Un mal que aqueja a la sociedad desde tiempos remotos es la desigualdad de géneros, en donde la mujer ha tenido que desempeñar un rol sumiso y hasta cierto punto de sometimiento ante la figura del varón.
de10.com.mx
Pese a que estamos en pleno siglo XXI, aún hemos escuchado, leído o nos enteramos de situaciones en contra del género femenino, la gran mayoría en el mundo oriental, en donde ellas son vendidas o sometidas a los peores castigos o torturas que en la mayoría de las ocasiones, cobran sus vidas.
Muchas de esas historias han llegado a nuestros oídos gracias a la
labor periodística realizada por decenas de hombres y mujeres que se
encuentran en el momento exacto.
Justamente esto es lo que sucedió hace ya varios años, prácticamente a principios del siglo XX, cuando la revista National Geographic retrató a la perfección hasta qué grado el ser humano puede llegar a ser cruel.
La terrible historia es la siguiente: Albert Khan
fue un multimillonario y filántropo francés que en 1909, decidió
emprender una gran labor, recorrer los cinco continentes y tomar
fotografías a color de todo aquello que llamara más la atención, con la
finalidad de fortalecer la paz en todo el mundo con la publicación de
todo el material que pudiera recopilar durante su larga travesía.
Hay quienes tacharon de loco a Khan, pues su idea era más bien de
corriente romántica, ya que pretendía que las naciones se conocieran un
poco más y estrecharan lazos entre ellas, tan sólo por medio de
imágenes.
Sin importarle lo que los demás pensaran, Khan echó mano
prácticamente de toda su riqueza y contrató a decenas de fotógrafos como
corresponsales para que viajaran a 50 países distintos y capturaran
momentos cruciales.
Tuvo que renunciar a su sueño en 1931, pues sus finanzas se vieron
muy afectadas por la famosa Crisis del ’29 de los Estados Unidos. Los
fotógrafos le entregaron el material, el cual constaba, según aquiestuveayer.com, de
más de 180 mil metros de película (aproximadamente unas 100 horas de
filmación), así como un compendio de más de 72 mil fotografías, material
al cual se le bautizó como “Los Archivos del Planeta”.
Dentro del compilado de las fotografías se encontraba una titulada A mongolian woman condemned to die of starvation (“Mujer mongola condenada a morir de hambre”), la cual fue publicada por la revista National Geogrpahic, en su edición del mes de mayo de 1922.
Según la revista, la fotografía fue tomada por el propio Albert Khan
durante un viaje que realizó en aquel país asiático en el año de 1913 y
el texto que acompañaba la imagen describía que la mujer había sido
encerrada en una caja de no más de 50 centímetros de alto por metro y
medio de ancho como parte de un castigo impuesto por su grupo social.
En la foto se muestra a esta dama sacando la cabeza y un brazo por un
orificio de buen tamaño, intentando alcanzar la cerradura, como si
quisiera forzar el candado para abrir la tapa y poder salir del castigo.
La revista, con base en las antiguas costumbres de la región, aseguró
que esta mujer había sido encerrada para hacerla cumplir una penitencia
de muerte, la cual consistía en no darle de comer durante días hasta
que perdiera la vida.
Por supuesto que el hecho conmocionó a todo aquel que se enteró de la
instantánea, así como de las supuestas prácticas de tortura que
llevaban a cabo los mongoles. Sin embargo, como dice kurioso.es, fue hasta el 2009 cuando se reveló la verdadera historia que hay detrás de aquella imagen.
Resulta ser que quien la tomó fue realmente un hombre llamado Stéphane Passet,
un veterano del ejército francés que quiso colaborar con el proyecto de
Khan. Tendría que viajar a Rusia, aunque a finales de 1912, hizo escala
en Mongolia, en donde permaneció varios meses, ya que quedó
impresionado con la vida de los autóctonos de aquella región.
En aquellos años, Mongolia era un territorio nómada; sus habitantes
se dedicaban al pastoreo y se establecían en aquel país por pocos meses.
Passet aclaró que dada esa situación, todos los servicios tenían que
ser “móviles”, incluso la misma cárcel.
El fotógrafo aseguró que la mujer de aquella fotografía en realidad
era una prisionera que se encontraba en el interior de aquella caja,
artefacto que servía para trasladar a los reos y delincuentes. De hecho,
si pones atención a la imagen, te percatarás que se ven un par de
platos con comida y agua para cubrir sus necesidades alimentarias.
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