 de mayo. Y,
segundo, porque decidí entregar el espacio de La Hojilla y ponerme a
disposición de la Fiscalía General de la República para facilitar que
se me investigue por el bodrio presentado por Ismael García ante los
medios privados.
No voy a agregar nada nuevo con relación al audio que
presentaron y se me ocurre que, como los gladiadores de los circos
romanos, sería mejor esgrimir esa frase: “Los que vamos a morir te
saludamos”, porque se han hecho todo tipo de conjeturas –unas
coherentes, otras menos-, y estoy asistiendo a un juicio tácito
implacable que en buena medida me recuerda una frase del Comandante
Chávez cuando nos decía: “Hay que atizar las contradicciones”. Lo
cierto es que debo reiterar que no le debo disculpas a nadie, pues si
de algo me podrían acusar y condenar es de ser fiel defensor del legado
del Comandante y custodio junto a mi pueblo de ser garante de la
independencia que nos dejó… Pero, como en los circos romanos la sangre
es fundamental. Pues ¡Ave César!
El primer punto al que me quiero referir es a las
declaraciones de propios y extraños que han salpicado los medios de
comunicación.
De los extraños, no podía esperar menos que una diarrea
de sandeces. Se ha dicho de todo. Desde mi exilio en Cuba, hasta que me
pusieron preso cuando pretendía huir abordando un avión en Maiquetía.
Incluyan además que me compre una casa nada más y nada menos que en
Miami y todavía hay en la oposición él que sueña con verme saltando la
talanquera. Supongo que me quieren convertir en un héroe gusano para
emular a Aponte Aponte como si fuera un vulgar delincuente. Todo esto
suena ridículamente absurdo si no fuera porque algunos camaradas
estaban expectantes ante esta especie de Crónica Policial. Pero, en
fin, de todo hay en la viña del Señor.
De los propios hay una serie de declaraciones, algunas
de ellas a título personal, que no dejan de ser curiosas. Partiendo de
la base de lo que me he permitido en tildar de plan casi perfecto para
sacar La Hojilla del aire, me he encontrado con declaraciones que giran
en torno a la defensa de la moral y el honor de los que aparecen
mencionados en el bodrio presentado por esa porquería llamada Ismael.
Esto me parece sumamente contradictorio, pues se supone que el audio
carece de veracidad. En consecuencia, ¿Cuál es la preocupación? Es
decir, Mario Silva no ha sido citado a la fiscalía, Mario Silva no ha
sido condenado, pero hay declaraciones que son una aprobación tácita a
su contenido. De hecho, no ha surgido ni una defensa a Mario Silva, La
Hojilla está fuera del aire y se ejecutaron hechos colaterales que
oportunamente hice del conocimiento a instancias superiores. En honor a
la verdad, jamás le pedí a mi Comandante Chávez que me defendiera, aún
cuando mostró su preocupación públicamente cuando surgían este tipo de
campañas. Nunca me gustó comprometer a nadie y siempre me he hecho
responsable de mis opiniones a lo interno y frente a las cámaras. Sin
embargo, debo agradecer a quienes han opinado tanto en lo técnico como
en lo político. De igual manera a la TROPA en las redes sociales y
sobre todo, muy especialmente, al pueblo que es a fin de cuentas a
quien me enseñó mi Comandante Chávez dirigir mi lucha.
Por cierto, hablando de esos hechos colaterales y como
autocrítica, la salida del aire del camarada Vladimir Acosta y Toby
Valderrama de Radio Nacional de Venezuela, la salida del profesor
Arenas de Asamblea Nacional Radio y, creo también de Martín Guedes son
altamente preocupantes. Mi Comandante Chávez debatía lo que tenía que
debatir cuando se presentaban voces amorosas de alerta a los errores
que pudieran cometerse. Quisiera pensar que estas salidas son producto
del excesivo celo de algunos funcionarios, que en su afán por demostrar
lo “muy revolucionarios” que son, no entienden que más allá de sus
funciones hay un pueblo que escucha, opina y vigila la Revolución.
Además ¿De qué se puede acusar a estos camaradas y qué moral tienen
estos funcionarios como para decidir qué o cuál tema debe salir al aire
o qué amistades deben cultivar?
