Las uñas encarnadas suelen ser una molestia constante para quien las padece, y es que además de afectar considerablemente tu estilo de vida, genera mal humor y desesperación.
Si la piel que rodea tu uña suele enrojecerse e inflamarse, o resulta dolorosa al tacto, posiblemente la uña se haya encarnado o en el peor de los casos, podrías tener una infección.
Aunque estas incrustaciones pueden presentarse en cualquier dedo, es más habitual que ocurra en el dedo gordo del pie, por lo que algunas de las causas pueden ser las siguientes:
- Zapatos inadecuados. Que nos aprietan o que no se ajustan bien al pie, especialmente si realizamos deportes o actividades que exijan movernos o estar de pie a menudo.
- La forma de la uña. Por cuestiones genéticas, muchas personas tienden a tener deformidades en las uñas, bien sea porque son demasiado grandes, son irregulares o tienden a crecer hacia abajo. Por ello, es importante que acudan a un quiropedista para tratarlas, hasta lograr que crezcan de forma regular.
- El corte de la uña. Puede que la uña no se esté cortando correctamente y por esta razón se encaje. Lo ideal es cortarla de manera recta, dejándola cuadrada y sin recortarla demasiado.
- Cuestiones físicas del pie. Como deformaciones o formas especiales de los dedos, los cuales causan una presión adicional sobre otros dedos del pie.
Es importante que las personas que sufran diabetes, lesiones en los pies, tobillos o piernas o mala circulación acudan primeramente a un quiropedista, podólogo o dermatólogo antes de acudir a cualquier tratamiento casero. La existencia de pus debajo de la inflamación también es motivo de emergencia, ya que las infecciones conviene tratarlas lo antes posible.
Éste es un método casero, sencillo y natural para tratar las uñas encarnadas:
- Sumerge el pie afectado en infusión de tomillo, que ayuda a combatir las inflamaciones, las infecciones y a calmar el dolor. La infusión se realiza con una taza de agua y dos cucharadas de tomillo. Hierve durante cinco minutos y la deja reposar otros cinco.
- Este proceso debes repetirlo al menos tres veces al día. Lo dejas un par de minutos y después secas bien el pie.
- Masajea con suavidad la zona afectada, con la ayuda de un poco de aceite de oliva o de almendra.
- Humedece un trocito de algodón, y con ayuda de hilo dental intenta colocarlo debajo de la uña (con cuidado y paciencia).
- Cuando notes que la zona se ha reblandecido, repite igualmente estos pasos y corta la uña con mucho cuidado y de la forma que explicamos anteriormente, utilizando un cortaúñas previamente esterilizado.
- Evita las zonas que estén muy encarnadas, para que lentamente vayan mejorando.
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