La compañía estatal Carbonorca, adscrita al conglomerado Corporación Venezolana de Guayana (CVG), está produciendo coque quemado, un derivado del petróleo que era considerado desecho por Petróleos de Venezuela hasta hace pocos años, pero que resulta esencial en la producción de aluminio para uso doméstico e industrial.
En una visita realizada a las instalaciones de la planta, ubicada en Ciudad Guayana, la periodista Madelein García, corresponsal de la cadena teleSUR, recogió testimonios de primera mano de los responsables del proceso, que ha derivado en un ejemplo de sustitución de importaciones y encadenamiento productivo, estrategias indispensables para atemperar los efectos de las medidas coercitivas unilaterales impuestas por Estados Unidos sobre el país.
«La mayoría de estas empresas fueron fundadas con tecnologías extranjeras –alemanas, francesas, estadounidenses– y con el bloqueo, tú no puedes traer ni siquiera un tornillo que necesites, porque la tecnología está hecha de tal forma que tienes que usar el tornillo que ellos venden», explicó Juan Rodríguez, presidente de Carbonorca.
Así las cosas, la primera tarea que tuvieron por delante los trabajadores fue adaptar y sustituir toda la tecnología, los repuestos y fabricar nuevas piezas con materia prima local.
García refirió que las instalaciones en las que hoy funciona la procesadora de coque pertenecían a la petrolera francesa Total Energy y allí funcionaba una planta de transformación de bauxita, mineral del que se extrae el aluminio, que tras esa primera fase era trasladado a Francia, donde era convertido en mercancías transformadas.
Según lo relatado en el informe de teleSUR, Total no solo abandonó la planta y dejó a la deriva a 130 trabajadores, sino que operaba bajo un modelo de negocios que se hizo inviable, una vez entraron en vigor las restricciones financieras sobre Caracas.
En concreto, la trasnacional gala vendió la especie de que el coque de Pdvsa era inservible y defendió la necesidad de importarlo. Esto representó una carga importante para el país y se tradujo en una caída en la producción de aluminio, al no poderse sostener con el financiamiento de los menguados excedentes por venta de petróleo.
«El coque calcinado se traía del exterior, se importaba a prácticamente mil dólares la tonelada, teniendo aquí en Venezuela este producto. Nosotros ahora calcinamos este coque, sustituyendo la importación, (…) nos estamos ahorrando prácticamente 200 millones de dólares, que es lo que se pagaba aquí en Venezuela», detalló el máximo responsable de Carbonorca.
Encadenamiento productivo y generación de riquezas
Esta materia prima es la base de los ánodos de carbón, que luego se emplean en la fabricación de aluminio en otra empresa del Estado venezolano que opera en Ciudad Guayana: Venalum, por lo que este esquema representa un ejemplo de encadenamiento productivo virtuoso, que además ha dejado saldos técnico-científicos importantes.
«Nos sentimos orgullosos porque esto es innovación, esto no se ha hecho a nivel mundial. No se había hecho, hasta que los venezolanos lo pudimos hacer», expresó con orgullo Osnier Marcano, quien se desempeña supervisor de producción en Venalum.
Marcano apuntó hacia otro asunto clave: la reducción de los costos de producción, porque esto ayudará a «vender más» aluminio y será una fuente de riquezas que permitirá elevar los salarios.
De este pastel también participa el sector privado, que se ha implicado en la construcción de una segunda línea de producción en Carbonorca. El objetivo a corto plazo es incrementar la producción de cabillas, un suministro indispensable para el sector de la construcción y en el mediano, colocar el coque venezolano en los mercados mundiales.
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