Después de catorce años, la derecha y la ultraderecha de
este país, no ha entendido que este pueblo cambió. No hay posibilidad
de engañar a nuestro pueblo. Después del 5 de marzo, fecha triste y muy
dura para todos los que consideramos y entendemos que no hay otra vía
posible que la señalada por el Comandante Chávez, se agudizó la
percepción del Poder Popular, porque nuestro enemigo tiene los mismos
rostros del 11 de abril de 2002, del paro petrolero golpista, de las
guarimbas, de los reiterados y cada vez más refinados ataques de la
oligarquía, la plutocracia, y quienes ahora pretenden vestirse de
“dialogantes” y esgrimen discursos muy edulcorados, cuasi llorosos,
algunos cínicamente aduladores de las políticas que el Comandante
impuso para llevarle justicia al pueblo, pero que necesitan –según
ellos-, ciertas reformas para que convirtamos la revolución en, ahora
sí, una democracia incluyente. Son los mismos que presionan
desapareciendo de manera criminal los alimentos que luego aparecen de
manera milagrosa cuando logran el alza de los precios. Son los mismos
que colocaron un operador en la morgue de Bello Monte para contar hasta
los muertos de causa natural, pero que prometen no hacer más esos
reportajes perversos de sangre y dolor. Son los mismos rostros y el
pueblo sabe quiénes son.
Aquí no se trata del supuesto audio o si La Hojilla sale
o no sale del aire. De más está decir que sobran los espacios para que
Mario Silva exprese su opinión, porque La Hojilla podrá salir
definitivamente del aire, pero ya restablecido y sin el programa, podré
dedicarme a escribir, a hacer mi programa de radio y a opinar; lo que
siempre he hecho desde que esta Revolución dijo presente.
Aquí el problema grave es otro. El problema son once
muertos ocasionados y aupados por los mismos rostros de siempre y la
posibilidad de que quede impune este nuevo ataque artero y criminal de
los fascistas. El problema son las mismas promesas de redención y apoyo
por parte de esos mismos sectores que auparon esos ataques criminales.
El problema es que ellos creen que nos hemos debilitado con la ausencia
física del Comandante y esgrimen con una sonrisa, ocultando detrás el
puñal, la promesa de no reincidir, cuando lo han hecho una y otra vez
cada vez que ven afectados sus intereses. La Hojilla puede salir del
aire, pero es que eso no soluciona las crisis que seguirán creando de
manera artificial para que el fascismo siga avanzando en su objetivo
que no es más que uno: tomar el poder… La plutocracia ha venido
extendiendo sus tentáculos y no basta con declararme hijo de Chávez si
no entiendo perfectamente las lecciones y advertencias que durante
veintiún años nos estuvo señalando el Comandante Supremo de la
Revolución Bolivariana, Hugo Chávez.
El Comandante siempre nos habló de la fuerza
incontenible del pueblo y fue por ello que nunca dudó de esa fuerza
avasalladora que se identificó con él en los momentos de crisis. La
fórmula del Comandante fue única y poderosa: Jamás abandonar al pueblo
a la suerte del capitalismo depredador y estar siempre vigilante de
hacer de la justicia, de la solidaridad y el amor, una bomba atómica
que le produjera terror a la oligarquía. Nunca el pueblo abandonó al
Comandante y eso se hizo patente con el dolor tan grande expresado
durante las dos semanas que estuvo en capilla ardiente en su amada
Academia Militar.
Nadie, lo digo con todas mis fuerzas, me puede acusar de
contrarrevolucionario. Ese no es un hecho retórico. Es una verdad
gigante como los tepuy de mi Guayana natal. El 8 de diciembre de 2012,
el Comandante Supremo dio una orden: ¡Es Maduro! Y, carajo, respondimos
¡Es Maduro! También nos dijo ¡Tenemos Patria! Y, carajo, ¡Claro que
tenemos Patria! De igual manera nos habló de ¡Independencia! Y, carajo,
¡Claro que tenemos Independencia! Casi tres meses después lo vimos
consumirse por nosotros. Se apagó antes de tiempo su vida puesta al
servicio de todo el pueblo venezolano. Llegó ese dolor que lacera, que
nos atraviesa el alma, ese dolor que nunca quisimos que llegara. Pero,
su muerte física se convirtió en energía, se convirtió en juramento, se
convirtió en sangre de nuestra sangre, vida de nuestra vida y pensamos
en todos los hijos de la Patria, los hijos que él adoró y por los que
estuvo luchando desde que era el Arañero de Sabaneta y redoblamos
haciendo nuestra, carajo, su rebeldía permanente. Nos enseñó a no ser
pendejos y a estar alertas. Le enseñó a nuestro Pueblo, a todos
nosotros, carajo, a ser custodios de su legado, ¡Vigilantes de su
legado! ¿Quién carajo puede acusar a todo un pueblo de ser custodio del
legado del Comandante Supremo Hugo Chávez?
