Las tropas estadounidenses cruzaron la frontera en sentido inverso en lo que se llamó "Operation Iraqi Freedom" (Operación Libertad Iraquí), que daría paso a la “guerra” (denominada así por los medios capitalistas) más polémica de la historia de Estados Unidos desde la de Vietnam, casi medio siglo antes.
La intrusión, fue encabezada por los Estados Unidos y respaldada por fuerzas británicas y pequeños contingentes de España, Australia, Polonia y Dinamarca.
Los pioneros de la invasión fueron: el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush; y el primer ministro del Reino Unido, Tony Blair.
Las supuestas “razones” para la invasión eran: desarmar a Irak de armas de destrucción masiva, poner fin al apoyo brindado por Saddam Husein al terrorismo, y lograr la libertad del pueblo iraquí. Todo esto fue falso.
En realidad, la invasión de Irak obedecía a la necesidad de Estados Unidos de tomar control de la riqueza petrolera de este país.
Según diversas fuentes las víctimas mortales como consecuencia de esta invasión, superó el millón de muertos.
Según un estudio realizado en 2003, por el Centro para Estudios de la Población, las sanciones estadounidenses contra Irak, en los años noventa, causaron la muerte de un millón de civiles Irak.
Según la prestigiosa revista médica británica The Lancet, el número de muertos en Irak ha superado a la del genocidio de Rwanda (1994).
Según informó (2009) la ONG Oxfam, el 70% de los iraquíes no tuvo acceso a agua potable segura, y el 43% vivía con el equivalente de menos de un dólar al día.
A finales de diciembre de 2012, se retirarán de Irak las últimas tropas estadounidenses, en un momento en que se abrió una lucha de poder entre chiitas y sunitas dentro del gobierno.
El ejército estadounidense llegó a contar con 170 000 hombres en el momento de mayor intensidad de la lucha contra la insurrección y con 505 bases en Irak.
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