Ante la creciente ola de criminalidad,
el Presidente la Operación de Liberación del Pueblo (OLP) que, como su
nombre indica, significa liberar al pueblo de la presencia de las bandas
delincuenciales. Esta acción del gobierno ha avanzado con evidentes
logros en el desmantelamiento del tráfico de drogas, así como de bandas
delictivas y paramilitares. Como ejemplo de lo anterior, tuvimos la 1ra.
OLP en la Cota 905 y en algunos urbanismos de la Gran Misión Vivienda
Venezuela. Sin embargo, observamos que, a pesar de lo anterior, los
criminales siguen sumando delitos contra la población, así como, el
asesinato de funcionarios policiales, líderes locales afectos a la
Revolución, asaltos a parques de armas o sedes de la seguridad pública
como la del CICPC en la parroquia El Valle, Caracas, emboscadas a
unidades policiales y militares, de lo que deducimos que la efectividad
del impacto inicial de la Operación se disipó, reagrupándose los
maleantes, que reaccionaron con gran violencia, en un claro desafío al
Estado y la autoridad legítima.
El control territorial logrado por el
crimen organizado en algunas zonas, nos lleva a recordar uno de los
principios de la guerra convencional: territorio liberado, debe ser
inmediatamente ocupado, lo que en este caso concreto significa una
redimensión y ampliación de las operaciones contra el delito, en el
entendido de que la solución no es solo policial, sino también política y
social. Si bien la represión, pareciera ser el componente más
importante del combate a la criminalidad, por sí sola no garantiza el
éxito que esperamos o por lo menos, realidad nuestra no nos muestra así.
Partiendo de lo anterior, la OLP pudiera, para incrementar su
efectividad, conformarse en tres fases:
Fase inicial o de impacto: Los
organismos de inteligencia procesan la información y detectan el
objetivo; seguidamente la acción policial y/o militar enfrenta a las
bandas criminales con la detención de individuos solicitados y la
neutralización de los que se enfrenten a las fuerzas públicas.
Fase de ocupación: Es
importante que el Gobierno Revolucionario valore en su justa medida, el
clima social de paz y tranquilidad que requiere la ciudadanía,
amedrentada, hostigada y sometida por la delincuencia en los corredores
de la muerte, como lo que he denominado. De esto se desprende la
necesidad de que, inmediatamente a la liberación, se ocupen esos
territorios con la fuerza militar, policial y el Poder Popular, hasta
recuperar el control total, lo que implica la colocación de puestos
fijos militares y/o policiales en el interior de los corredores y, en
especial, de las zonas altas o de mayor control anterior por parte de
los delincuentes, así como en los accesos al territorio objeto de la
Operación, durante períodos que van desde los 30 días hasta los 3 meses,
permitiendo la desarticulación total de las redes del delito, la
recuperación de la paz y el empoderamiento del Poder Popular.
Fase de transformación: Una
vez establecido el Poder Popular, entra en desarrollo el modelo
socialista de inclusión, rescate, apoyo y transformación del entorno
territorial y social, mediante la aplicación de las misiones y grandes
misiones, para garantizar que el problema no vuelva a renacer meses o
años después. El apoyo al despliegue de la organización política y
social de los habitantes de la localidad debe ser estrecho y permanente.
En esta fase, la participación protagónica del pueblo, así como la
orientación política del liderazgo popular revolucionario, constituyen
el punto fundamental para el éxito de la iniciativa.
La secuencia y duración de cada fase
debe ser cuidadosamente planificada y modulada de acuerdo con la
interacción social con la población, quien tomará parte activa en el
desarrollo de la Operación con sus dinámicas locales propias, en tanto
es la principal afectada y, por lo tanto, interesada en su éxito. De
esta manera, la OLP pasará de ser una modalidad convencional de
operativo policial táctico y eventual, a una estrategia integral
revolucionaria como parte de una política permanente contra el crimen
organizado, el paramilitarismo y la violencia, para lo cual hay que
superar la tradicional visión represiva con la cual se combate el
delito, avanzando hacia una concepción transformadora del flagelo
criminal, que depende también en grado sumo de causas políticas,
sociales, culturales y económicas determinadas, las cuales hay que
erradicar con la participación popular como Norte.
En otra entrega, me ocuparé de
establecer la posible relación entre la OLP con el Ministerio Público,
el Sistema de Justicia Penal, el Sistema Penitenciario y la triada de la
prevención del delito: Justicia de Paz, Policía Comunal y Poder
Popular.
Fuente: Noticiasx7
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