Es por ello, que los expertos enfatizan que el protector es fundamental incluso en espacios cerrados, ya que la radiación ultravioleta (UV) del sol puede penetrar a través de las ventanas, tanto de los automóviles como de los edificios.
Si bien la intensidad es menor que la que recibimos al estar expuestos directamente al sol, esta exposición prolongada puede acumularse y dañar nuestra piel a largo plazo.
La UV emitida por el sol es la principal culpable de las quemaduras, el envejecimiento prematuro de la piel y, lo que es más grave, el cáncer de la misma.
Los rayos UVA penetran profundamente en la dermis y causan daños a largo plazo, como arrugas y manchas. Por otro lado, los rayos UVB son responsables de las quemaduras solares y contribuyen al desarrollo de algunos tipos de cáncer de piel.
El protector solar actúa como una barrera entre la piel y los rayos UV, absorbiendo o reflejando una parte significativa de esta radiación. Al aplicarlo de forma regular y adecuada, se reduce considerablemente el riesgo de sufrir daños cutáneos causados por la exposición solar.
Es importante elegir un protector solar con un factor de protección solar (FPS) adecuado y de amplio espectro, lo que significa que protege tanto de los rayos UVA como de los UVB.
Además, debe ser resistente al agua y reaplicarse cada dos horas, especialmente después de nadar o sudar abundantemente.
El empleo del protector solar se hace cada vez más importante en el país. Esto, tomando en cuenta que al menos dos personas mueren de cáncer de piel cada hora en Estados Unidos.
El cáncer de piel es el más común en el país, donde 6.1 millones de adultos reciben tratamiento cada año por carcinomas de células basales y de células escamosas, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
De hecho, muchos estadounidenses ante tales estadísticas se preguntan: ¿Por qué EEUU no tiene protectores solares tan efectivos como los de Europa y Asia?
La capacidad de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) para aprobar los filtros químicos de los protectores solares que se venden en países como Japón, Corea del Sur y Francia está obstaculizada por una ley estadounidense de 1938.
La ley exige que los protectores solares se prueben en animales y se clasifiquen como medicamentos, en lugar de cosméticos, como lo son en gran parte del mundo.
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