Por otro lado ¿A qué le teme la burguesía parasitaria y
dependiente del imperialismo yanqui? Pues le teme al legado del
Comandante Chávez, le teme a las comunas, le teme al pueblo organizado
haciendo uso de los medios de producción social, le teme a la lucha de
clases, le teme al Poder Popular. Y no estoy inventando nada, porque el
Comandante Chávez fue muy preciso al respecto: “Un socialismo del siglo
XXI autóctono con características propias de nuestra realidad social y
económica”. Un socialismo que ponga por delante el bien social, el bien
colectivo ¿Acaso estoy inventando algo? La oligarquía jamás dejó de
atacar, descalificar y despotricar del Comandante Chávez, como jamás
dejó de atacar y descalificar los logros de la Revolución Bolivariana.
Nunca lo venció y se fue físicamente invicto. En consecuencia, la frase
Patria Socialista o Muerte nunca estuvo tan acertada ni tan
internalizada por nuestro pueblo.
Los medios de comunicación privados, aquellos que
participaron y dirigieron el golpe de abril de 2002 siguen haciendo de
las suyas. Son las mismas porquerías que se expresan por los medios de
comunicación desde la gusanera en Miami. Ahora, él que crea que se van
a apaciguar o a pacificar los medios golpistas, está muy equivocado.
Toby Valderrama, a quien no se le puede acusar de contrarrevolucionario
es muy preciso al respecto. La oligarquía solo será apaciguada mientras
entienda que puede retomar el poder e irá exigiendo cada vez más hasta
que tome el poder y se decida a exterminar cualquier rastro de chavismo
en nuestra Patria. Esta no es una hipótesis, es una realidad política
incuestionable.
Por otro lado, me llama poderosamente la atención que no
se haya salido en defensa del Comandante Fidel, del Comandante Raúl, de
los camaradas internacionalistas, del valiente pueblo cubano, que han
tenido que soportar estoicamente una andanada de descalificaciones,
golpes bajos, y el consabido remoquete de “agentes del G2 cubano”,
cuando lo que nos han regalado ha sido salud, deporte y la dignidad y
moral que han hecho de la Revolución Cubana una referencia para América
Latina y el mundo. Yo, Mario Silva, no tengo ningún complejo en
decirlo, me siento tan cubano como venezolano, latinoamericano e
internacionalista, ciudadano del mundo, defensor de las ideas de
Bolívar y Martí, del Ché y Zamora, de Camilo y Argimiro, de Fidel y
Chávez. No es un secreto para nadie mi incuestionable amistad con el
pueblo cubano que fue reforzada por la amistad y el amor que sentía
nuestro Comandante Chávez hacia ese pueblo digno y valiente. ¿Acaso,
por una acusación con visos claramente golpistas, voy a renegar de mi
apoyo irrestricto a la Revolución Cubana? Disculpen, pero sería como
negar al mismísimo Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías. Si
tengo que ser acusado de “agente cubano” porque amo y apoyo
abiertamente lo que se ha hecho en materia de salud en los barrios y a
favor de los humildes de mi Patria. Si tengo que ser acusado por apoyar
y amar a los compañeros internacionalistas por las millones de
consultas, operaciones quirúrgicas, tratamientos a compatriotas
nuestros en Cuba y el milagro en que se ha convertido el Convenio Cuba
Venezuela, no hay ningún problema, bienvenida sea la acusación. Más que
una acusación, es una medalla que aceptaría con el corazón.
Finalmente, recordemos siempre que esta es una
Revolución Cívico Militar. Pueblo y Fuerza Armada, que es lo mismo
decir Fuerza Armada y Pueblo. Nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez
fue militar y pueblo, pueblo y militar. Esa sinergia es indestructible,
amorosamente indestructible. Él nos enseñó a respetar y amar a la
Fuerza Armada Nacional como ente indivisible de una revolución en
progreso constante, el mismo ejército que con Simón Bolívar al frente
traspasó fronteras para liberar a los pueblos y no para invadirlos. Si
el síndrome Santander gravita por encima de nuestra Revolución, el
pueblo sumará millones de Chávez para mantener la Independencia que el
Comandante que hoy reposa en el Cuartel de la Montaña, se entere que el
grito liberador recorrerá nuestras calles para derrotar nuevamente al
fascismo.
Recuerdo que cuando estaba de campaña para la
gobernación de Carabobo, el Comandante Chávez en una de sus giras por
esa región me dijo: “Al enemigo hay que derrotarlo políticamente.
Nuestros argumentos deben pesar más que el Estado”. Por eso me importa
muy poco lo que puedan hacer conmigo. Mi Comandante dio su vida por
este pueblo ¿Qué carajo puedo hacer con la mía si no ofrendarla por su
legado?