En las áreas tropicales de África es habitual una temible enfermedad que, sin tratamiento, termina por destruir el sistema nervioso de sus víctimas. Se trata de la enfermedad del sueño, también llamada tripanosomiasis africana.
¿Qué es la tripanosomiasis africana?
La tripanosomiasis africana, según recoge la OMS, es una parasitosis provocada por los protozoos pertenecientes al género Trypanosoma y transmitida por la picadura de la mosca tsetsé (género Glossina).
Existen dos formas de la enfermedad, según la especie concreta del parásito. Además, se da la circunstancia de que, pese a que la mosca tsetsé está presente en todo el África Subsahariana, no en toda su área de distribución aparece la enfermedad; y, según la zona, puede variar la intensidad de la misma.
¿Cuáles son sus síntomas?
A nivel general, los síntomas de esta afección incluyen:
- Cambios en el estado de ánimo, ansiedad.
- Fiebre.
- Sudoración.
- Cefalea.
- Debilidad.
- Insomnio nocturno.
- Somnolencia, a veces incontrolable, durante el día.
- Inflamación de ganglios linfáticos en todo el cuerpo.
- Aparición de un nódulo inflamado, rojo y doloroso en el lugar de inoculación.
Normalmente, los síntomas neurológicos se presentan cuando la infección ya está avanzada, y el parásito está atacando el sistema nervioso. Aún así, cabe señalar que no es raro que se dé un largo período asintomático antes de la aparición brusca de los primeros síntomas.
A medida que la enfermedad empeora, los pacientes pueden sufrir consecuencias como accidentes al quedarse dormidos, daños progresivos al sistema nervioso, sueño incontrolable y finalmente coma.
¿Cómo se trata?
La enfermedad tiende a ser letal si no se trata de manera más o menos temprana; por sí sola, progresa rápidamente y puede causar la muerte dentro de los seis meses siguientes a la picadura.
La línea de tratamiento se divide en dos etapas, en las que se administran al paciente diferentes fármacos antiparasitarios. Este enfoque logra evitar un gran número de los desenlaces fatales; pero, por otra parte, requiere un seguimiento posterior intensivo del paciente, ya que el parásito puede ocultarse (por ejemplo, en el líquido encefalorraquídeo) y repetir la enfermedad muchos meses después de lograrse la remisión.
Debido al gran coste que supone, las medidas preventivas y de control del vector (la mosca Glossina) son fundamentales para lograr la reducción de casos en los países en los que la enfermedad es endémica.
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